Prólogo: Y su mundo se volvió negro

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-Recordad, mañana seguiremos hablando sobre la influencia de Akutagawa en la poesía actual.

Una sonora afirmación unánime por parte de todos sus entusiasmados alumnos resonó en la sala. Aquello le hizo elevar levemente las comisuras de sus labios. Quizá Filología Japonesa no era la carrera más popular de la universidad -Medicina o Biotecnología les doblaban el número de estudiantes- pero al menos le quedaba el consuelo de ver como todos sus pupilos cursaban su asignatura con ilusión. En cierta medida no era extraño. Él vivía sus clases, amaba enseñar de aquella forma. A pesar de que fuese un hombre serio, los chavales lo notaban y lo sabían. Lo vivían con él y aprendían no sólo datos sobre los más grandes autores japoneses y otros que no lo eran tanto, también aprendían a disfrutar de la literatura.

La mayoría de alumnos, y en especial de alumnas, pasaron por su escritorio a saludarle con amables sonrisas y tímidas inclinaciones de cabeza. Mientras recogía sus cosas él también se despedía de ellos, sin variar un ápice de su relajada expresión facial. En sus ojos malvas sólo la calma más absoluta tenía lugar, a pesar de que esos gestos le recordasen a sus tiempos como profesor primerizo. Si bien siempre había aparentado fría entereza, en sus inicios ver tanta familiaridad para con él por parte de sus alumnos había llegado a desconcertarle. Ahora ya no. Ahora lo que realmente le desconcertaba era no poder meterse un discípulo en el bote o engatusarlo con una sola mirada. Alguna vez alguien le dijo que sus ojos eran hipnóticos y quizá no le faltaba razón.

Guardados sus libros en su maletín y dejado todo en orden, Munakata abandonó el aula. No pasó por su despacho, había tenido la precaución de llevar su abrigo con él a aquella última hora. Era el cumpleaños de su sobrina, Umi, así que quería llegar pronto a su piso, coger el regalo que le había comprado con dos semanas de antelación e ir a comer con su hermano y su familia y darle su obsequio a la cumpleañera. Esos eran sus planes y no se imaginaba que nada ni nadie pudiese estropearlos. Al fin y al cabo, todo salía siempre según sus expectativas, incluso las notas de sus alumnos.

Bajaba las escaleras del luminoso vestíbulo de la universidad cuando miró el reloj frente a él. Eran las tres y eso sólo podía significar una cosa. Llegaba tarde a la comida. Frunció el ceño mientras aceleraba el paso. Desde luego... al menos ahora ya entendía el por qué de la vibración en el bolsillo de su pantalón mientras explicaba. Taishi debía haberle mandado unos cuantos mensajes de texto, preguntándole dónde demonios estaba y por qué no aparecía.

Salió del campus sin hablar con nadie, aumentando aun más el ritmo. Normalmente podría haberse detenido a charlar con Awashima, una de las profesoras asociadas del departamento de Álgebra, pero ese día no contaba con tiempo para ello. Ya la invitaría a un té o un aperitivo en otro momento. A pesar de tener dos especialidades tan distintas, se podría decir que eran buenos amigos. O, al menos, solían tomar café juntos en la cantina de la universidad durante los recreos.

Rápidamente encaminó sus pasos hacia su casa. Mientras andaba a buen ritmo, sacó su móvil y leyó sus mensajes. Efectivamente, no se equivocaba, eran todos de su hermano mayor. Suspirando, marcó su número. Llamarle sería lo más efectivo.

-¿Reisi?

-Hermano, perdóname pero voy a llegar un poco tarde.

-No te preocupes. ¿Ha pasado algo? Sueles ser muy puntual.

-Me entretuve en mi última clase. Estamos dando a Akutagawa y me resulta tan apasionante que a veces me explayo demasiado.

-Me dan pena tus alumnos.

-¿Por qué? Ellos se lo pasan tan bien aprendiendo como yo enseñando.

-No digo lo contrario pero tus exámenes harían temblar al más pintado. Me hicieron temblar a mí cuando me enseñaste el prototipo...

-Pues tengo una clase con notas bastante altas. Salvo Domyoji-kun. Ese chico es un caso perdido.

-Creo que no me has hablado de ese alumno...

-Fue el que en un examen tuvo la feliz idea de poner que un haiku era un anime que trataba sobre volley ball.

-Oh, eso sí que me lo has contado. El estudiante de intercambio, ¿verdad?

-Exactamente. No es mal chico -admitió Munakata mientras se dirigía a un paso de peatones-, pero debería replantearse seriamente sus prioridades.

-Ya lo veo. En fin, ¿te queda mucho?

-Estoy llegando a mi casa. En cuanto coja el regalo de Umi voy para allá.

-Genial, porque está deseando verte. Hace nada la tenía en la cocina dando saltos y preguntando por el tío Reisi. Y también queriendo comer la tarta antes que la comida.

-Que ricura.

-Lo dirás tú que no la sufres a diario. Es un torbellino de niña.

-Eso lo dices porque a veces parece que me quiere más a mí que a ti.

-Pues sí, y porque pienso muy seriamente que es hiperactiva. Debería concertar una cita con el orientador del colegio.

-Exageras.

-Prueba a tenerla en tu casa un fin de semana y después hablamos.

-Cuando terminen las evaluaciones, acepto el reto.

La risa grave de su hermano le llegó a través del altavoz. Aunque bromeasen así, Taishi adoraba a sus hijos. Y, la verdad sea dicha, Reisi también le tenía mucho cariño a los dos pequeños demonios que estaban hechos sus sobrinos.

Esa risa fue lo último que escuchó antes de que todo pareciese precipitarse hacia él. El sonido de un claxon sonando ansioso y el de un volantazo le dejaron sordo por momentos. En mitad del cruce al que no sabía cuándo había llegado se detuvo en seco. No averiguó nunca que decía su hermano tras las carcajadas. Su mente había quedado en blanco al ver a un coche precipitarse hacia él. Un coche sin posibilidades de frenar.

El impacto le dejó sin respiración y posiblemente le lanzó por los aires. Sus gafas, su maletín y su móvil, todo eso voló -al igual que él- pero en diferentes direcciones. Cuando se estrelló contra el asfalto ni siquiera sintió dolor. Ni aun con la sangre tiñendo de rojo la visión de uno de sus ojos pudo averiguar que pasaba, su cabeza seguía en blanco, girando como si acabase de bajarse de una montaña rusa. Para su desgracia, el golpe le había hecho más daño del que era consciente, pero sólo lo supo cuando su vista comenzó a emborronarse, a desdibujarse los bordes de las cosas y a mezclarse los colores en un caótico revoltijo.

Y su mundo se volvió negro.

Cuando te vuelva a ver [ReiSaru AU] (K Project fanfic yaoi)Where stories live. Discover now