Capítulo 22: Destino.

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Leonardo. 

Estoy ansioso.

No pude dormir gran cosa anoche, aún con la tranquilidad que me rodeaba. La idea de que en cualquier momento llevarán a Fabián a quirófano, me pone los pelos de punta. Tengo la esperanza de que nada malo pase, que Vanessa cumpla con lo que nos dijo ayer. Aún tengo ese jodido presentimiento en la boca de mi estómago, que algo va a ocurrir y no importa lo que intente, no podré hacer nada para evitarlo. Aprieto mis manos en un doloroso puño, tengo que estar calmado por ahora. Fabián me necesita fuerte.

Me levanto de la cama, la luz del sol y la brisa de la mañana entran por las ventanas abiertas. Veo a Fabián a mi derecha, tiene los ojos abiertos, la mirada perdida en el infinito sobre mí. Debe estar más asustado y ansioso que yo. Me siento a su lado, deslizo mi mano por sus cabellos, paso las yemas de mis dedos por sus labios. Me sonríe, aunque no con la misma intensidad que antes. No necesito ser un adivino para notar que no ha dejado de pensar en su próxima operación. Tenemos que estar en el hospital esta tarde a más tardar.

Mi pecho se infla con orgullo al ver las marcas de mis colmillos marcadas en su cuello. Son dos pequeños orificios rojos. Con deleite paso mi mano por la piel ultra sensible. Fabián cierra los ojos sorprendido, se sacude de manera violenta. Los primeros días serán un tanto complicados para él. La piel que circunda la marca, estará muy sensible. Cualquier rozón pequeño, y un torrente de electricidad y placer cruzará por sus espalda entera. El sexo será una experiencia mucho más placentera que antes.

Sonrío. Ahora si puedo presumir con orgullo que Fabián es mío para siempre. Cuando salgamos de todo esto, espero que más pronto que tarde, regresaremos los dos a Italia. Todos en la manada sabrán que él ahora es el nuevo alfa, mi otra mitad. Fabián estará a mi lado dirigiéndolos y tomando las mejores decisiones para con todos. Presiento, en el fondo, que habrá personas que no les parezca correcto mi relación con él, pero no me importa un carajo lo que piensen. Si hay alguien que quiera salir de la manada, la puerta es muy ancha, pueden irse cuando ellos consideren correcto.

Despejo mis pensamientos al ver a Fabián cubrirse al rostro con la sábana. Sus mejillas se tiñen de rojo al veme completamente desnudo frente a él. Resulta increíble cómo, aun cuando hemos hecho el amor como dos adolescentes hormonales en cualquier parte y a cualquier hora, sigua avergonzándose por verme así. Si yo pudiera, me encantaría verlo desnudo todos los días por el resto de mi vida. Algo que en parte planeo cumplir de ahora en adelante.

—Buenos días cariño. ¿Cómo amaneciste?

Tomo la sábana y la arrojo a sus pies. Fabián se cubre su cuerpo con timidez, sus manos tapando su polla flácida. Una sonrisa aparece en mi rostro al verlo, la línea de su cintura, sus nalgas redondas. Aun al despertar, es por mucho el hombre más apuesto que he conocido en la vida. Doy gracias al cielo por haber puesto a alguien como él en mi camino. Muchos podrían pensar que Fabián es el que tiene suerte de haberme conocido, pero la verdad no puede ser más distinta. Yo soy el afortunado por haberlo encontrado. Yo tengo la dicha de poder presumir que mi otra mitad es alguien tan puro como él.

—Bien —responde entre pucheros—, deja de verme así Leonardo.

—¿Así como?

—Como si fueras a comerme.

Si tuviera tiempo de hacerlo, no lo dudaría ni un segundo.

—Venga, pero si te he visto desnudo muchas veces.

—Sí, pero...

—Y tú me has visto a mí desnudo muchas más —respondo.

—No es lo mismo —contesta—. Tú eres por mucho un hombre apuesto, tienes el cuerpo de un dios griego. Yo en cambio estoy muy feo, flaco y un poco pasado de peso.

Prohibido amarme.Where stories live. Discover now