Capítulo 21

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—Mira que hermoso— Olivia estaba examinando la piedra que Paige llevaba en la mano, su anillo de casada era sencillo pero muy impresionante.

—Lo sé— contesto con una sonrisa, estaba que sudaba azúcar de la felicidad que sentía.

—Pero mira que alegre te encuentras; parece que alguien disfrutó de su noche de bodas.

— ¡Olivia!— la reprendió Paige.

Pero era cierto, ayer durante el almuerzo ella se asustó al ponerle nombre a lo que siente por Alexander.

Pero ese pensamiento la hizo feliz, tiene un año para enamorarlo. Si no... Ya vera donde la lleva la vida pero no se rendirá sin luchar.

Alexander en cambio se muestra tierno y cariñoso con ella; ayer fue increíble la forma desinteresada en la que ayudo a su hermano. Y por la noche la ayudó a arropar a la su hija y le hizo el amor de forma delicada, como si la adorará solo con su cuerpo, ella se siente en una nube de felicidad.

—Bueno iré a contactar con el centro de materiales para corroborar estas medidas, si necesitas algo me notificas.

—Está bien. Gracias Olivia.

—De nada.

Paige se dirigió a su escritorio pero un golpe en la puerta la detuvo.

—Adelante.

—Hola señora Ambrosetti— Ella todavía no se acostumbraba a su nuevo apellidó, pero se impresiono más al ver a Miranda en la puerta.

—Hola ¿Que sucede?— era raro tener a Miranda buscándola.

—Quería hablar contigo. El señor Ambrosetti me dijo que fuiste tú la que intercediste para evitar que me despidieran; te quería dar las gracias por eso— se notaba que no quería decir lo que dijo, y ella supo que fue Alexander quien la mando.

—Mira Miranda, yo sé que nunca nos hemos llevado bien...pero no solo por eso te deseo el mal. Pero no vuelvas a besa a mi esposo, si no; no podré volver a interceder por ti ¿entendido?

—No se preocupe— dijo cruzándose de brazos— mientras él no quiera nada de mí. Yo no haré nada, con su permiso— giro sobre sus talones y salió de mi oficina.

¡Qué arpía!— pensó Paige.

Ignoro las palabras de Miranda y se concentró en su trabajo, estaba feliz por tener ya terminados los Stan del concurso; se decidió a llamar a su familia, pero fue igual que siempre...nunca contestan su llamada.

Ella no sabía porque eran así, pero no importaba; Sabia no podía hacer nada para cambiar la situación por mucho que lo deseara.

Otro golpe en la puerta la trajo de vuelta a la realidad y Alexander entro a la oficina.

—Hola querida esposa.

—Hola querido esposo— le siguió la broma.

—Te venía a recoger para ir a almorzar en la cafetería o si quieres ir a algún otro lado por mí no hay problema.

—No, la cafetería suena bien, ya sabes... debo presumir estar casada con el jefe— bromeo aprovechando el buen ambiente.

—A riesgo de parecer arrogante; pensé que te habías casado conmigo por mi estupendo sentido del humor— dijo con una sonrisa sardónica.

—Ya...seguro que tu agudo ingenio y arrolladora personalidad fueron otros de los motivos.

El soltó una divertida carcajada.

Casada con mi jefe. Saga: NYC N° 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora