ºº EPÍLOGO ºº

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Jungkook se despertó en el suelo de una casa hecha ruinas, el olor a moho era asfixiante y la humedad estaba en cada rincón. Aparte de eso, todo parecía intacto, los muebles he incluso objetos personales estaban cubiertos de polvo.

Recordó lo de hace unas horas, le invadió el miedo al creer que nada fue real, pero la chimenea tenía rastros de madera quemada, que según el tacto de JungKook, esta seguía tibia. Recorrió todo el espacio con la constante sensación de que el techo se caería encima suyo.

Por último, repasó el piano acomodado estratégicamente con una buena vista a las afueras. Misteriosamente era el único objeto en buenas condiciones. La cubierta estaba cerrada y en el atril ya no habían partituras, sólo una pequeña nota

"Adiós, Jeon JungKook".

El castaño arrugó la nota entre sus manos, pero sin embargo la guardó en el bolsillo de su pantalón. Suspiró mientras atravesaba el umbral, le dió un último vistazo y se alejó a paso tranquilo para volver a su hogar. Justo al voltear en la esquina le dio una rápida mirada. ¡Oh, sorpresa!, La casa mágicamente remontó tres años atrás. Como si cobrará vida. Jungkook río bajo alejándose con la máscara que todos debían ver, serenidad. No debían reparar en que el pequeño JungKook temblaba, sus ojos se irritaban y que caminaba con debilidad.

Por horas se quedó a los pies de su cama abrazándose a si mismo, tratando de asimilar la situación. Trataba de no dormir ni de cerrar los ojos por más de un segundo, mientras sostenía la nota con las ganas de destrozarla, pero no podía, sabía que era lo único que le quedaba.

Sabía que era un adiós permanente, por lo que tendido en su cama, a las 12 de la noche lloró por un largo rato al no escuchar la melodía.

Con las pocas fuerzas que le quedó del llanto, se dispuso a ir al cementerio. Allí no había nada. No fue a la tumba de JiMin, sólo fue al punto de encuentro y contra su voluntad cerró los ojos. No obstante. cuando los abrió, seguía vacío.

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En Seúl todo es distinto, a pesar de su disgusto por la mayoría de las cosas, entendió como adaptarse. Su padre no sólo encontró un nuevo empleo, sino que abrió una pequeña empresa con la ayuda de la madre de TaeHyung. Entró a una nueva escuela aparentando ser un chico interesante y misterioso, él y su amigo jamás dijeron que venían de un pueblo pobre por miedo al rechazo. También se familiarizaron con la tecnología y tenían suficiente dinero como para vivir adecuadamente.

Jungkook jamás le dijo a nadie sobre su mente prodigiosa, a cambio, ellos sabían que jungkook sólo con ver la pizarra se grababa toda la información. Pero ellos no sabían que en la calle jungkook era capaz imaginar escenas sangrientas y batallas elaboradas por las fuerzas especiales, ellos no imaginaban que cuando jungkook miraba a la nada (afirmando estar pensando), en realidad veía a un chico con vestimenta oscura y el cabello rubio.

Estaban prosperando tan bien en la gran ciudad, que ni una sola vez en ese año visitaron a su madre, sin embargo, rezaban todas las noches y jungkook puede jurar que siente la misma calidez que lo invadía cada vez que entraba al cementerio. Si tan sólo experimentara lo mismo cuando le habla a las estrellas de JiMin.

Jungkook estaba al lado de su amigo de infancia. Caminaban apresurados ya que una vez más se les hizo tarde para llegar a la escuela.

— rápido, Apúrate. — le dijo TaeHyung al semáforo — llegaremos para el descanso.

— es tu culpa por andar jugando hasta las 3 de la mañana.

R.I.P (Jikook) Where stories live. Discover now