Placer

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Su fuerza de voluntad nunca había sido uno de sus puntos fuertes. Cuando Wonwoo lo miró, sus ojos llenos de un brillo retador y curioso, Mingyu supo que haría todo lo que el mayor le pidiera.

Wonwoo no sabía en qué lo estaba metiendo, en qué se estaban involucrando, pero no le importaba mucho. Tal vez era su terquedad hablando, o la necesidad de comprender qué había sucedido durante esos largos años. No lo podía decir con seguridad, el por qué quería conocer ese nuevo lado de Mingyu, pero cuando vio al moreno acercarse temeroso a sus labios y chocar con una suave caricia se dio cuenta que no daría un paso atrás.

Era idiota, peligroso e ilógico. Pero él subió las manos, atrapando una mejilla y el cuello del menor, dándole confianza y reciprocicando el beso, y la fuerza con la que Mingyu respondió –dejando salir un grave gemido y atrapándolo con sus brazos, impidiéndole el irse aún si quisiera –le provocó un escalofrío por todo su cuerpo. Haría esto; ya fuera por Mingyu, por él o por ese insano deseo de sentir que aquellos años no los habían cambiado.

Mingyu tomó la iniciativa, sabiendo que el mayor no tenía experiencia con hombres, y se subió a horcajadas de Wonwoo mientras pasaba de los labios a la mandíbula y cuello. Lo besó, acarició su cuerpo, sus manos ansiosas por ese cuerpo que nunca creyó iba a tener, y apenas registró el momento en que empezó a mover sus caderas, demasiado excitado con todas las sensaciones que el azabache bajo él le hacía sentir. No fue hasta que escuchó el gemido escapar de los labios de Wonwoo que se dejó ir, demasiado perdido en el mayor para hacerle caso a su cerebro que gritaba sobre la pésima idea que era esta.

Se dejó apagarse a sí mismo, como lo hacía siempre que follaba, pero esta vez era distinta. Esta vez, al alejarse un poco de la boca del azabache y encontrarse con la mirada brumosa que siguió sus labios, supo que nada volvería a ser igual. Cuando por fin sus ojos se encontraron, Mingyu rogó para que Wonwoo no distinguiera esa fragilidad escondida en su excitación y sensualidad. Le pidió a los cielos que su amigo fuera tan torpe e ignorante sobre sus sentimientos como siempre lo había sido, porque no tenía excusas para lo que iba a hacer.

Volvió a atacar los labios de Wonwoo, y ronroneó feliz al empezar a desabotonar la camisa del mayor, haciendo más fácil su cometido y sin la necesidad de separarse. Cuando por fin pudo poner sus manos en el torso desnudo del azabache, quiso derretirse allí mismo y nunca tener que moverse de nuevo, porque era todo lo que él imaginó y más. Wonwoo no tenía un físico muy musculoso, pero su cuerpo estaba bien tonificado gracias a los largos años de taekwondo. Mingyu no podía estar más agradecido de ello.

Lo bañó de besos y, aunque no le gustaba la idea de alejarse de donde estaba, bajó del regazo de Wonwoo para colocarse de rodillas frente a él. El bulto bajo el pantalón del mayor lo saludaba y Mingyu debió admitir que le sorprendía lo fácil que Wonwoo se excitó estando con él, un hombre. Sin pensarlo mucho más tiempo, desabrochó el botón y levantó un poco el trasero de Wonwoo, haciendo pasar sus pantalones hasta llegar a los tobillos y sacarlos del camino. Acarició la erección, feliz de ver cómo Wonwoo se dejaba hacer y recostaba su cabeza contra el sillón mientras un largo gemido salía de su boca.

Jugó un poco, besando su miembro y lamiendo, sin llegar a tomarlo todo con su boca. No fue hasta que Wonwoo tomó un puñado de su cabello y gruñó, dirigiéndolo hacia la erección, que Mingyu rió suavemente sobre esta y tragó todo lo que pudo. Empezó lento, pero no podía jugar tanto con Wonwoo sin volverse él loco también, así que aumentó el ritmo y su cuerpo reaccionó ante todos esos gemidos sofocados que el azabache fallaba en su intento de reprimir.

Sabía que Wonwoo estaba llegando a su límite, y no estaba dispuesto a que la noche terminara así, por lo que se levantó –ignorando la mirada llena de frustración de parte del mayor –y corrió a su cuarto.

Mil pedazos • MEANIE • |TERMINADA|Where stories live. Discover now