Capitulo 2; Trabajas para mi

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-¿Me mando llamar señor? –Kevin entro al despacho y cerro la puerta tras el

-Si, siéntate Kevin –Giovanni le miro fijamente -¿Cómo te encuentras?

-Bien, no fue nada –El suspiro

-A pesar de lo que paso, hiciste muy bien tu trabajo –Giovanni frunció el ceño –Y por eso quiero que sigas protegiendo a mi hija

-Su hija es capaz de protegerse solita –Kevin cerro la boca al ver como lo miraba –Quiero decir

-Se lo que quieres decir –Giovanni sonrió –Tiene temperamento, como su madre

-¿A que se refiere con proteger a su hija? –Una vaga sospecha paso por su cabeza, pero deseaba profundamente que estuviera equivocado

-Dana esta gratamente sorprendida con tu trabajo, dice que la protegiste con vehemencia –Giovanni le inspecciono con la mirada –Y si mi hija confía en ti, yo tambien lo hago –sonrió –Vas a encargarte de que no le ocurra nada, la acompañaras a donde quiera ir y la vigilaras

-¿Vigilar? –Genial, ahora era niñera permanente

-Mi hija tiene por costumbre desobedecer mis ordenes, tu te encargaras de evitar eso –le miro a los ojos -¿Entendido?

-Si, señor –Kevin asintió y se levanto de su asiento,  después salio del despacho y molesto con la situación se apresuro al jardin a tomar el aire.  Le parecía increíble que el, terminara haciendo de niñera, el, que se había infiltrado en la organización para desmantelarla

-Parece que te has recuperado –La voz de Dana le trajo de sus pensamientos, se giro y la miro.  Allí estaba ella,  sentada en el filo de la terraza y acariciando al perro de la casa -¿Qué tal tu labio?

-Perfectamente –El frunció el ceño, miro al perro -¿Es tuyo?

-Papa me lo regalo cuando cumplí quince –Sonrió –Nunca le gustaron los perros, pero como siempre me salí con la mía

-Como ahora –El apretó la mandíbula -¿Le has pedido a tu padre que sea tu guardaespaldas?

-Papa se empeña en que este protegida, me molesta ser seguida constantemente por un hombre enchaquetado y regio –Sonrió mirándole –Tu pareces distinto, si te quitamos el traje, claro

-¿Cómo? –Kevin frunció el ceño –El traje es mi uniforme

-Ahora trabajas para mi –se acerco a el sonriente –Y vestirás como yo te diga

Y entro a la casa dejándole allí plantado, mirando al perro como si fuera un idiota.  Y eso es lo que era, había pasado de agente especial del FBI, a guardaespaldas de un mafioso y terminado como idiota  

Amor ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora