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Ese día había salido con mis amigos para celebrar el haber finalizado los exámenes, así que al final de la noche quisimos ir a cenar todos juntos. Yo ofrecí el restaurante de comida china al que iba todas las semanas porque era mi favorito.

Y porque esperaba que por llevar a más personas me hicieran un descuento o algo.

Nos acomodaron dos mesas y llegó nuestro mesero asignado. Esta vez no era Alex.

Fue extraño, no lo vi por ningún lado.

Mi amigo Matt estaba sentado junto a mi; él había durado algo de tiempo sin hablarme, pero ese día decidió continuar con nuestra amistad.

- ¿Olive?- Matt llamó mi atención - ¿Buscas a alguien?

- Eh, un conocido trabaja aquí, pensé que era raro no verlo cerca- respondí, supongo que había pasado mucho tiempo buscando a Alex con la mirada.

- ¿El mesero del otro día?- preguntó una amiga - es una lástima, era tan lindo. Definitivamente le daría mi número.

- Ya te dije que es gay, ni lo intentes- por alguna razón, que obviamente no eran celos, ese tipo de comentarios hacia él me molestaban.

- Oli- Matt se acercó a mi y habló en mi oído - en realidad yo tenía algo que decirte, ¿podemos hablar afuera?

Asentí y ambos nos excusamos con nuestros amigos. Fuimos a la entrada del restaurante, había poca gente en la calle y estaba oscureciendo.

- Tu me gustabas - dijo mi amigo de pronto- pero supongo que sería tonto de mi parte esperar que sea recíproco.

- Tienes razón - si algo yo sabía, era que lo mejor era ser honesta con este tipo de cosas - Lo siento.

- No importa, al inicio me sentía molesto. Pero después... - un rubor se expandió por su rostro y parecía nervioso - Tu amiga Holly, ella me ayudó un poco con eso, ¿crees que podrías, no sé, ayudarme con ella?

- ¿Me quieres a mi de casamentera?- pregunté sorprendida - acepto, sólo tengo que advertirte que las cosas que hago a veces terminan un poco mal.

Matt me sonrió y me lancé a abrazarlo, se sentía bien recuperar a un buen amigo. Cerré los ojos mientras lo abrazaba y cuando los abrí, vi a Alex con una chica a lo lejos.

Ella era bonita y rubia.

Y reían.

Y estaban cerca el uno del otro.

Muy cerca.

Solté a Matt y lo jalé para entrar en el restaurante antes de que gente indeseable nos viera. Nos sentamos en nuestros lugares, y al poco tiempo de haberlo hecho, me dieron una galleta de la fortuna; la abrí para poder ver que decía.

"Lo siento"

Era lo único que tenía escrito.

Todo por una galletaWhere stories live. Discover now