Capítulo 18

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Dulce llevaba viviendo en Escocia dos meses cuando descubrió que estaba embarazada.

Al principio, había pensado que sus faltas se debían a los cambios tan bruscos que había habido en su vida; sin embargo, tras una visita al médico, descubrió la verdad.

Dulce: ¡No puede ser! —le había gritado al médico.— No quiero tener este hijo. Ya no amo a su padre.

Médico: La situación puede que cambie cuando le diga que está embarazada —le había respondido comprensivamente.— A veces, esas cosas ocurren.

Le había llevado varios días aceptar su embarazo, aceptar que llevaba en su vientre al hijo de Christopher. Y le llevó unos días más darse cuenta de que tenía que decírselo. Era lo justo.

Sin embargo, estaba sumamente nerviosa cuando, por fin, hizo la llamada telefónica.

Sintió un gran alivio cuando nadie contestó el teléfono, ni ese día ni los días siguientes, cosa que no le sorprendió.

Al parecer, el ritmo de vida de Chris no había cambiado nada.

Por supuesto, podía haberle llamado al móvil o a la oficina, pero no quería hablar de esos asuntos cuando cabía la posibilidad de que Chris estuviera en una reunión.

Necesitaban hablar tranquilamente y tomar decisiones respecto al futuro. Entonces fue cuando ocurrió lo impensable.

Dulce se despertó una mañana, tras un sueño muy inquieto, con un fuerte dolor en el vientre. El dolor era tan fuerte que tuvo que pedir una ambulancia por teléfono. Le ocurría algo malo. No sabía qué, pero sabía que la vida del bebé estaba en peligro.

Y en ese momento, aunque al principio había creído que no quería tener al hijo de Chris, se dio cuenta de que era lo que más quería en el mundo.

La ambulancia la llevó al hospital y allí, rápidamente, la llevaron a una sala de operaciones.

Cuando salió de la anestesia, le dieron la terrible noticia de que había perdido al bebé.

Dulce se sintió sumida en el abismo.

El médico, sin embargo, le dijo que era una mujer muy afortunada porque podría haber perdido también su propia vida.

Dulce: No me considero afortunada —le dijo al médico con una débil y triste sonrisa.

Médico: Ha habido algunas complicaciones —le dijo, informándole de lo que había pasado y de lo que podía esperar en el futuro.— Creo que es sumamente improbable que pueda tener hijos. Siento decírselo, pero es...

Dul estaba demasiado cansada para seguir escuchando al médico y dejó de prestarle atención.

Médico: ¿Quiere que avise a alguien de lo ocurrido?

Dul sacudió la cabeza.

Médico: ¿No quiere que llame a su marido? —insistió el facultativo.

Dulce: Está en Londres —respondió en voz baja y temblorosa.— No se preocupe, estoy bien.

Y durante los días siguientes, mientras se recuperaba, se dio cuenta de que ya no tenía sentido contarle a Christopher lo ocurrido.

Aquellos días habían sido los más tristes de su vida.

Bajo Su HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora