54- Sin disimulo (con Blackie Lawless)

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Tras el ojo de la cámara, podía no dejar ver mi cara de excitación. Me provocaba un latido incesante en mi entrepierna, rogaba que todas las tomas estuviesen bien o de lo contrario tendría que volver a verlo hasta que estuviesen listas. Mis pezones se ponían de punta, algo para nada profesional porque, no debía sentirme excitada mientras trabajaba, si, era el placer de hacer lo que me gustaba, pero, era tan sensual cubierto de vaselina, con a penas una tela tapándole de la cadera hacia abajo. Hacía demasiado tiempo que no tenía un excelente revolcón con nadie. «Ahora no, Adara, tienes que poner la mente en frío para hacer lo mejor que sabes hacer, es tan solo como en otras muchísimas ocaciones» repetía en mi mente mientras resoplaba.

—Date la vuelta —guió su representante que hablaba por su celular sin parar—. Por Dios, Steven. Se un poco más sensual... Las chicas te aman.

Se dio la vuelta dejando su trasero al aire sosteniendo la tela solo en la parte de adelante. Creí ver que me guiñaba, pero quizás solamente era mi cabeza.

—Es todo por hoy. Ya puedes vestirte —dije mientras le entregaba mi cámara a mi asistente y trataba de salir lo menos despavorida posible hacia las mesas donde había un pequeño tentempié para todos los presentes en la sesión fotográfica.

No solo no lo hizo, si no que también fue a la mesa estando con ese pedazo de... trapo apenas cubriéndolo, que además, era casi transparente.
Tomó una lata de cerveza y comenzó a charlar conmigo.

—¿Hace mucho te dedicas a esto? —completamente incómoda por la situación, me limité a responderle lo más cortante posible.

—Si. Demasiado.

—Se nota. Otros fotógrafos con los que he trabajado no me han dejado mostrar demasiado hasta ahora. Eres buena. Se nota tu profesionalismo —lo miré al rostro mientras se llevaba un canapé a la boca—. No puedo esperar a ver esas fotos.

Los nervios estaban a punto de ganarme. Solo sonreí y fui hacia la computadora donde mi equipo estaba revisando las fotografías. Casi la única mujer en medio de unos diez hombres, si no fuese por la maquilladora y la chica del catering enviada por la empresa de mi amiga, iba a encontrarme absolutamente sola.
Cuando fui hacia los músicos de nuevo, les dije que podían estar tranquilos, las fotos estarían en dos semanas. Si bien todos hicieron el mismo tipo de fotos eróticas, Blackie puso todo mi cuerpo a temblar. Quería que se largara de allí o que... me invitara a follar. Tenía toda la idea de que penetraba duro, como una temible bestia sedienta de sexo, y si era así, lo quería dentro de mi las veces que fuesen posibles.

—Oye... —dijo muy cerca de mi— ¿Tú llevarás las fotos al despacho de Taylor?

—No lo sé. No creo. Tengo un cadete para eso.

—Hm... de acuerdo. Pues... entonces... Nos veremos en otra ocación —se inclinó para despedirse con un beso que lo dirigió a mi cuello.

Quedé helada, pero a la vez más encendida que una caldera. Lo vi sonreír y caminar muy tranquilo hacia el camerino. Solté un jadeo intentando caer en la cuenta de si fue real o no ese corto momento, así que me lancé a alcanzarlo.
Los demás rockeros había tomado sus cosas mucho antes que él y se largaron a la camioneta donde le habían avisado que lo esperarían. Al entrar en el camerino, escuché el agua caer en la ducha y tragué saliva.

—Steven... —dije despacio, pero él logró escucharme.

—Dime Blackie, cariño. ¿Qué ocurre? Si es mi manager, dile que no joda y espere. Enseguida salgo.

Caminé hacia la puerta del baño que estaba semi abierta. Por el espejo sobre el lavabo pude verlo completamente desnudo; enjabonándose su terrible miembro y la boca se me hizo agua. En el momento en que me distraje, abrió la puerta encontrándome en plena expiación. Me tomó de la muñeca y me arrastró bajo el agua con él. Ni siquiera le importó que estaba vestida y afuera había gente esperando por él y mi equipo de trabajo.
Comenzó a besarme mientras me sujetaba de mi cintura con fuerza. Su lengua exploraba mi boca sin dejar rincón por recorrer. Quitó mi camisa y sujetó mis pechos para succionarlos con prisa, uno a uno, lamiendo, chupando, mordiendo. Si... eso era lo que quería.
Mi clítoris palpitaba urgido entre mis ropas mojadas. Se deshizo de mi jean y mi braga sin pérdida de tiempo y hundió su cara en mi sexo comiéndomelo por completo. Comencé a gritar olvidándome de donde me encontraba. Subió una de mis piernas sobre su hombro y continuó lamiendo haciéndome delirar. Metía sus dedos en mi interior y me masturbaba de una manera que jamás me lo habían hecho.
Pegada a la fría pared, giraba mi cabeza hacia un lado y otro sin dejar de gemir y de pedirle que no se detuviera. Su lengua caliente más el frío que sentía en mi espalda por los azulejos, eran una combinación explosiva. Tomé de su cabello mientras seguía atendiendo mi sexo de una manera tan deliciosa, y movió su lengua más rápido haciéndome llegar a un clímax intenso. Mis piernas temblaban, casi que caía de rodillas ante él, pero me sujetó al ponerse de pie y tomando una de mis manos, me hizo agarrarlo de su verga.

Dentro de Mi (Erotic Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora