Un futuro miserable.

2.1K 200 13
                                    

Narrador Omnisciente.

-Observa el cielo. ¿Ves todas esas estrellas? -Preguntó el chico de pelirrojo.

-Si. -Contestó ella sin más.

-Pues algunas dejaron de brillar hace mucho tiempo. -Musitó él.

-Entonces... ¿están muertas? -Interrogó ella, con una pizca de inocencia.

-Si, podría decirse que si. Pero en su momento brillaron tanto, fueron tan fuertes, que su energía sigue en el espacio y aún continuamos viéndolas. Lo mismo pasa con las personas. -Suspiró hondo, con nostalgia. -Hay algunas que son tan grandes, tan fuertes, que aunque mueran siempre seguirán en nuestros corazones. -Comentó, mientras ambos contemplaban el cielo estrellado.

-¿Sabes? Hiko de pequeño creía que las estrellas eran sólo un cuento de hadas. Sabes que mi país llora, porque es así, un país tan pequeño que sufre las consecuencias de países tan grandes. Allí nunca vimos una estrella, el cielo siempre nublado. -Dijo la joven, mientras la suave brisa del otoño iba enfriando sus mejillas, recientemente coloradas por el frío.

-Hiko era feliz. No como nosotros, infelices. -Sonrió, pero era una sonrisa melancólica. Sus padres deberían de estar muy decepcionados del camino que él tomó.

-Lo sé. -Susurró ella. -Hace más de un año que decidió partir. ¿Será feliz arriba?

-No lo sé. -Fueron las únicas palabras que logró articular.

-Es tristeza y pena. -Musitó, marchándose.

Las pérdidas van moldeando a las personas, pero no cualquier pérdida, sino una que te marque por debajo de la piel. Esa marca que te hará pedazos cada parte de tu ser, y a la vez, llegará ese alguien que se corte con sus partes rotas y todo sea por verla sonreír.

En algún momento, en algún lugar.

Ella estaba tirada en el suelo, a orillas de una pequeña cascada.

Los demás se encontraban meditando u otros planeando.
Del otro lado de la cascada habían varios arbustos que se movían sin disimulación alguna, y se lograba escuchar unos murmullos.
Entre ellos se divisaba la voz de una chica y las otras dos voces pertenecientes de chicos.

_____ observaba intrigada hacia la dirección de cuyas voces y se sentó sobre una roca. Sus ojos verdes miraban fijamente hacia los arbustos, esperando que alguien saliera de ahí. No salió nadie.

Se levantó y empezó a acercarse, de repente las voces cesaron y un chico de cabello rubio corto, grandes ojos azulados y tres marcas en cada mejilla se hizo notar. Ella lo observó por un corto plazo de tiempo y se acercó aún más a él.
El chico la miraba a ella, con el entrecejo fruncido y brazos cruzados.

-¡Eh! Aléjate dattebayo. -Dijo mientras sus mejillas se tornaban de un leve rojizo. Ella sólo ignoró sus palabras.

-Hola, un gusto. -Sonrió alegremente. -Me llamo _____ Abad, te darás cuenta por mi cabello que soy de ese clan. -El joven rubio asintió un poco confundido. -¿Y tú cómo te llamas?

-Naruto, Uzumaki Naruto. -Sonrió ampliamente. -¡Yo seré el Hokage más reconocido y respetado que haya habido dattebayo! -Ella sólo se limitó a devolverle la sonrisa.

-Encantada, señor Hokage. -Extendió su brazo en forma de saludo y él la aceptó sin titubear.

-¿Cuál es tu sueño dattebayo? -Preguntó encaminándose a la roca que anteriormente la joven estaba sentada.

-Ser feliz, encontrar mi verdadero camino. -Respondió sin más, copiando el gesto de Naruto. -¿Qué haces por aquí?

-Solo vine para proteger al señor feudal de estas tierras, pero ya terminé con misión dattebayo. -Dijo con una enorme sonrisa, imposible no contagiarse de alguien con tan buena vibra como él.

-Eso es bueno. -Dijo ella. -¿De dónde eres? No veo una banda o algo que identifique tu lugar. -Lo miró directo a los ojos, esperando una respuesta.

-¡Oh, tienes razón! Me la saqué en el momento en que estaba en las aguas termales. Soy un Shinobi de Konoha. -Respondió orgulloso de aquello. Sin embargo, ella palideció y no lograba asimilar lo que él dijo. Las escenas de años atrás se hacían presentes, donde shinobis de esa misma Aldea destruían sin compasión alguna su hogar. -¿Pasa algo? -Le preguntó mientras apoyaba sus brazos sobre los hombros de la peliverde. Ella sólo negó.

-Solo me acordé de algo malo. Pero no es nada importante. -Y era cierto, ya era algo del pasado. La generación de él no tenía la culpa de lo que había pasado en ese entonces. Ella le dio una sonrisa sincera, pura. Él le devolvió el gesto.

-Me agradas dattebayo. -Dijo mientras se paraba y encaminaba hacia los arbustos de nuevo.

-¿Por qué te diriges ahí? -Era algo demasiado raro, salía de los arbustos como si nada y luego volvía hacia ahí.

-En realidad queríamos hacerle una pequeña jugarreta a un amigo mío, pero al parecer no vendrá. -Suspiró. -Bueno, _____, espero volver a encontrarnos dattebayo. Me caíste demasiado bien.

-Tú también a mí, Naruto. -Y era cierto, pareciera una de las personas más sinceras que haya conocido en su vida, aparte de Hiko, claro. -Ten por seguro que nos volveremos a encontrar. -Hizo un ademán de manos, despidiéndose de él y volviendo al escondite de su organización.

Si, se volverían a encontrar, pero en un futuro miserable.

Somebody. || Akatsuki Y Tú || ©Where stories live. Discover now