Capítulo 5

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Carlos me empujó bruscamente adentro de la habitación. Pero lógicamente, no sentí nada.

-Tengo que hablar contigo muy seriamente -dijo acercándose a mí.

En ese pequeño instante me puse tensa. Y mis piernas flaqueaban más por segundos.

-¿Cómo has hecho eso? ¡Ha sido increíble! -dijo entusiasmado.

-¿No estás enfadado conmigo? -pregunté sorprendida. Ya que me esperaba algún castigo.

-Que va, ¿cómo voy a estarlo? -su expresión lo decía todo, estaba feliz - Te has defendido como hay que defenderse. Muy bien hecho -dijo premiándome.

-Es lo bueno que tiene ser una joven, que no te duele nada -contesté alzando mis brazos -. Se lo merecía... Y no tenías que haber entrado, porque me lo hubiera cargado... -dije rendida. Al pensar cómo me hubiera gustado hacérselo pasar peor.

-No hubieras hecho eso. Es como si te conociera -dijo mientras se sentaba en el colchón -. Y seguro que te habrías arrepentido -hizo un gesto para que me sentara junto a él -. Eres buena niña -dijo mirándome con dulzura -.Pero ahora mismo hay algo te duele, ¿me equivoco?

-Hay muchas cosas que me duelen. Pero prefiero guardarlas para mí -sentencié. Sin ningún ánimo a continuar con la conversación.

-A veces es mejor contarlas, así te sientes libre y te desahogas -su mirada seguía siendo la misma desde hace unos segundos. Cariñosa y llena de amor. Cómo me recordaba a mi padre.

No quería hablar por el simple echo de no querer llorar. Siempre he odiado que me vean así de mal. Y he aguantado muchas cosas como para ponerme a llorar ahora. Esto para mí es algo más. Y ahora mismo quiero ser fuerte para poder salir de aquí y encontrar a Claudia. Quiero que ella esté bien.

Dejé de pensar en todos esos recuerdos que me atormentaban desde mi niñez y dirigí mi mirada hacia Carlos. Que seguía allí, sentado a mi lado. Esperando una respuesta.

-Cómo quieras -dijo dispuesto a marcharse.

Como él era la única persona en la que podía más o menos confiar, que todavía no me había fallado, y que estaba dispuesto a escucharme. Decidí desahogarme. Así que me preparé para tragarme el gran nudo que se formaría en mi garganta, que como siempre, me impediría respirar.

-Cuando tenía cuatro años, tuve que vivir con un asqueroso borracho -respiré hondo antes de continuar -.Mi padre se pasaba el día en la calle, de bar en bar, sin importarle su familia... Mi vida fue muy dura a partir de ahí. Y por eso no quiero contarla. Siempre lo he odiado -bajé la cabeza para respirar de nuevo.

-Alguna vez tendrá que ser la primera, ¿no? -ahora el tono de su voz era mucho más cariñoso que antes. Parecía que de verdad quería escucharme.

-Solo si prometes que no te irás... -sentiría muchísimo haber compartido mi vida con él para que luego se fuera de ella. Me recordaría a mi padre.

-Lo prometí desde que te conocí -sentí un gran alivio en el alma al escuchar eso -. Estoy contigo... -sus palabras y el pequeño abrazo que me dio me bastaron para seguir.

-No sabes cuánto duele ver a tu madre llorar, no te haces una idea de lo que supuso eso para mí...Solo tenía cuatro años, y lo recuerdo como si fuera ayer -resoplé antes de continuar -. Ese día íbamos al parque, como una familia cualquiera. Pero como ese tío era un puto cabrón, tuvo que fastidiarlo -intenté tragarme la rabia que me comía por dentro -. Intentó forzar a mi madre allí mismo. Y no era la primera vez que pasaba. En mi casa siempre era así. La trataba como si fuera una prostituta...

-Tranquila... -intentó animarme. Acariciándome la espalda.

