°Algo que se va°

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Los minutos se sentían como horas desde que lo llevaron a ese pequeño departamento de solo dos habitaciones y un baño. Aún no terminaba de entender completamente lo que estaba sucediendo allí, o cómo había acabado en esa situación. Únicamente sabía que Kaia tenía algo importante que contarle. Pensar en ella fue similar a invocarla, porque inmediatamente entró por la puerta de la habitación con dos personas siguiéndola. Su largo cabello negro iba suelto, cayendo a los lados de su rostro y enmarcando sus finas facciones. Sus ojos ámbar escanearon la estancia con ferocidad, pero cuando se detuvieron en él, su expresión se suavizó.

Eric quería hablar, tenía muchas preguntas atoradas en su garganta. Sin embargo, la situación y las personas a su alrededor lo tenían intimidado. No sabía cuál era la pregunta correcta para comenzar, y ese par de ojos extra que lo observaban lo ponían aún más nervioso. En un gesto instintivo, llevó sus manos a sus lentes para acomodarlos por el puente de su nariz, observando cómo la pelinegra lo miraba atentamente mientras lo hacía.

—Ninguna pregunta es perfecta para comenzar, puedes solo preguntar lo que te salga.

Kaia se sentó en el sofá de tres puestos que se encontraba enfrente suyo, justo en la mitad. La chica pelirroja que la acompañaba tomó asiento en una silla diagonal a Eric, mientras que el hombre que también seguía a Kaia se ubicó en otra silla a un lado de ella, manteniendo su distancia. Eric los observó sin detallarlos, su atención puesta meramente en la pelinegra.

El asunto con Kaia era que siempre, de alguna manera, parecía saber lo que pasaba por su cabeza. Él habitualmente lo consideraba una ventaja. Comunicarse con ella fluía naturalmente de esa forma. No tenía que buscar constantemente las palabras correctas, porque ella invariablemente entendía lo que él quería decir, incluso si no sabía explicarse bien. Un complemento que le traía paz. Recordando esto, se armó de valor y dejó salir las preguntas que hacían picar su lengua.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es eso de lo que me hablaste antes? ¿Líder de qué cosa? ¿"La Galería" es algo más? ¿Por qué dijiste que estaba en peligro? ¿Peligro de qué?

Eric tuvo que retomar el aliento luego de haber soltado todas esas preguntas tan rápido. El hombre sentado a un lado de la pelinegra hizo una mueca, y diagonal a él escuchó un bufido que le sonó más a una risa contenida, proveniente de la chica pelirroja. Kaia, sin embargo, solo alzó ambas cejas en una cómica reacción por su torrente de interrogantes.

No era propio de Eric atacar con tantas preguntas a la vez. Si bien era cierto que él era un periodista y eso de hacer preguntas era parte de su vida diaria, por lo general no las hacía todas de golpe. Había aprendido que eso no le era muy efectivo. Su método era mucho más elaborado. Atacaba primero con las simples y luego aturdía con las que eran verdaderamente importantes. Pero allí, frente a Kaia y esa situación, no pudo contenerse.

—Tengo muchas confesiones que hacerte —Kaia respondió, su respuesta era tentativa, a la espera de la reacción que él pudiera tener, eso alteraba sumamente los nervios de Eric—Hay más detrás de la "Galería" de lo que alguna vez te dije, así como de mí de lo que en algún momento te dejé saber.

—¿Más actividades ilícitas? —Eric sabía que había algo ilegal detrás de la "Galería"; después de todo, así fue como conoció a Kaia. Sin embargo, no llegaba a imaginar la magnitud de lo que era— ¿Tráfico de armas? ¿Drogas?

Muy a su pesar, Kaia negó.

—Mucho más allá de lo que te puedas imaginar —su voz había tomado una seriedad que hizo los ojos cafés de Eric brillar con preocupación.

— ¿Q-Qué es? —Aunque intentó que su voz no flaqueara, fue en vano. Los nervios estaban allí presentes, estaba seguro de que las demás personas en esa habitación podían notarlo.

El Arte De Aniquilar (Artes Letales #1)Where stories live. Discover now