791 148 89
                                    

Las horas pasaron lentamente, entre una clase y otra, explicaciones, próximos exámenes, ejercicios. Intentaba concentrarme en las lecciones, pero mis pensamientos divagaban en cualquier cosa; las horas de sueño perdidas se estaban empezando a hacer notar, y con ellas mis ganas de volver a casa y dormir.

En mitad de clase de matemáticas sentí que mis ojos no iban a durar mucho más tiempo abiertos, y no podía permitirme el lujo de dormirme sobre el pupitre. Decidí levantarme e ir por un café, la máquina de las bebidas no estaba muy lejos, no iba a perderme mucha explicación. Suerte que me había ejercitado sobre el argumento actual, estaba seguro que el examen me iba a ir bien.

Caminé tranquilamente por los pasillos, las grandes ventanas me permitían observar lo circunstante al recinto de la universidad. Seguí con las mirada algunos coches circular por las calles, otras personas caminar tranquilamente, agarradas de la mano con su pareja, otras correr con documentos en la mano y señoras con bolsas del supermercado llenas de comida, dirigiéndose hacia sus casas para prepararles el almuerzo a sus hijos. Recordé cuando mi madre me llevaba con ella de compras, casi siempre cuando se giraba para escoger que producto comprar, metía en el carro cajas de dulces o chocolate, sorprendiéndola cuando llegábamos a la caja a pagar. Sabía lo travieso que era, pero a ella no parecía molestarle. Accedía en comprarme los dulces que quería, aunque no en esa cantidad exagerada que metía en el carro. Después de compras íbamos a casa y esperamos a mi padre, comíamos juntos y más tarde se sentaba conmigo en el sofá a jugar con las consolas actuales de esos años. Aunque ahora, esas tardes se habían convertido en un fragmento lejano.

Los recuerdos de mi padre irrumpieron en mis pensamientos como una bala atravesando el cuerpo de alguien, consiguiendo hacerme sentir la nostalgia que tenia de esos días. Seguí mi camino hacia la máquina de los cafés, ya tendría tiempo en casa para deprimirme sobre esas cosas pasadas.

Mi mirada siguió concentrada en la calle alborotada de Madrid, hasta que mis ojos encontraron una figura que ya había visto anteriormente: el chico de los abrazos. Seguía con el cartel en sus manos, girándolo hacia adelante y atrás mientras miraba las personas alrededor suyo. Una sonrisa estaba plasmada en su rostro, tal como esta mañana. La gente le pasaba delante, algunos ignorándoles y otros girándose a mirarle. De pronto un niño se le acercó, su atención se dirigió hacia él. Se agachó para quedar a su altura y abrió los brazos; el niño no tardó en saltarle encima.

Noté como lo acunaba dulcemente, pero, por cuanto me pudiera parecer tierna la escena, seguía pensando que ese chico era patético.

•    

CriaturitaAsdfg CABRONA VISTE QUE ACTUALICÉ, JA.

A ver, sí, voy a intentar actualizar más seguido esta historia. La verdad es que soy una verdadera hija de puta ahre.

Intentaré estar más activa, aunque la escuela me está matando, alv.

Voy a seguir escribiendo, a ver si consigo publicar otros capítulos de esta historia hoy mismo. O por lo menos, otra de mis historias, como It's Just A Bet que la tengo re abandonada.

Gracias por seguir leyendo no obstante mi tardanza <3 

Free Hugs | RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora