Adicción

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Jeonghan se enorgullecía de considerarse una persona tranquila, llevadera y de mente fría. Lograba mantener la calma en situaciones tensas o incómodas, era en quien sus amigos se apoyaban y prácticamente, no había nada que lo alterara.

Sin embargo, al toparse con Mingyu y Seokmin camino a clases, tuvo que admitir que tal vez no fuese tan inmune a perder la calma. Con un cardenal adornando toda su mejilla izquierda y el labio inferior roto e inflamado, el menor de los tres parecía recién sacado de un ring de pelea.

─Bien. –Exclamó, tratando de no saltar sobre el moreno para asegurarse que no tuviera más heridas. Alzando una ceja, intentó darles a ambos chicos la mirada más intimidante en su repertorio. – ¿Qué carajo, Mingyu?

El moreno rodó los ojos, cansado de la pregunta. Al despertar esa mañana, se había encontrado con Seokmin y Minghao a un lado de su cama, observándolo perturbadoramente. Gritó por la sorpresa, e inmediatamente su mandíbula le reclamó por el movimiento fuerte. Apenas se acarició la piel para aliviar el dolor, sus dos amigos le bombardearon con preguntas que él –todavía sin saber cómo –logró evadir. Con Jeonghan, sabía que no sucedería lo mismo.

─Pelea de bar.

─Y una mierda, los tres sabemos que no fue precisamente eso. –Jeonghan lo miró entre cansado y estricto, claramente no comprándose la excusa que Minghao y Seokmin rechazaron también. Era lógico, luego de años de involucrarse en peleas estúpidas en los bares, Mingyu había aprendido a usar sus puños y altura en su beneficio y había pasado bastante tiempo desde que otra persona lograse siquiera poner un dedo sobre él. –Habla, o haré que te duela más.

─Bien. Wonwoo me golpeó ayer. –Respondió con tranquilidad, fingiendo ignorar la sorpresa de sus amigos y retomando su camino hacia clase. Llegarían tarde si se quedaban allí; y además quería evitar el interrogatorio.

Lo alcanzaron a los segundos, y Jeonghan no tardó en hablar: – ¿Qué hiciste, Min?

─Yo... –Sintió la calidez llegar a su rostro, probablemente tiñéndolo de rojo. Cada vez que pensaba en ello, le sucedía. –Puede que le haya besado.

─Te va muy bien en eso de olvidarlo. –El sarcasmo en la voz de Jeonghan les hizo detenerse. Mingyu se giró y lo observó, con el ceño fruncido y una expresión herida que obligó al mayor a arrepentirse de sus palabras.

Era cruel usar esa carta contra él, sabiendo lo mucho que Mingyu intentaba seguir adelante –y lo difícil que estaba resultándole. Tan dañado y herido, habían querido creerle cuando él consideró que tal vez solo estaba enamorado de un recuerdo. Ellos también deseaban lo mismo, porque ver la diferencia de cuatro años en esa persona que tanto quiso podría ser lo que necesitaba. Quizás de esa manera reconocería esos sentimientos como la añoranza de un querido amigo.

Y, sin embargo, la misma noche que Wonwoo volvió a formar parte de sus vidas, supieron que no sería tan fácil. Empezó lentamente: insomnio, lapsos donde no prestaba atención a los demás, ojeras, cansancio; y luego llegaron las pesadillas. Fuertes, agresivas y desgarradoras, pero Mingyu no aceptó contarles lo que veía en ellas. Como resultado del terror que vivía en sus sueños, un cuadro de ataques de pánico entró en su vida. Era doloroso verlo, disociado de su realidad, sudando frío y temblando tanto que podría llegar a herirse sin darse cuenta. Jeonghan, Jisoo, Seokmin y Minghao hacían lo mejor que podían, pero era difícil ser fuerte y tener esperanza cuando con cada día Mingyu se perdía más en sí mismo.

Luego de dos meses, las pesadillas persistían. Y eran más fuertes con cada noche que pasaba.

─Lo lamento. –Susurró el pelinegro apenado. Mingyu suavizó su expresión, dándole una tierna sonrisa a su mejor amigo. No era su culpa, lo entendía, y lo sucedido la noche anterior había empeorado todo.

Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now