You Are My Angel [Jung Hoseok]©

7- Mecánico delivery

Terminé de pisar las especias con el mortero y luego las colé dentro de una taza con agua hirviendo. Mezclé el contenido revolviéndolo con un poco de azúcar y lo dejé sobre la pequeña mesita de metal, frente a las narices de mi mejor amigo que no paraba de hacer muecas.

-Ésto te curará el dolor de estómago -le dije, volviendo a tomar el rociador para seguir hidratando las plantas que colgaban de la pared de ladrillo.

-¿Estás segura de eso? -insistió Jordan, mirándolo con desconfianza. Tomó la taza entre sus manos y la olió, para inmediatamente apartar el rostro con una mueca-. Huele como a mierda.

-Mi tía me lo hace desde pequeña, es la mejor infusión para la indigestión. El muchacho le dió un trago y su expresión de asco se relajó, haciéndome sonreír-. ¿Lo ves? No está tan mal.

-Tu tía y tú son como una especie de brujas.

-Sólo aprendemos de las plantas, Jordie.

-¡Son brujas!

Me reí, sacudí la cabeza y pasé a la segunda hilera de plantas.

-Lo que tú digas.

-Oye, ¿y no tienes alguna infusión conductora del amor o algo así?

-No, pero creo que los afrodisíacos pueden servir.

-¡Hablo en serio!

Me giré y lo miré con ojos como platos.

-¿Te parece que puedo envenenar a alguien para que te ame con especias?

-No a mí, a ti -me guiñó un ojo-. Le puedes meter algo a Alaric en su cerveza, ya sabes.

-Drogarlo no es una buena forma de atraer su atención -suspiré.

-Nunca dije que drogarlo; pero ahora que lo pienso no es tan mala idea -se rió, dándole otro trago a su bebida-. ¿Vas a confesarle tu amor algún día?

-Claro que sí. Algún día.

-¿Y eres feliz con ésto? ¿Con ésta soledad? -al ver que no respondía, Jordan dejó la taza de porcelana haciendo bastante ruido sobre la mesa y enderezó la espalda en la silla-. Óyeme, sé que no tienes un buen pasado...

-De verdad que no quiero hablar de eso.

-A lo que voy es: no puedes seguir teniendo miedo de estar en una relación o algo así.

-No le tengo miedo -me encogí de hombros, sin mirarlo porque mi expresión cohibida me delataría.

-Chica, estás llena de miedo: le tienes miedo a la muerte y eso está bien, porque todos los seres humanos le tememos; pero también le tienes miedo a la vida y eso es inaceptable -se quedó un segundo pensando, fijándose en cómo rociaba las hojas de un pequeño ficus-. El otro día no querías ni acompañarme a esa fiesta.