3. Continuando

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3. Continuando

Dean se levantó en su cama, confundido. ¿Cómo había llegado ahí? Recordaba unos flashes de la noche anterior. Alguien le dijo algo que le enfureció, recordó también haber peleado con un hombre calvo y más grandote que él e incluso se acordaba de alguien que le sacó de allí. Pero todo estaba borroso en su memoria.

Se pasó una mano por la cara, sorprendiéndose de su capacidad para tener una resaca considerando que tomaba al menos tres vasos de licor por día. Bajó las piernas de su cama en un movimiento rápido, se arrepintió al instante. Le dolía todo el cuerpo. "Probablemente de la pelea" se excusó.

Se levantó y se lavó la cara en su baño. Al salir casi se lleva un infarto al ver ahí a una de sus personas menos preferidas en el Universo. Belzebú estaba sentado en su cama, con las piernas extendidas. Jugaba con unas llaves plateadas, las daba vueltas sobre su dedo con el objetivo de hacer un ruido molesto para el cazador. Quien se quejó al instante del ruido metálico.

—¿Puedes parar? —pidió sin amabilidad. La cabeza le explotaba de la resaca, no necesitaba más dolor en su sistema. Belzebú paró de jugar y alzó una ceja.

—¿Sabes? Podrías ser un poco considerado —habló el morocho incorporándose—. Porque estas dos últimas semanas, en vez de estar enrollándome con cualquiera que se presente delante mío, te he estado cuidando.

—Pues no necesito niñera —respondió el rubio buscando ropa limpia para luego ingresar al baño y quitarse el sudor pegado a su cuerpo. También para intentar aliviar su dolor de cabeza, que aumentaba con cada palabra que mencionaba el Seguidor.

—Uno creería que no, Dean. Pero tú sí necesitas una niñera —se molestó el morocho—. No haces más que ir de bar en bar y ahogar tus penas en el alcohol, peleando con cualquiera que se interponga entre el licor y tú.

—¿Y qué? —gruñó el cazador dándose la vuelta. Tenía suficiente con el odio que irradiaban sus ojos cada mañana frente al espejo como para agregar el desprecio que tenían las palabras del Seguidor—. Si no te gusta como soy, vete.

—Sabes que no puedo hacer eso —respondió Belzebú más tranquilo. Dean no preguntó el por qué de esa afirmación. Belzebú no iba a decirle la respuesta, así que ni se molestó. Hubo un silencio entre ambos. Dean no estaba de humor para discutir eso con Belzebú cuando sabía que lo tendría que discutir con su hermano. Tomó una camisa color vino, unos calzones y unos jeans para desaparecer en el baño.

Sin importarle que hubiera dejado colgado al Seguidor, se desnudó y entró a la ducha. Estuvo alrededor de media hora ahí abajo. El agua fría cayéndole por el pelo hasta los hombros para luego descender por su espalda y piernas. Dean colocó dos brazos contra el azulejo y apoyó su cabeza de forma que mirara sus desnudos pies.

Sin vergüenza, sollozó pensando en cierta rubia.

(...)

Sam repitió la rutina de todos los días. Durmió tres horas, lo suficiente para estar descansado y atento a los desafíos del nuevo día. Fue a la cocina, se sirvió cereal tratando en no pensar en la ausencia de toda su familia en la sala. Hacía mucho tiempo que no estaba a solas con Dean. Casi ni había cruzado palabras desde la muerte de Lily. Castiel no pisó el búnker después de Lily, y no lo culpaba. Él, más que nadie, tuvo una relación íntima con la muchacha. Debía ser terriblemente doloroso para el ángel.

Él también sufría su muerte. La primera semana le costó demasiado moverse de su habitación, salir de su burbuja. Lo único en que pensaba era en la rubia y en lo mucho que sufrió antes de la paz de la muerte. Pero como hizo con la muerte de Jessica, aprendió a vivir con la culpa y las palabras que nunca llegó a mencionar. Eso mismo pesaba sobre sus hombros cada día. Pero aprendió a vivir con ello. Era costumbre que todas las personas que amaba, incluso su propia familia, muriera por su culpa.

Darkened Soul [Supernatural]Where stories live. Discover now