23- Después de la fiesta (Trío Joe Elliot- Rick Savage)

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Íbamos al apartamento de Joe para dejarlo a él primero.
La fiesta había sido genial, pero estábamos realmente cansados. Pensaba en quedarme a dormir en el apartamento de alguno de ellos debido a que mi casa estaba casi en las afueras de la ciudad.

Me ubiqué en el medio de ambos para mi seguridad. Por alguna razón, los tres íbamos en el asiento trasero algo apretados.

—Esta noche fue estupenda —dije finalmente.

—Si. Hace mucho tiempo no me divertía tanto -comentó Joe.

—Y yo creo que podríamos seguir un poco más —dijo Sav poniendo una de sus manos sobre mi muslo justo en el borde de mi falda—. ¿Tú que dices, Joe?

Él miró a nuestro amigo, dirigió sus ojos hacia mi, bajé la vista y él comprendió absolutamente todo.
Colocó su mano igual que Sav, justo debajo del ruedo de mi prenda y comenzó a acariciar despacio con la yema de sus dedos.

—Creo que es una idea... genial —esbozó una ligera sonrisa perversa.

Sav iba subiendo su mano por la cara interior de mi muslo y Joe lo imitaba. Ambos se peleaban disimuladamente por llegar a mis bragas.
Joe mordió el lóbulo de mi oreja, mientras Rick daba besos cortos en mi hombro desnudo. Me apenaba ser su presa sexual en medio de un taxi a la vista del chófer que de seguro alguna mirada habría echado.
Me estremecía e intentaba no soltar ningún sonido de excitación y placer. Mordí mi labio inferior, inclusive, la punta de mi lengua deseando que se detuvieran al menos hasta llegar al edificio donde vivía Joe.

—¿Nos apruebas? —preguntó Rick susurrando en mi oído.

Asentí rapidamente y dio una gran lamida en mi cuello. Luchaba contra mi por decirles que se detuvieran y a la vez que me follaran ahí mismo, dentro de ese coche ajeno a nosotros.
Sentía los dedos de Joe en mi coño, jugando con mis pliegues. Sav de alguna manera de las arregló para llegar lo más discreto posible a mis pechos y darles pequeñas caricias a mis pezones erguidos.
Recobraron la compostura de momento. Me dejaron más que encendida. Cuando se apartaron de mi, dejando mi cuerpo tranquilo, no entendía porqué lo habían hecho. Un control policial a unos metros delante, los hizo relajarse y parecer los tipos más santos del mundo.
Suspiré agradecida, pero en realidad quería soltar un gran jadeo.
El taxista en ningún momento dijo nada. Quizás era voyeurista y prefería no romper la escena que veía para su propia diversión.
Al arribar al edificio, nuestro amigo nos sugirió que no hiciéramos nada ni lo más remotamente parecido a lo del auto. Habían cámaras de seguridad en cada rincón del edificio, incluido en el elevador.

—Uno ya no puede tirarse a su amiga tranquilo sin que esté alguien viéndote por las benditas cámaras —sonrió.

La tensión en el ascensor fue tortuosa. Sav rozaba su mano por mis muslos cerca de mi trasero mientras Joe respiraba sobre mi hombro y mi mejilla. Solo me mantenía allí, contra la pared del elevador que parecía, no llegaría nunca al piso indicado.

—Tengo demasiadas ganas de estar dentro de ti esta noche, Gabrielle —susurró Sav otra vez en mi oído.

—Quiero que tu precioso culo aprisione mi verga —lo imitó mi otro amigo y no pude evitar correrme.

Solté un liberador jadeo. Cuando por fin llegamos al piso, Joe se apresuró a sacar su llave y abrió la puerta de su apartamento como si estuviese a punto de ensuciar sus pantalones si no llegaba al baño. De imaginarme la situación, solté una ligera risa.
Sav cerró la puerta mientras me quedaba parada en medio del paso hacia el interior del piso. Me tomó por mi cintura y me apegó a su pelvis.

—¿Lo sientes? Has hecho de que se me ponga demasiado dura. Algo tendrás que hacer para que vuelva a su estado natural.

Me erizaba desde la cabeza a los pies sentir sus caricias. Sus manos eran fuertes y hermosas.
Joe apareció sin su camisa y se colocó delante de mi acariciando mis hombros y bajando por mis brazos despacio.

Dentro de Mi (Erotic Rock)Where stories live. Discover now