Pintura número 24.

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  — ¡Vamos, ábrelo, rompe el papel! — gritaba Jules a Estela.

— Pero si no me lo esperaba— responde la mujer entre risas mientras intentaba romper aquel papel violeta que no paraba de brillar. 

  — Es la idea de los regalos sorpresas, mamá— resopla Jane.— Ya ábrelo, estoy segura que te gustará.

— Pues si es una pintura tuya no creo que sea muy bonita— respondió Estela y Jules rió.

Al fin el papel se rompió dejando ver una pintura en tonos azulados. Era su casa, estaba idéntica, con las flores blancas en la entrada, las piedras como paredes, la gran puerta de madera ya desgastada. 

Jules la había pintado temprano por la mañana, antes de que Jane lo acompañará a buscar un papel para envolverla.

  — Es una sutil manera de decir gracias— dijo Jules .— Su té de manzanilla es el mejor que he probado en mi vida.

— No has puesto una nota en ella— le susurro Jane en el oído al chico.

— Las notas son sólo para ti, Jane— le respondió él— ¿O creías que le escribo notas a todas las personas que se me cruzan? 

Ella sonrió. Su madre igual. 

Y, quizás, si escuchaban con atención podrían escuchar sus corazones latir rápidamente.

Pintame. |COMPLETA|Where stories live. Discover now