Capítulo 27

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Dulce echó la cabeza hacia atrás y comenzó a caminar en dirección a la casa.

Pero tuvo que detenerse y esperar a que Chris le diera alcance, ya que no sabía exactamente a dónde ir, Christopher la condujo a uno de los dormitorios; allí, le dio un par de toallas y un albornoz y luego la dejó sola.

Dulce pensó que Christopher había sido muy amable... hasta oírle cantando en la ducha de la habitación contigua a la suya.

Él estaba demasiado cerca y la despierta imaginación de ella podía verlo desnudo, todo y cada uno de los centímetros de su magnífico cuerpo.

¿Estaba Chris pensando en ella también? ¿Era ése el motivo de haber elegido dos habitaciones contiguas? ¿Estaba cantando porque le hacía feliz saber que ella estaba en su poder y que no podía hacer nada por evitarlo?

Dulce salió de la ducha y se secó antes de ponerse el albornoz que Ucker le había proporcionado.

Era un albornoz de mujer.

No le sorprendió, pero no le gustó la idea de que otra mujer lo hubiera llevado puesto antes que ella.

¡Una mujer que había compartido la cama con Christopher! ¡Su Christopher! Por supuesto, era inconcebible que él no se hubiera acostado con nadie desde su divorcio.

Movida por la curiosidad, Dulce abrió la puerta de un armario y examinó su interior.

Sintió un gran alivio al ver sólo ropa de hombre.

Christopher: ¿Estás buscando algo que ponerte?

Dul se sobresaltó al oír la voz de Ucker.

Dulce: ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Chris ni siquiera llevaba un albornoz, sólo una toalla atada a la cintura.

Sintió un súbito hormigueo en el estómago, que bajó a su entrepierna. Ucker era más musculoso de lo que había imaginado, y su piel estaba maravillosamente bronceada.

Tuvo que contener un repentino deseo de tocarlo.

No, no podía hacer eso si no quería acabar acostándose con él.

Christopher: He venido para ver si necesitabas algo.

Dulce: Como ves, estoy bien —contestó secamente.

Christopher: ¿Estás cómoda con el albornoz?

Ella asintió.

Christopher: En ese caso, ¿qué estabas buscando?

Dul parpadeó.

Dulce: Me estaba preguntando de quién sería esta habitación.

Christopher: En otras palabras, estabas curioseando —comentó, sin malicia en la voz, pero una sonrisa curvó sus labios. — Dame tu ropa, se la bajaré a Helen.

Dul se alegró de tener una excusa para alejarse de él, para ocultar sus enrojecidas mejillas.

Y mientras recogía su ropa mojada y sucia, se preguntó por qué había entrado Chris en la habitación cubierto tan sólo con una toalla.

Si tenía intención de bajar a ver a su ama de llaves, ¿iba a ir así, con sólo una toalla?

A pesar de todo, no podía ignorar el modo en que su cuerpo había cobrado vida al ver toda esa piel desnuda.

Dulce envolvió su ropa en una toalla y la dejó en los brazos de Christopher con toda la rapidez de que fue capaz.

Él se adentró en la habitación, dándole la impresión de que no tenía prisa por marcharse. Por suerte, tenía las manos ocupadas.

Cuando Chris se dio media vuelta, Dul lanzó un suspiro de alivio.

Sin embargo, no le duró mucho.

Christopher: Y no te marches. Volveré dentro de un minuto.

Bajo Su HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora