Capítulo 21- Confluencias

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Kagura se dirigía hacia la pequeña colina como hacía cada atardecer. Aquel sitio tenía todo lo que le hubiera gustado en Drakonas: vida, tranquilidad y belleza. Nunca le gustó su hogar más que por tener allí a su familia. Le hubiera gustado más vivir en un lugar más poblado de vegetación y con menos peligro. Cuando llegó ya había alguien ocupando su sitio habitual.

-¿Tantas ganas tenías de verme para llegar tan pronto?-bromeó.

-No te des tantos aires, tú me das lo mismo.-contestó Dussica sentada en el suelo.

-Lo tuyo no son las bromas, por lo que veo. Pero no debo de importarte tan poco si sigues viniendo al mismo tiempo que yo.

-Coincidencia.

-Sí, claro. Anda, hazme un hueco y deja las excusas.

Por alguna razón la presencia de Dussica resultaba agradable para Kagura. Era una compañía tranquila que no la enervaba, tampoco parecía tener intenciones de atacarla ni física ni emocionalmente. Sabía que a ella no le caía demasiado bien, y que aún así se comportase de manera tan pacífica con ella le resultaba realmente positivo, fortalecía su idea de que en realidad no era una mala persona y que tendría sus motivos para odiar tanto a sus amigas.

Dussica se preguntaba por qué durante aquellos días había estado acudiendo a la colina con la intención de encontrarse a Kagura. Al principio solo quería relajarse allí contemplando la puesta del Sol, y siempre le molestaba encontrarse a esa chica que tan insufrible le había resultado. Sin ningún motivo y a fuerza de sus encuentros empezó a sentir cada vez más curiosidad, además pensaba que podría sacarle información en algún momento.

-Bueno, pues ya que estamos, ¿por qué no me cuentas algo sobre ti?-preguntó Kagura poniéndose cómoda.

-No, no tengo intención de contarte mi vida.

-Como quieras, ¿quieres preguntarme cosas a mí entonces?

-¿Qué te hace pensar que querría?-a Dussica aún le molestaba la indiferencia en el tono de Kagura.

-No lo pienso, no sé si quieres o no. Por algo te lo pregunto, ¿no te parece, tonta?-Kagura mantenía su indiferencia, estirando juguetonamente la mejilla de Dussica.

-Ay, vale. Si tantas ganas tienes de hablar...-al contrario de lo que esperaba de sí misma, no reaccionó violentamente ante tal toma de confianza y se retiró del agarre de forma tranquila.-¿Por qué vienes tanto por aquí? ¿Por qué a estas horas?

-Vaya, esperaba preguntas más centradas en Semu y Sora, supongo que entonces no buscas aprovecharte de mí. Me gustan los sitios tranquilos y naturales, es el único motivo. Además no solo vengo para el atardecer, también al amanecer.

-Ah...-Dussica no mostró ninguna emoción por el tema, tan solo había preguntado por hablar de algo.

-¿Quieres una?-sin que Dussica se hubiese dado cuenta, en algún momento Kagura había sacado una bolsa de patatas fritas y le había ofrecido.-No te preocupes, no te voy a envenenar ni nada, ya verás lo ricas que están.

-No me interesa probar ese invento humano.-rechazó. Su respuesta fue inútil, pues al instante la chica pelirroja le incrustó una patata en la boca por la fuerza.

-A mí no me vengas con esas mierdas, ya te dije una vez que si te ofrezco amabilidad la aceptas, o al menos la rechazas de buenas maneras. Come y libérate un poco de tanto odio y tantos rollos estúpidos.

-Mmnmn...-Dussica trataba de masticar y no atragantarse. Para cuando tragó su cara cambió por primera vez en mucho tiempo a una expresión desenfadada.

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