Prólogo

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Era de noche, y el viento no se sentía tan frío. Después de todo era apenas inicios de junio, el verano estaba próximo a empezar. En la calle vacía caminaban Ichimatsu y su hermano mayor Karamatsu. Volvían de una noche de apostar en el pachinko, donde nuevamente el segundo hermano Matsuno había salido victorioso y con una interesante suma de dinero. Si bien ambos hermanos no se llevaban bien -o, mejor dicho, Ichimatsu odiaba a muerte a Karamatsu-, el cuarto hermano había accedido con la promesa de que, si Karamatsu ganaba, le iba a comprar mucha comida para todos sus gatos.

-Very good, brother. Hoy fue una noche victoriosa. Debería traerte conmigo más seguido, al parecer eres mi lucky charm -dijo Karamatsu, vistiendo su usual chaqueta de cuero y sus pantalones brillantes, a diferencia de Ichimatsu que iba de pants y sandalias como a diario. Éste último hizo una mueca de molestia, pues le enojaban las acarameladas palabras de su hermano mayor.

Fue cuando vieron en la calle un pequeño grupo de chicas, quienes los veían y se hablaban en secreto entre ellas, siempre murmurando y dando risitas coquetas, sin apartar los ojos del par. Por supuesto que Ichimatsu, al notarlas, sintió una enorme vergüenza invadir su cuerpo, tomando a su hermano del brazo para acelerar el paso. Karamatsu, en su aire de intento de casanova y rompecorazones, al notar a las chicas y la urgencia del cuarto hermano por irse, detuvo al chico de sudadera morada.

- ¿Qué haces, Kusomatsu? Ya quiero llegar a casa...

-Non non, my Little brother, esas chicas no nos quitan los ojos de encima.

-...y por eso ya me quiero ir. Andando... -muy tarde. Karamatsu lo llevó a donde las chicas, quienes al verlos llegar empezaron a hablar más entre ellas, con risitas y todo, incluso sus mejillas sonrojadas. Ichimatsu empezaba a sudar, tanto como para poner de inmediato su piel brillosa como si estuviera hecho de algún tipo de plástico. Cada paso que daba por ser empujado por Karamatsu se sentía como estar a un latido del paro cardiaco. De los nervios sudaba de forma exagerada, y no podía apelar al calor pues, aunque no hacía frío la noche seguía siendo bastante fresca como para tener puesta la sudadera sin problemas- Kusomatsu, por favor, déjame ir...

Muy tarde. Cuando se dio cuenta, estaban en frente de ellas, con Karamatsu abrazándolo por encima de sus hombros, sudando como cerdo y ante las miradas de las chicas, ya sorprendidas de que en verdad se les hubieran acercado.

-Good night, girls, notamos que no nos dejaban de mirar, así que venimos a invitarlas a una cita -dijo Karamatsu tras haberse puesto sus lentes oscuros, aun cuando le impedían ver correctamente debido a que era de noche.

-Em... -las chicas no sabían qué decir, y eran ahora ellas las avergonzadas- Es que... creímos que ustedes dos... -dijo una mientras con las manos, de forma nerviosa, hacía un ademán extraño. Había levantado la mano haciendo un circulo con el índice y pulgar, e insertando el otro índice en dicho círculo.

De tanto nerviosismo, ellas salieron corriendo tras pedirles disculpas y se alejaron. Karamatsu con dificultad vio que una de ellas movía las manos, pero por las gafas oscuras no pudo ver qué. En cambio, Ichimatsu se dio cuenta, y una vez solo con su hermano, se volteó y tirándole los lentes y pisarlos, le gritó.

- ¿Qué mierda te pasa Kusomatsu? ¡Cómo te encanta quedar en vergüenza frente a la gente!

-Brother, no entiendo...

- ¡Ellas eran fujoshis! ¡Pensaban que éramos gays! - le gritó Ichi, a la par que de la nada empezaban a llegar poco a poco muchos gatos a la escena- ¿Qué mierda tienes en la cabeza?

-Perdóname, yo no sabía que ellas... -Karamatsu empezaba a sentir miedo, no tanto por la sorpresiva aparición de los felinos, sino por Ichimatsu. Ichimatsu enojado causaba más terror que todos los espectros japoneses juntos. Más terrorífico que jugar Hitori Kakurenbo. Más terrorífico que todo.

- ¡Pero tenías que ir hacia allá! ¡Obligarme a hacer el ridículo contigo! ¡Te maldigo, Kusomatsu! -mientras más gritaba Ichi, los gatos empezaban a gritar, como si estuvieran conjurando un extraño cántico demoniaco- ¡Desearía que te quedaras estancado con alguien igual de ridículo y doloroso que tú, para que sufras tanto como nos haces sufrir a los demás!

En cuanto dijo eso, los gatos se quedaron callados. Ante la sorpresa del segundo hermano, cuando volteó hacia donde estaban los gatos, ya no había nada. Ichimatsu se veía ahora exhausto. Posiblemente fuera por la vergüenza interminable que sufrió, acompañada de su griterío, pero no era nada normal verlo así de exhausto. Se veía pálido, enfermo y débil. Por lo mismo, era de esperar que se desmayara en el momento tras inhalar pesadamente unas tres veces en frente de su hermano. Karamatsu, preocupado por su hermano y por el extraño evento ocurrido hacía un momento, fue a recoger a Ichimatsu y lo llevó cargando a casa.

Era de esperarse que los demás, al verlo llegar con Ichi en brazos, inconsciente, se preocuparan por él y fueran a atenderlo de inmediato, y claro, nuevamente ignorando al segundo hermano como si Ichimatsu hubiera llegado por obra y mano del Señor. Empezaron Osomatsu y Choromatsu -éste último de forma más severa que el primogénito- a regañar a Karamatsu por lo sucedido. Los otros dos sólo se dedicaron a atender a su hermano mayor y a cuidar que siguiera respirando.

Karamatsu, aunque preocupado por el estado de Ichi, tras ser reprendido e ignorado, pasó por el momento de ayudarles y salió al techo de la casa con su guitarra. Se puso a ver las estrellas mientras trataba de sacar unos cuantos acordes de memoria, preocupado por la salud de su hermano, pero más que nada por el extraño suceso de los gatos. ¿De dónde salieron? ¿Por qué nadie, ni siquiera Ichimatsu al parecer, podía escuchar sus gritos? ¿Y por qué desaparecieron cuando el cuarto hermano terminó su maldición? Tras ver las estrellas por un momento, su mano fue sin previo aviso al bolsillo interior de la chaqueta para tomar el espejo que siempre traía con él. No se dio cuenta el momento en el que lo había tomado. Pero tuvo de repente una urgencia, una extraña necesidad de ver su reflejo.

Al verse a sí mismo en el espejo, se notó diferente. La expresión, aunque fuera la misma, era totalmente diferente a la que solía encontrarse en cualquier día normal. Le pareció extraño, tanto que no pudo evitar tocar con las puntas de sus dedos el rostro de aquel desconocido. Lo que no sabía, es que aquel extraño del otro lado del espejo estaba igual de desconcertado.

- ¿Qué significa esto? -habló aquel Karamatsu desconocido del espejo, volteando a ver al brujo que estaba detrás de la mesa, rodeado de gatos.

-Es el destino del que le hablé, joven Matsuno -dijo el anciano, mientras los gatos cantaban suavemente, terminando de recitar su conjuro.

[BL] Reflejo Desconocido [COMPLETA]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن