11.

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Llevo preguntándome si he hecho bien en no ir con ellos al menos una hora. No se me van de la cabeza los ojos de Carl y eso me preocupa más que ninguna otra cosa en este momento. He ido por la misma ruta de ellos, solo que les perdí de vista cuando se subieron en los coches. Alexandria me parecía un buen lugar para ellos, pero no para mí. Me doy cuenta de que ya es casi de noche y me meto en el bosque buscando un lugar en el que descansar. De pronto veo como a lo lejos alguien lanza una belgala al cielo. Mierda, mierda y mierda. Son ellos y necesitan ayuda. Me levanto y empiezo a correr lo más rápido que puedo, noto como la adrenalina puede conmigo. Mientras voy avanzando imágenes de mi padre me aparecen en la cabeza, en todas me dice que no me arriesgue, que sobreviva. Pero no le hago caso, sigo corriendo intentando alcanzar la luz de la bengala. Estoy mareada a causa del cansancio pero nada me impide parar. Veo como hay al menos doce caminantes rodeando uno de los coches en los que iban y me entra el miedo. Tres de ellos se giran y vienen a por mí. Saco mis cuchillos dispuesta a pelar contra ellos pero alguien lo hace por mí. Me giro y veo a Michonne con la katana en la mano y con una sonrisa en la cara.


-Has venido a ayudarnos, eres increíble Aria.

Nada más terminar eso empezamos a luchar juntas contra el resto y por primera vez desde que murieron mis padres siento que estoy en familia. Los caminantes caen uno a uno y cuando veo que ya no queda ninguno me tiro al suelo agotada. Y noto como sale una ultima cosa de mi boca:

-¿Dónde está Carl?

Después de eso todo se vuelve negro.


Sin rumbo -1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora