Capítulo 25

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¡Por Dios! ¿Que acababa de suceder?, Alexander no lo comprendía, el jamás esperó decirle sus sentimientos antes de enamorarla

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¡Por Dios! ¿Que acababa de suceder?, Alexander no lo comprendía, el jamás esperó decirle sus sentimientos antes de enamorarla.

Fue su mente traicionera durante la satisfacción que lo hizo decir eso.

El sentía el cuerpo de Paige paralizado, junto con su respiración al volver a agitarse.

– ¿Qué?– susurro apartándose.

Alexander no dejo que se alejara de él; la tomo por sus mejillas y le dijo.

– Te amo Paige.

Ella no lo podía creer, ¿Cómo podía jugar con eso?, lo empujo y se bajó de la encimera; y comenzó a vestirse lo más rápidamente posible.

–Esas palabras... – comenzó a decir con los dientes apretados —son muy importantes Alexander.

– Lo se Paige– le comenzó a decir mientras se colocaba su ropa– si te molesta que te lo diga, ¡Perdón! pero me ¡ENAMORE DE MI ESPOSA!

– ¡NO DIGAS ESO SI NO LO SIENTES! – Le grito– ¡¿cómo puedes jugar así con mis sentimientos Alexander?!

Ella giro y se dirigió hacia las escaleras. El, la siguió muy de cerca tratando de entenderla; Paige entro en la habitación y trato de cerrar la puerta pero Alexander fue más rápido y evito sus planes.

– ¡Vete Alexander! Lo último que quiero es verte.

– ¿Por qué Paige? Dime— la tomo de sus brazos acercándola a el — ¿Tanta aberración te da que me enamore de ti? – le dijo Alexander sin entender su reacción.

– ¡Lo que me da aberración es saber que ayer te acostaste con la zorra de Alisson y ahora me digas que me amas! – le grito dejando las primeras lágrimas salir de sus ojos mientras se alejaba de él.

En ese momento...

Alexander lo entendió todo; Paige creía que estuvo con Alisson.

–No me acosté con ella Paige – le dijo tratando de acercarse a ella pero retrocedía a cada paso.

– ¡Te vi! Alexander, no me trates como estúpida que vi exactamente como la besabas en mis narices, ¡Por Dios!

Alexander se hartó de pelear, se acercó a ella de dos zancadas y le tomo las mejillas; ella trato de apartarse pero el acerco a su rostro y le dijo mirándola a los ojos.

–Sí, la bese, y la iba a hacer mía sin importarme nada– declaro viendo el dolor en los ojos de ella– ¿Pero sabes algo?... ¡No lo hice! Paige.

Noto la duda es su rostro y sintió la esperanza renacer, solo esperaba que ella confiara en su palabra.

– cuando la bese... No eran tus labios, no era tu cuerpo el que encontraba sobre el mío, y definitivamente no eras tú, simplemente ella no despertó nada en mi de lo que tu provocas.

Casada con mi jefe. Saga: NYC N° 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora