Holyhead City

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Ginny Weasley se encontraba en la ciudad de Holyhead, al noroeste de Gales, en Gran Bretaña. Acababa de salir de una de las primeras sesiones de prueba de captación de jóvenes promesas del equipo de quidditch de las Arpías de Holyhead. Creía que lo había hecho bastante bien. Posiblemente había sido la mejor de las 9 candidatas a cazadora.

El Quidditch se había convertido en su válvula de escape en ese último año. Hacía 14 meses que Harry se había ido, y después de que los dos primeros de ellos se los hubiera pasado encerrada en su cuarto sin hablar ni conseguir soltar una sola lágrima, una visita de Hermione que volvía de Australia donde había desecho los encantamientos que había realizado a sus padres, le hizo reaccionar.

-Ginny, debes salir de aquí- había dicho Hermione entonces, mientras levantaba la persiana y abría las ventanas de su habitación. –no puedes pasarte aquí la vida entera. Sé que Fred murió, y sé que Harry se fue. Pero también nos abandonó a nosotros. ¿Sabes?-.

Hermione se volvió para pedir ayuda a Ron que las miraba desde la puerta de la habitación, pero este no parecía reaccionar. Desde que su amigo se había ido, y sobre todo después de leer su emotiva carta, no había conseguido volver a ser el mismo. Sí, era Ron, bromeaba cuando la situación lo requería, y cuando estaba con Hermione era feliz, pero sin Harry, sin su hermano, la vida no parecía ser igual.

Ninguno de los 3 debía volver a Hogwarts. A los participantes de la batalla que fueran mayores de edad o que cumpliesen los 17 ese año se les había dado la elección de retornar o no, y ninguno de los 3 se vio con fuerzas de hacerlo sin Harry a su lado, y con tantos amigos muertos. Debían comenzar a buscarse la vida por su cuenta.

Hermione había comenzado a trabajar en el Ministerio, en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, mientras que Ron había comenzado a preparar su formación como auror en la escuela especializada. Pero Ginny por su parte, se había dedicado a estar tumbada, vaciándose de sentimientos en su cama. Pero Hermione estaba consiguiendo molestarla realmente y no tuvo más remedio que contestar y entablar una conversación.

Un año después, se alegraba de haber reaccionado a la charla de Hermione. Había decidido encontrar un pasatiempo y se centró en volar. Pronto, las horas de práctica dieron sus frutos y le llegó la invitación a las pruebas de las Arpías, y se mudó a Holyhead para llevarlas a cabo.

No había superado a Harry. Se dormía cada noche pensando en él, en sus besos, en sus abrazos, y en cómo sería tener una vida junto a alguien que amaba, pero todo se había vuelto mucho más fácil con su escoba. Ahora vivía en un pequeño piso en su nueva ciudad, y entrenaba a diario para pasar las pruebas y fichar por su equipo favorito. Cuando estaba volando, Harry se quedaba en el suelo. Los problemas la abandonaban, e incluso se sorprendía a sí mismo pensado en ocasiones que entrenaba para batir al propio Harry cuando este volviera.

En esos meses en Holyhead, había conocido a un par de chicos. En ese momento, Ifan le esperaba en su piso. Era un chico agradable, que había mostrado un fuerte interés en ella desde el momento en que se vieron por primera vez. Aunque Ginny tenía muy claro que no sentía lo mismo por él, era agradable tener compañía de vez en cuando, tanto en una cafetería como en la cama. Le había costado estar con otros chicos, porque siempre se imaginó su primera vez con Harry, pero aquello había salido mal, y no podía esperar eternamente. Además, cada vez se hacía más difícil pensar que Harry volvería, al menos pronto.

Entró en su piso y un potente abrazo del chico rubio Galés la hizo sentirse un poco mejor, porque había pasado todo el camino pensando en Harry.

-¿Qué tal? ¡Vamos dímelo ya!- Ifan parecía impaciente por saber cómo le habían ido las pruebas. –No me tengas esperando como a un tonto vamos-.

-Bien, bien, creo que bien- dijo Ginny con una pequeña sonrisa. –Un par de bludgers estuvieron a punto de tirarme una vez, pero por lo demás creo que fui la mejor. Hay que esperar resultados pero creo que no seré la primera en caer y me harán volver la semana que viene-.

-¡Ja!, lo sabía. Sabía que lo harías perfecto Gin- bramó exultante Ifan.

