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Seguí el paso acelerado de mi hermana hacia la plaza donde estaba el supermercado. Parecía feliz de ir, mientras me contaba lo bien que lo había pasado en casa de Maddie. Me estaba contando que habían comido pizza y habían visto un par de películas. Se había divertido, y estaba feliz por ella: me era difícil pasar tiempo con Liv, entre la Universidad, uno que otro trabajo para llevar más dinero a casa y mi cansancio, los únicos momentos que pasaba con ella –aunque no siempre– eran las cenas, y en algunas ocasiones, salidas improvisadas, como esta.

Llegamos al supermercado, por suerte no había mucha gente, y entre risas, bromas, intentos de Liv de meter más comida en el carrito sin que yo me diera cuenta, compramos lo necesario. El chocolate y, básicamente, todas cosas que no respetaban la dieta, predominaban nuestra compra. Cabe decir que habíamos decidido comprar una que otra fruta para parecer saludares, aunque los dos sabíamos que íbamos a terminar comiéndonosla con el chocolate. Como me había pedido, compramos los espaguetis y tomates, y obviamente, las palomitas para ver una película esa misma noche. Estaba cansado, sí, pero era demasiado tiempo que no disfrutaba un poco de tiempo solo con mi hermana.

Al salir del supermercado, los gritos del heladero llamaron la atención de Liv, y rendido ante sus suplicas, nos compramos un helado. Caminamos tranquilamente con nuestros helados, mientras escuchaba atentamente todo lo que me decía con una que otra broma de mi parte para joderla. Esta vez, otros gritos llamaron su atención.

—¡Abrazos gratis! —la voz ya conocida de ese chico me hizo voltear. Seguía ahí, sonriendo y con ese cartel, como esa misma mañana.

—¡Rub! Yo quiero abrazarlo.

—¿Qué? —miré a mi hermana, me estaba tendiendo su helado.

—Toma el helado, quiero abrazarle.

—Pero Liv... —¿también ella quería abrazar a ese chaval? ¿Por qué solo a mí me parecía patético?

—Rubéeeeen —lloriqueó. Suspiré rendido y ella sonrió. Me pasó rápidamente su helado apenas apoyé las bolsas del supermercado en el suelo, y cuando me giré ya estaba al lado de ese chico.

No escuché que se dijeron, pero una sonrisa se dibujó en mi rostro al ver ese chico agacharse, sonreír a mi hermana y abrazarla. La levantó y la hizo girar, pude notar como Liv se escondía en su cuello, riéndose. Ante esa situación, me acerqué como pude con las dos bolsas con la compra y los dos helados, devolviendo la sonrisa al chico cuando me vio acercarme.

—Hey —me saludó al agacharse con mi hermana todavía en sus brazos, ella se separó rápidamente al verme atrás suya.

—Hola —le sonreí, miré hacia mi hermana —, ¿Vamos?

Ella asintió, y con un último abrazo, agarró su helado y empezó a caminar hacia casa. Yo me giré hacia él, seguía observándome. Fruncí levemente el ceño y él alargó su sonrisa.

—¿Tú no lo quieres un abrazo? —preguntó divertido, yo bajé la cabeza rendido. Ese chico sí que estaba obsesionado con los abrazos.

—Mejor otro día, ahora tengo que irme —respondí empezando a alejarme. Liv se estaba alejando mucho y no quería perderla.

—Vale —sonrió de lado, dándome una rápida mirada de arriba a abajo y al fin agregó —. Igualmente, yo me llamo Miguel.

Asentí levemente, retrocediendo un poco más —Bien, yo soy Rubén. Ha sido un placer, Miguel.

Noté que me guiñó un ojo antes de girarme y continuar mi camino a casa.

No había estado tan mal como había pensado; Miguel, el chico de los abrazos gratis... Puede que al final de todo, no era tan patético.  

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⏰ Last updated: Apr 05, 2017 ⏰

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Free Hugs | RubelangelWhere stories live. Discover now