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Escucho la puerta cerrarse y decido salir de mi habitación. No eran más de las seis de la mañana y mi madre ha llegado ahora a casa, después de una larga noche en diferentes bares, lamentándose de lo que hubiera podido ser, añorando recuerdos con mi padre y buscando lo que él le daba con otros hombres.

Entro despacio en su habitacion, sintiendo el olor a alcohol invadir mis fosas nasales. Me acerco a ella, en medio de la cama, comprobando que está más que dormida. La muevo hasta apoyar su cabeza en la almohada y tapándole con la sabana, para después salir sin antes haberle dado un beso en la frente, deseándole descansar bien.

Voy directo al baño, desvistiéndome una vez ahí y entrando en la ducha, para hacer que las gotas de agua acaricien mi cuerpo intentando olvidar la pesadilla que había causado mi insomnio. No era la primera vez que hacia pesadillas así, de hecho era casi una costumbre despertarme a esas horas porque, después de despertarme a causa de las imágenes que mi mente reproducía mientras yo intentaba descansar, no tenía la fuerza de volverme a dormir, temiendo encontrarme de nuevo en medio de una calle solitaria.

Aproveché las dos horas que tenia de tiempo antes de ir a la Universidad para terminar de hacer algunos ejercicios que el día antes no había hecho por quedarme a jugar a los videojuegos, negándome de hacerlos después de terminar la partida por el cansancio que me invadía. Y así, después de terminar de hacer la tarea, desayunar y arreglarme, salí de mi casa, dejando preparado también algo de la noche anterior para que mi madre pudiera comer cuando se despertara.

Tenía media hora para llegar, y aunque no tardaba más de quince minutos en llegar, esa día sentía las ganas de caminar sin prisa, disfrutando de la tranquila mañana – al contrario de mi pesadilla – por las muy conocidas calles de Madrid. Me puse los auriculares, escuchando la música casi al mínimo del volumen, como un susurro en mi oreja, para así poder escuchar los sonidos de la ciudad, evitando también ser atropellado al atravesar la calle por tener el volumen a un nivel excesivo.

Llego ante la Universidad cuando las puertas se estaban recién abriendo, pero no puedo evitar pararme poco antes al ver un grupo de personar rodear un chico. Consigo ver su cabello oscuro y sus gafas entre las chicas que le miran. Por pura curiosidad, me acerco a ver qué pasa.

"Free Hugs" está escrito en el cartón que sujeta en la mano, mientras se inclina para rodear con sus brazos una chica de baja estatura en comparación a él. La levanta levemente, haciéndole quedar en puntas de pies, soltando una sutil risa. La chica se separa pocos segundos después, dejándole antes de irse un beso en la mejilla. Y así, otras chicas se le acercan, y él con una sonrisa las recibe entre sus brazos.

«Entonces él da abrazos gratis...» pienso antes de girarme y volver a caminar hacia la entrada de la Universidad. Suelto un suspiro, volviéndome para ver a ese chico seguir abrazando a personas desconocidas en la calle «Que patético.»

Free Hugs | RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora