Capítulo 6: Eres mío

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Y, aquellas palabras, combinadas con aquel beso fueron lo necesario para mandar a su conciencia de vacaciones por un rato. Y contra todo pronóstico, rodeó el cuello de su ahora esposo con sus brazos, de alguna forma se apego lo más que pudo al cuerpo contrario buscando sentir su calor, aquel sentimiento de necesidad que tenía desde el acontecimiento de la boda, crecía más en su pecho, no sabría como describirlo si se lo preguntaran pero ahí estaba, guiandole en lo que estaba pasando en esos momentos, quizás fuera por el embarazo había pensado hace unos momentos, pero fuera lo que fuese, le hacía buscar más de aquel ser con el que se había unido, se atrevería incluso a decir que iba más allá de lo carnal, que aquel era un acto que apenas y demostraba lo que sentían. Aquel sentimiento lo orillaba a pensar únicamente en aquellos ojos rojos, en su pálida piel, en ese cabello negro y esa sonrisa ladina que tanto le atraía. Sebastian sabía donde tocar o donde besar para hacerle estremecer o encogerse cada cierto tiempo.
Sintió aquellos labios besar la piel de su rostro y cuello cuando abandonaron los propios, el frío acaricio su piel que poco a poco quedaba expuesta gracias a las inquietas manos del más alto. Se estremecia ante sus caricias y besos mientras estos recorrían cada centímetro de su piel expuesta y le gustaba. Por no decir que le encantaba pues aún en su trance seguía teniendo un poco de orgullo aunque muy bien no le hacía ninguna falta.

Y bien el sabía que el caprichoso ex-conde también tenía sus puntos débiles y él, sería ahora su guardián. Protegeria todos y cada uno de sus secretos y debilidades para que nadie más que su persona fuera capaz de penetrar en aquel ser. En aquella oscuridad. Sólo él tendría esa única, exclusiva y muy rara llave. Y nadie sabría que... Su piel, sus labios, esos ojos azules que le hipnotizaban, su voz... Su voz, cada vez que pronunciaba su nombre, y esos gemidos... Amaba a ese niño caprichoso entre sus brazos, cada partícula, cada célula de aquel cuerpo lo atraía, lo llamaba a poseerlo, a marcarlo en cada rincón, en cada espacio. Y no se arrepentiria nunca de eso. Aquel ser era suyo, desde el principio lo supo y cada marca rojiza en su pálida piel lo demostraba. Cada beso entregado, cada caricia dispensada, cada suspiro, cada gemido, cada beso, cada abrazo. TODO, absolutamente era suyo y nadie podría cambiar eso...

Despojó al ex-conde de su última prenda y después de marcar un camino de besos que cruzaban desde su cuello hasta su torso sonrió complacido, sin embargo, eso apenas estaba empezando. Se acercó a besar nuevamente los labios hinchados del ojiazul, volviendo a devorarlos casi al besaron con ímpetu... ¿Qué debía hacer para devolverle sus recuerdos a su caprichoso consorte?
Tal vez su mente no recordara pero la forma en la que el cuerpo contrario se apegaba al suyo, le decía que muy en el fondo el ojiazul le recordaba...
Le acerco tres dígitos para que los lubricara. Y lo hizo, tal como solía hacerlo. Una vez bien lubricados sus dedos acercó uno a la entrada de su consorte, lo metió despacio para no asustar al mejor y comenzó a estimularlo...

Al principio sintió un pequeño dolor en su entrada pero a medida que los dígitos del ojicarmin se fueron abriendo paso en su interior, sacándole con eso pequeños gemidos y jadeos, se fue acostumbrando, correspondiendo a cada una de las acciones del contrario tanto como podía y su cuerpo le dejaba.

-Relájate -fue la voz suave y endemoniadamente sexy que resono en sus oídos, causándole otro de los tantos escalofríos, a los que por el momento ya se había acostumbrado, por el momento. Y teniendo un efecto anestésico en su cuerpo, se relajó todo lo que pudo, como si su cuerpo supiera lo que seguía a continuación de esa palabra-

Sentirlo entrar en su pequeña y estrecha entrada le había costado menos de lo que había pensado... Aunque si lo analizaba bien, no era del todo erróneo pues no se había embarazado únicamente porque se habían besado...
Aún en medio de toda la pasión y la lujuria, los movimientos del contrario en ningún momento le dañaron, le trataba como si fuera de cristal, lo podía sentir en su tacto...

Mantenía los movimientos de su cadera rítmicos, buscando siempre el punto de placer de su querido consorte. Su placer residía en escuchar su nombre, aquel que el mismo le había dado hace ya tanto tiempo, salir de los labios de su ahora consorte. Entre jadeos y gemidos, iba recorriendo con su boca el cuerpo pequeño debajo suyo, dejando marcas en lugares estratégicos, impregnandole de su olor nuevamente, marcandolo de su propiedad otra vez...

-Eres mío

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Lamento la demora :'v la verdad es que no he tenido imaginación estos días y me costó mucho escribir este cap porque, como ya dije arriba, no he tenido imaginación :v mi cabeza está seca ;-; por eso es tan cortito este cap ;-;.

Te recuerdo (SebastianXCiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora