La nueva Ginny

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Ginny se levantó a la mañana siguiente con un solo pensamiento en la cabeza. Por primera vez sentía miedo de que ese verano acabase. Aún estaba a mitad, pero el uno de septiembre ella debía estar en el campo de entrenamiento y Gwenog, su capitana, no solía ser permisiva con la asistencia a las sesiones de trabajo ni con el horario de llegada. Además Harry le había confirmado que comenzaría su preparación para ser auror. Él ya había hablado con Kingsley con el cual se llevaba muy bien y este le había asegurado que no tendría problemas en el acceso a la escuela de aurores. Los ÉXTASIS que le faltaban no serían problema ya que en el Ministerio se había acordado tras la batalla de Hogwarts aceptar a muchos de los combatientes en determinados puestos de trabajo, y su permiso lo había firmado el propio Kingsley el día que se sentó en su nuevo despacho. Una noche ambos habían hablado sobre el tema y el antiguo integrante de la Orden que ahora mantenía una verdadera relación de amistad con ellos le aseguró a Harry que nunca dejó de creer que volvería, y por ello había guardado con oficialidad ese permiso. Pero para Ginny eso solo significaba que se separaría en menos de dos meses.

Ron por su parte estaba realmente ilusionado. No perdía la oportunidad de hablar con Harry de lo duro que sería y de lo mucho que le había costado a él. Su hermano estaba realmente feliz con la vuelta de Harry. Había sido junto a ella el más afectado por la ausencia de su amigo. Solo Hermione había podido mantenerlo feliz. Ellos dos se amaban con locura. Ginny sintió una punzada de envidia pensando en su hermano y su amiga, pero se tranquilizó. Dependía de ella tener lo mismo con Harry.

Se vistió pensando en el chico y bajó a desayunar con la pretensión de disfrutar cada día con él, aunque no estuvieran juntos. Podían hacer mil cosas juntos, y además podían involucrar a Ron y Hermione, o incluso al Profesor Longbottom como le gustaba llamar últimamente a Neville y a Luna. Le apetecía simplemente ir de paseo juntos, tomar un café... la vuelta de Harry le hacía ver la vida de forma diferente. Ahora podía tener un día a día normal y de repente pensó en todo el dinero que tenía gracias a su sueldo de cazadora en las Arpías y mil formas de gastarlo con él. Su vida parecía ir bien de repente, aunque solamente había cambiado el regreso del muchacho. Se dio cuenta de lo importante que era para ella. Incluso sintió miedo de lo rápido que estaba yendo todo, pero a fin de cuentas, era lo que siempre había querido y lo sabía.

La chica se detuvo justo antes de entrar al comedor donde oía las voces de sus padres y apuntó hacia la ventana más cercana.

-Expecto Patronum- Mandó un mensaje a sus amigos. Un precioso caballo plateado voló hacia la ventana y desapareció momento. La idea de verse los seis le había hecho pensar mucho y le apetecía verlos. Además Harry solo había visto aún una vez a Neville y Luna. Entró en el salón.

-Ginny querida ¿Dónde estuviste anoche? Te oímos llegar tarde y nos tenían preocupados. No habías avisado- Su padre se lo preguntó con tacto ya que no quería que la chica se sintiese controlada pues no era ni mucho menos su objetivo.

-Estuve con Harry papá- lo dijo sin mirarlo y con seguridad. Restándole importancia. Su padre se quedó mirándola aunque sonrió casi imperceptiblemente para Molly, Bill Y Fleur que estaban allí. Su madre por el contrario dejó caer una cacerola que golpeó con gran estruendo en el piso.

-¿Con nuestro Harry, Ginny?- Molly estaba sorprendida pero a la vez parecía feliz. -¿Harry Potter?- .

-Claro mamá. ¿Cuántos Harry más conoces?- ella mostraba tranquilidad pero en realidad estaba expectante respecto a la reacción de su familia.

Fleur soltó un pequeño grito victorioso y extendió la mano hacia Bill que sonriendo se sacó un par de monedas del bolsillo y se las puso a la chica en la palma.

Las Reliquias del PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora