Capítulo 4: Sí, acepto.

6.1K 485 212
                                    

Sin saber muy bien el porqué de aquella situación, sus sentidos estaban a flor de piel, sentía lo que muchos decían eran mariposas en el estómago... ¿Porqué? Bien, rememoremos.

¿Quieres casarte conmigo?

Esa pequeña pregunta de tres palabras y veinte y un letras hacían eco en su mente y se repetía a un ritmo casi constante. ¿Había escuchado bien? ¿Estaba soñando? Una parte de su mente, y no sabía cual, cabe aclarar, le decía que deseaba algo como esto desde hace ya algún tiempo que por el momento no podía recordar, por otro lado, su lado más consiente, le decía que era una total locura porque era un completo desconocido que aparte era un ser sobrenatural que le había explicado de una manera muy rara lo que sucedía. Entonces ¿Que debía hacer? ¿Aceptar? ¿No aceptar?
Su vista se posó en el hombre en frente a su persona que seguía arrodillado tomando su mano ¿Cuándo lo había hecho? Tal vez estuvo muy metido en sus pensamientos para notarlo.

-E... Esta bien... -susurra de forma casi imperceptible y automática, antes de que su cerebro siquiera pudiese procesar lo que hubiese dicho en ese momento. Lo había dicho. Y la sonrisa del demonio mayor se lo confirmaba pues los sensibles oídos de este habían escuchado su respuesta-

*-*-*SebaCiel*-*-*

Y no había forma de que estuviera más arrepentido de lo que había dicho hace aproximadamente dos días ¿Porqué? Pues veamos, unas horas después de haber accedido a la propuesta del demonio de ojos rojos, su mansión de había infestado de demonios de categorías menores, los preparativos le había dicho el otro.

Por su lado, aún no cabia en si de los hechos ocurridos, hubiera creído que Ciel lo iba a mandar a volar en el momento en el que le propusiera matrimonio pero las cosas se habían dado completamente diferentes a lo que había esperado.
Ahora lo pesado sería todo lo que implicaba en si la boda de un demonio de alta élite como lo era él y pronto lo sería, quien se convirtiese en su consorte o esposa, independientemente del género que su pareja tuviese. En esos momentos se dirigía a hablar con el rey del inframundo, su padre, si, otra vez.

*-*-*SebaCiel*-*-*

-Ya me informaron que aquel niño ha aceptado Ayperos -cito el rey del inframundo antes de que su hijo se instalara siquiera en aquella habitación que utilizaba como oficina-

-Veo que las noticias viajan rápido, padre -respondió por todo comentario o cosa que pudiese informarle a su padre- ¿Era necesario hacerme venir aquí?

-No preguntes algo tan obvio Ayperos -por primera vez desde que había llegado al inframundo en aquel día su padre se había dignado a verlo-

Le dedico una sonrisa ladina y como gesto extra se alzó de hombros, restando importancia al asunto, se sentó en la silla frente al escritorio frente a su padre y le miro, suspirando y preparándose para lo que le iba a decir y las consecuencias que aquello podría tener.

-Padre -le llamo- lo amo -hablo lo suficientemente alto para que el demonio mayor lo escuchara, y se preparó para lo peor cuando Lucifer volteó a verlo-

-Conoces las consecuencias a ello Ayperos -hablo con tono neutral el rey del inframundo-

*-*-*SebaCiel*-*-*

Después de su corta visita al inframundo y que un demonio sanador revisase el estado actual de su prometido pudo por fin en aquel día descansar. Ciel dormía a su lado en aquella cama enorme que poseía en su habitación mientras él, que ya estaba acostumbrado a no dormir, únicamente le observaba y grababa cada detalle en su memoria, cada facción del menor. Conocía cada rincón de su cuerpo y de su alma misma, desde que estaba a su lado.
No iba a negar que cuando Hanna convirtió a su bocchan en demonio, odio su situación con todo su ser, sin embargo, se fue acostumbrando y de algún modo aprendió a amarlo, sabe que su Ciel lo ama también aunque aún no se lo diga. ¿Cómo lidiar con un Ciel sin memoria y embarazado? Su joven amo, sin el embarazo, era ya de por si caprichoso. ¿Cómo sería ahora?
Y, por instinto, desvió su mirada al vientre de su señor, aquel lugar donde crecía su hijo día con día. Sonrió, de una forma que no sabía, que no conocía de sí mismo, abrazando el cuerpo a su lado para que descansara mejor.

Te recuerdo (SebastianXCiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora