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Capítulo 5

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Un escalofrío me recorre toda la columna. Yo que pensaba que había estado con alguna chica, pero en realidad me había pillado de una manera horrible. Si quiere hablar sobre lo que vio, seré la sospechosa número uno.

Soy demasiado joven para ir a la cárcel.

—No sé de qué hablas.

Eso, Sienna, miéntele al chico que te pilló con las manos en la masa.

—Te vi ayer salir de la casa. —La apunta a mi espalda acusatoriamente, como si no fuera obvio de que casa estamos hablando.

¿Le digo? No conozco para nada a este tipo. Si no tengo la motivación suficiente o la idea definida de contarles a mis amigos y familia, ¿cómo espera que le suelte todo a él? Puedo mentirle, puedo decirle que fui con un chico a besarnos en la oscuridad y no encontramos nada mejor que ir a la casa de al lado.

Trago con fuerza y abro la boca, pero me interrumpe.

—Si vas a mentirme, no te molestes. —Acerca su torso haca donde yo estoy de forma intimidatoria, provocando que tenga que apoyarme contra el auto que tengo detrás, con el rostro ensombrecido y una media sonrisa que me acelera el pulso—. Sé cuando alguien miente.

Me transpiran las manos de una manera horrible y un calor inaguantable llega a mi cuerpo de forma repentina. Es la misma sensación que tenía cuando niña por romper algo y que mi mamá me interrogara por ello hasta el cansancio, pero multiplicada por veinte.

—Perseguí a un chico, ¿vale?

—¿Él entró en la casa? —levanta una ceja y se aparta un poco de mí, dejándome respirar con normalidad.

—Sí. —Inspiro profundamente para recuperar la compostura—. Lo seguí hasta dentro para preguntarle algo.

—¿Qué cosa?

—Tenía los ojos violetas. —Miro al suelo con un acceso de timidez.

Siento los ojos de Adrien escrutarme mientras yo no aparto mi mirada del piso. ¿Creerá que yo tuve algo que ver con la muerte de ella? Quizás por eso actúa tan agresivo hacia mí.

Alzo la vista y lo veo mirar hacia donde están mis amigos esperándome. Luego, gira su cuello hacia una camioneta que acaba de llegar y frunce los labios. No es una expresión de preocupación, sino de molestia.

—Tengo que irme. —Se acerca hasta mi oído y su aliento me hace cosquillas—. Procura no mirar a nadie más a los ojos hoy. —Y se va, no sin antes alzarme la barbilla para forzar esa conexión en el fondo de mi cerebro.

¿Y quién se cree este? No, espera, ¿¡cómo diablos sabe sobre eso!? Definitivamente debe saber sobre mi habilidad para meterme en los sueños de las personas si dijo explícitamente que no mirar a los ojos a nadie más por hoy. Eso puede implicar un peligro o que tiene respuestas para mis preguntas.

Me quedo petrificada en mi lugar, mientras él se aleja hacia donde la camioneta está. Es negra y enorme, con los vidrios tintados. Intento darle una mirada al conductor, pero no logro verlo.

¿Quién es Adrien y qué quiere de mí?

—Sienna, ¿pasó algo? —April apoya su mano en mi hombro y yo doy un respingo.

—No, solo quería comentarme algo de ayer, no es nada —miento, retorciendo mis dedos tras mi espalda.

Me cuestiono si seguir las órdenes de él y no mirar a mis amigos a los ojos. Si bien tengo la curiosidad de qué ocurrirá si lo hago, no quiero más sorpresas ni problemas por un fin de semana. Necesito un tiempo de descanso.

Parasomnia #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora