Capitulo IX: volver un momento a la realidad.

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Shelby estaba dispuesta a disfrutar la etapa de bebé ama a mamá, esta época donde los infantes son sumamente apegados a la progenitora, pensó que jamás lo iba experimentar pero su pequeña morena cada día tomaba un aspecto más dependiente. Se dio cuenta también que no le gustaban mucho los juguetes prefería mantas para abrazar o juguetes de sonidos sorprendentes, casi se da con la palma en la frente, era obvio tenía un bebé y los juguetes eran más bien para niños pequeños, los guardo porque en su momento Rachel lo seria.

—Ven acá, señorita— expreso la señora Corcoran tomando a su hija que gateaba ya muy lejos de la zona indicada que era una manta gigante en el suelo —¿A dónde vas traviesa?

La menor se acurruco en su pecho, cómoda en los brazos de la mujer. Shelby se derritió de ternura por el acto besando la mejilla del infante con suavidad caminando hasta la cocina donde estaba preparando una sopa de verduras.

—¿Qué paso? — pregunto Judy que tomaba té verde con sábila

—Quería venirse hasta acá desde el tendido. — explico la mujer castaña rebotando juguetonamente a la pequeña en sus brazos.

—No corazón, eres muy chica para venir solita. — indico la abuela plantando un beso en la frente de su nieta que se sonrojo ligeramente —¿Querías ver a mami?

Rachel no respondió si no que se escondió tras el hombro de su madre. Las adultas rieron siguiendo con su charla cotidiana mientras ponían la mesa, ya habían acordado que irían rápidamente al juzgado mañana para volver lo antes posible... no querían que Rachel tuviera su actitud anterior, la querían despreocupada para sanarla.

Judy acomodo la mesa poniendo cada plato en su lugar, para la infante uno con caricaturas de fondo y un biberón con agua ya que habían descubierto que Rachel no era fanática del jugo, se sirvieron la sopa que aún estaba bastante caliente y papilla de durazno para la menor que en lugar de estar sentada en su silla con soporte había quedado en la comodidad del regazo de la señora Corcoran. La mujer puso el plato de su hija cerca del suyo para intercalar entre su bocado y el de la menor, no sin antes poner un babero alrededor de su cuello.

—Abre amorcito. — indico Shelby poniendo la cuchara llena de comida frente a la pequeña que abrió su boca sin problemas y sin importarle manchar sus labios con torpeza, también bastante caía en el babero tal vez porque no tenía mucha hambre y más bien tenia sed.

No era sorpresa que quisiera leche, ya había comenzado a pensar que tenía una seria adicción con esta bebida. Los adultos terminaron de comer como en media hora, charlando entre cada bocado sobre el clima, política y noticias, riendo al ver al bebé desordenado en el regazo de la mujer castaña.

—Alguien es un bebé muuy sucio. — fingió regañar Shelby alegrándose de sobremanera al ver que su hija reía en lugar de entrar en pánico —¡Fuchi! — jugo con ella para que soltara otra carcajada mientras limpiaba su rostro con un paño húmedo.

Después de quitarle el babero y limpia de cualquier rastro de papilla fue cargada hasta la sala donde habitualmente los adultos veían la novela a esa hora, Shelby le dio a su hija al señor Oso dispuesta a dejarla en el corral pero la infante se aferró fuertemente a su blusa no queriendo estar encerrada y sin brazos de mamá.

—¿Qué pasa, Rachie? — pregunto la mujer castaña intentando no mostrar su encanto ante el apego de su hija —¿No quieres jugar con señor Oso y tu manta?

La menor negó mirándola con ojos de perro mojado, sus ojos grandes marrones habrían conseguido hasta la luna si la desease.

—Está bien, ven con mami. — se rindió sin mucho esfuerzo la señora Corcoran tomando a su hija en brazos para llevarla al sillón grande de la sala.

Azallam (ABDL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora