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Jungkook observó como su cuerpo se contraía y varias gotas de sudor caían por el borde de su quijada, sus ojos tan dilatados de un lobo por su presa, las venas que se le marcaban en cuello y brazos y el constante rechinido de sus dientes.

A su padre le habían despedido hace no más de una hora, ahora le exponía las razones por las​ que no deberían haber cometido esa injusticia. Pero, por las excusas, JungKook sabía que era netamente su culpa, como siempre. Aunque su padre estaba enfadado, él podía ver el nerviosismo en todo su cuerpo, ¡Transpiraba inseguridad! JungKook no le veía la necesidad de mentirle. Incluso así, le entendía, su padre le prometió, siempre promete pero no cumple, el castaño ya estaba acostumbrado.

Suspiró saliendo de la cocina, dirigiéndose a su habitación. Hoy era una buena noche para escapar. Tenía tanta presión martillandole la cabeza, que lo mejor, sería alejarse de las cuestiones difíciles para ir a unas más complicadas, como lo era JiMin. Esperó que su padre dejara de vociferar para deslizar la puerta con el mayor cuidado.

Caminar sin hacerse notar, era imposible, pero todos ya deben estar dormidos, soñando, teniendo deliciosas pesadillas, haciendo el amor en el granero, cosas prohibidas que le encantaban a JungKook. Como la vez que imaginó a JiMin darle un beso en los labios y después se río como idiota, creyendo que alguien había leído sus pensamientos y se avergonzó como si estuviera masturbándose en plena clase.

Pasó por el costado de la última casa, se detuvo observando la extensión de estelas, aspirando el olor de los pinos y pasto mojado. Hoy era sábado, debería estar junto a su chimenea escuchando el piano ¿Qué hora es? las diez y media, Puede ser. Se dio la vuelta, contemplando el paisaje tan bello como la mejor obra de arte, las estrellas se asemejaban a energía eléctrica que vibraba con la sintonía de una ópera tradicional, la brisa cantaba tristemente sobre los prados y los árboles lloraban.

Una profunda tristeza lo invadió, no era por su padre ni por su madre, ni por su inexistente vida en pueblo, no era por su escuela o amigos. No lo sabía con exactitud. Quería plañir, pero no se vería débil cuando no sabía la razón, observó todo a su alrededor, no entendía el sentimiento de ser aplastado por remordimiento é irá.

Él sabía que no había hecho nada malo ¿Por qué se sentiría culpable?, ¿fue acaso por despreciar a su padre o dejarlo solo en un momento difícil? Ahora le dolía la cabeza, la sangre de sus venas hirvió como si se estuviera cocinando. Y en medio de su confusión la melodía se fundió en sus tímpanos.

Deseó que JiMin lo acompañara a la media noche y poder llorar cómodamente sin nadie que lo juzgase, pero JiMin sólo venía los viernes. Cerró los ojos por diez segundos y cuando los abrió, JiMin vestía ropas de su clase, un poco desgastadas, el cabello un poco desordenado y una sonrisa de medio lado. Jungkook se hincó sobre el barro bajo sus pies, abrazando sus rodillas para resguardarse del frío.

- ¿Hice mal al irme?, - Jimin no contestó - ¿Debería volver?. - susurró para si.

- no.

- ¿disculpa?. - el castaño fruncio el ceño, sus proyecciones definitivamente no hablaban - ¿Por qué estas hablando?.

- así lo quieres tú.

- no, he intentado miles de veces que los dragones escupan fuego, es imposible. - le dijo tratando de mirar su rostro desde su posición y entre la oscuridad.

R.I.P (Jikook) Where stories live. Discover now