-Ese día todo fue a peor por momentos. Mi madre no aguantó más y decidió fugarse con mi hermano y conmigo, para que estuviéramos a salvo. Pero él apareció... -tuve que hacer lo imposible por no llorar. Contar esto de nuevo era como volver a vivirlo -Entró en nuestra casa echo una furia, y atacó a mi madre... -en ese instante no pude más, y rompí en llanto -. Vi a mi madre desangrarse mientras lloraba y chillaba de dolor...Mientras todo mi mundo se derrumbaba -dije entre llanto -.No sentí dolor por mí, lo sentí por ella. Cuántas veces la vi así, llorando de dolor. Por un puto borracho que no la quería como se merecía... ¡Mi padre no era así! Cuando era más pequeña era como un sueño estar con él... Me leía cuentos y miles de historias. Me acunaba siempre. Y me adoraba... ¿Por qué tuvo que pasarnos esto?

-Todo pasa por algo, debes tenerlo en cuenta siempre. Hay personas que llegan a tu vida para darte cosas, o quitártelas. Para alegrarte o lastimarte. Depende de ti la importancia que le des... -intentó sonsolarme.

-Son muchos recuerdos. Muchas las veces que me puse a jugar con ella para sacarle una sonrisa. Muchas las veces que oí sus gritos desde mi habitación. Muchas las veces que rogué que volviera a ser todo como antes. Pero todo acabó como tenía que acabar. Divorciados. -sentencié, mientras me limpiaba las lágrimas que salían desbaratadas de mis ojos -. Pero lo que más me dolió fue saber que perdí a mi padre y a mi hermano al mismo tiempo... -lo miré por unos segundos, intentando retener todo el dolor que sentía - Después de que se separaran. Nuestra vida no fue la misma. No íbamos a colegios caros, ni llevábamos materiales buenos, ni ropa de marca. Siempre teníamos lo justo para vivir. Mi vida fue muy humilde. Y gracias a eso y a mi madre tengo los valores que tengo, de eso no me arrepentiré nunca. Pero mentiría si te dijera que no echo en falta a mi padre... -resoplé de nuevo y seguí -. Mi hermano fue otro cantar. Él siempre le daba la razón a mi padre. Así que cuando creció, él tomó el lugar de mi padre en la familia. Él solito se encargaba de joder su vida y la de los demás.
No iba a clases nunca, fumana porros y salía a beber todos los días... He visto  llorar miles de veces a mi madre en tantos años... Y hasta hace poco la volví a ver llorar. Por no saber si su hijo sigue con vida o no... -agaché la cabeza para que no me viera llorar otra vez. Pero de nada sirvió. Ya que mi respiración era muy irregular. Y mi pecho subía y bajaba con mucho esfuerzo.
Se me estaba empezando a formar el gran nudo en la garganta que nunca podía controlar, era agobiante. Pero al no poder aguantarme más reventé por tercera vez...

Carlos me abrazó fuertemente y me acunó en sus brazos.

-Te juro que no dejaré que nada malo te pase. Es increíble cómo pudiste aguantar todo eso... -su abrazo se hizo más fuerte -. Yo estoy contigo, tranquila...

Más tarde logré parar de llorar y estabilizarme.
Carlos se quedó junto a mí sin hablar. Seguro que no sabía que más decirme. Pero la verdad era que había hecho mucho por mí.

-¿Y tú no tienes una historia? -pregunté, para dejar mi tema en segundo lugar.

-Lo que pasa en todas las pelis. Matan a su hija y el tío se vuelve malo -dijo irónicamente.

-Eres un embustero muy gordo -bromeé.
Él arqueó ambas cejas divertido.

-Es una larga historia que ya te contaré. Es muy tarde ya, y aunque parezca mentira, los vampiros también descansamos. ¿Por qué crees que no tenemos arrugas? -dijo indignado.

-¿Porque no envejecéis? -gesticulé con ambas manos.

-Muy lista muchacha. Pero venga, a dormir ya -dijo levantándose del colchón -. Y te recomendaría que comieras algo, ¿no tienes hambre? -preguntó sorprendido.

-Pues la verdad es que no. Pero sí necesito una ducha -contesté divertida, mientras hacia el gesto de limpiarme el polvo de los hombros.

-Eres más interesante que un partido de fútbol, aunque parezca que no -contestó bromeando.

Después de hablar se despidió de mí con un saludo militar y se fue.




La EsclavaWhere stories live. Discover now