-No me llames Gin, sabes que no me gusta- el tono de Ginny había cambiado e Ifan lo notó. El chico se tensó y se apartó de ella, que buscaba soltar su escoba y descansar.

-Oye, no deberías pagar tu malhumor con quien te quiere. Estoy aquí para ayudarte, no soy el enemigo- el chico parecía buscar tranquilizar a Ginny, pero ella era sencillamente Ginny, y no se la tranquilizaba con una frase y un poco de culpabilidad. Ginny se metió en su cuarto para cambiarse, pero de repente un repiqueteo en su ventana le hizo taparse ya que aún no se había puesto la ropa de estar en casa.

Una enorme lechuza negra estaba apoyada en el alfeizar de la ventana y no dejaba de golpear con el pico el vidrio de la misma, con el objetivo de que Ginny la abriese para poder entregar su carta. Cuando la chica la dejó pasar, la lechuza se posó con suavidad sobre su hombre y extendió su pata derecha. Parecía querer que Ginny desatase el pequeño sobre para salir volando, ya que en la pata izquierda llevaba dos sobres más.

Ginny estaba absolutamente en Shock. La lechuza de Harry estaba en su dormitorio. No sabía si quería abrir la carta o dejarla marchar, pero Wings no parecía pretender irse sin entregar su misiva. Ginny tenía miedo. Hacía dos meses había sentido un terrible escalofrío que le dio la sensación de que alguien muy querido estaba en peligro, y su mente se fue hacia Harry. Tenía miedo de encontrarse una carta que le indicase que algo malo había pasado, o que definitivamente él había encontrado a alguien en su viaje y no volvería nunca.

Comprobó que los otros dos sobres tenían escrito el destinatario en el sobre, pero la lechuza voló evitando que Ginny los leyese. "No me hace falta, serán Ron y Hermione" pensó la joven, pero se alegró de que al menos Harry tuviese a alguien fiel como Wings en su vida. Abrió el sobre con temor. No sabía que se encontraría. Ni siquiera pensó que Harry aun pensase en ella y se acordase de escribirle. Era una nota muy sencilla con una postal adjunta. La fotografía representaba una terriblemente bella puesta de sol en un desierto, con lo que parecía una pirámide escalonada sobre el horizonte. La postal parecía continuar con el anochecer, hasta que la oscuridad de la noche egipcia la invadía por completo.

El pequeño papiro que llegaba con una simple nota que decía.

"Porque, sin buscarte te ando encontrando por todos lados, principalmente cuando cierro los ojos"

H

Aquello no podía ser real. Se encontraba llorando compulsivamente por una simple frase de Harry. Ese mago tenía la capacidad de revolver su mundo con una fotografía y una frase mandada desde Egipto. Ginny odiaba que algo externo pudiese controlarla o cambiar su estado de ánimo y Harry lo lograba con una carta en la que no decía absolutamente nada. No lo soportaba... o quizás era eso lo que le atraía de él. Le daba igual, necesitaba saber más. ¿Cómo se le ocurría escribir, hacer volar a su lechuza desde el extremo opuesto de África y decir nada más que eso? La nota la había colmado de felicidad por un momento, pero aquello no tenía ninguna gracia. Sí, era cierto que Harry se acordaba de ella, pero no volvía, ni siquiera parecía estar planteándoselo. Y además sus únicas palabras era esa maldita y emotiva cita que había hecho retorcerse el interior de Ginny. Estaba enfadada con Harry por no dar señales de volver, por no escribir más y estaba enfadada consigo misma por sentirse llena de felicidad con tan poco.

Wings dio por cumplida su misión y salió volando en dirección a la ventana. Ginny la siguió con lágrimas en los ojos hasta que la negrura de la noche la absorbió por completo. Estaba realmente muy enfadada. Guardo la cita y la postal en un falso fondo del cajón de su mesita de noche y salió con su enfadó a por Ifan. Quería olvidar a Harry aunque fuera solo un momento, y tenía a alguien dispuesta a ayudarla con eso. Cerró con un portazo al salir.

Apenas unas horas después, en un piso en el centro deLondres, Ron y Hermione abrían sus dos sobres, y emocionados, vieron dosfotografías de Harry que les sonreía desde lo que parecía un desierto inmenso.El texto adjunto era muy escueto, pero acababa con un "Cuidad de Ginny, esperoque me perdone...". Esa noche se durmieron abrazados, pensado en su amigo, y conalguna lágrima derramada en sus ojos. Esperaban que Harry estuviese bien. 

Las Reliquias del PerdónWhere stories live. Discover now