☆ Capítulo 4. Hospital.

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Seguía confundida, eso era obvio, no obstante, la afirmación que le había dado Alex logró que un pequeño brillo de esperanza apareciera en sus ojos.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó tímida, con algo de miedo por la respuesta.

—Es obvio —respondió— aún estás mojada. Eso quiere decir que sigues presente en el mundo, aún puedes sentir. Por eso dije que sigues viva. ¿No sabes de qué hospital era la ambulancia en la que te llevaron?

—No. —respondió asustada por ese hecho. Si el chico le hacía esa pregunta era porque el hospital en donde estaba era de suma importancia, pensó. ¿Si no sabía en dónde estaba su... su cuerpo, cómo se iba a encontrar? ¿Cómo iba a saber si realmente seguía viva y el chico no le estaba mintiendo?

Se quedó mirando al vacío, tratando de alejar sus nervios para que, de esa forma, pudiera recordar lo que acababa de ver.

Regresó a la extraña realidad cuando sintió los dedos del muchacho tocar su muñeca. Tomó la pulsera plateada que tenía puesta. Ni siquiera se había dado cuenta que la traía en su mano. Realmente, no se había dado cuenta de muchas cosas en el tiempo que llevaba como "fantasma".

Intentó prestar más atención a lo que la rodeaba, entonces notó la tranquilidad del muchacho que la acompañaba y le causó curiosidad su serenidad.

También se dio cuenta que lucía un aspecto muy similar al suyo, con ropa negra, sólo que él no llevaba una pulsera. Su cabello era castaño claro y estaba desordenado y el color de sus ojos era de un azul oscuro, también era unos centímetros más alto que ella.

—Northwest Hospital & Medical Center. —levantó la mirada.

La confusión se dibujó en su rostro. A Alex eso le causó gracia.

—¿Cómo la pulsera sabe en dónde me encuentro?

—Es sencillo, si estás viva, el hospital en dónde te encuentras aparece en ésta pulsera. Yo tiré la mía cuando vi mi accidente —admitió—. No sé dónde estoy, si vivo o muerto. Tengo tiempo sin sentir algo o alguna emoción, así que supongo que morí. —se encogió de hombros.

Alba estaba sorprendida por la magnitud de las palabras del chico. Alex suspiró pesadamente y siguió explicando.

—Digamos que lo que acabamos de ver —dijo refiriéndose al accidente— fue algo así como una ilusión. Como una película de lo que pudo ser nuestro último momento en este mundo, una broma pesada de la vida. Debió haber ocurrido hace algunas horas, tiempo suficiente para que esto —señaló la pulsera— nos dé una dirección.

—Entonces... lo que vi, ¿fue un recuerdo?

—Más o menos.

—¿Y somos fantasmas?

—No —negó con la cabeza, divertido por la pregunta— éste es el mundo de los Inconscio y los Mortos, bienvenida.

—No entiendo— respondió simplemente después de haberlo procesado varias veces.

Alex, cansado de explicar lo que él ya sabía de memoria, habló nuevamente:

—Mortos, la memoria de todas aquellas personas que murieron hace tiempo e Inconscio, toda la consciencia de las personas que aún no mueren... así como tú. —explicó como si estuviera hablando con una chica de preescolar.

—Sigo sin entender varias cosas, Alex. No me llenes de esperanzas falsas porque si no...—amenazó, pero se vio interrumpida.

—Sé que sigues viva porque te encontré mojada por la lluvia. ¡Estás presente en la Tierra, entiéndelo de una buena vez!

Alba de quedó congelada por el tono de voz de chico. Realmente no era culpa de ninguno de los dos. Alex estaba cansado de explicarle siempre lo mismo a los nuevos y de su terquedad. Alba, por otro lado, estaba muy asustada y confundida como para entender su propio idioma.

Alex se relajó en cuando cayó en cuenta de eso, para ella no debía ser nada fácil procesar lo que está pasando y recordó cuando él estaba en la misma posición que ella y, Mery, le explicó todo con total calma y paciencia.

—Lo siento. —se disculpó.

Alba asintió con su cabeza, por más que lo pensaba e intentaba contagiarse de la serenidad que su acompañante tenía minutos atrás, todo eso seguía siendo muy complicado y extraño para su agotada mente.

Por un segundo sintió que necesitaba estabilizarse, que sus piernas le fallaban y que alguien debería sujetarla. Tomó un poco de las escasas fuerzas que le quedaban de su reserva y tragó saliva.

¿Qué pasaría si... si ella llegaba a morir? ¿Qué pasaría con su familia? ¿Simplemente se iría así por así, en un parpadear? No podía acostumbrarse a esa idea.

Se quedó en silencio por varios minutos. Alex carraspeó, llamando nuevamente su atención.

—Bien —dijo— creo que ya terminé con mi obra de caridad.

—¿Qué?

—Sí, ya te expliqué cómo funciona esto y te di tu dirección. Misión cumplida. Hasta luego, buena suerte, fue un placer. —se dio media vuelta.

—¡Qué! ¡No te vayas por favor! Por favor...—le suplicó, con sus ojos volviéndose a llenar de lágrimas y su voz rompiéndose cuando menos lo quería.

Alex la escuchó, pero siguió caminando. Alba lo veía marcharse. De repente, se detuvo por unos segundos, pero sacudió su cabeza y siguió caminando. Se detuvo nuevamente y se dijo así mismo que esto no podía estar pasando. Rendido, se dio media vuelta y tomó a la chica del brazo.

—Está bien, terminemos con esto.

—Gracias— susurró la chica.

—Como sea.

Caminaron por un tiempo, ambos en silencio. Alex pensaba que se estaba metiendo en donde no debía, mientras Alba trataba de unir todos cabos sueltos, grabarse todas las palabras que Alex le había dicho y preguntarse por qué la chica rubia de esa mañana había predicho su accidente. Se le ocurrió que quizás ella lo había ocasionado.

Una vez que llegaron al hospital, entraron por la sala de emergencias. El típico olor de los hospitales inundó la nariz de Alba y un escalofrío le recorrió la espalada.

Alex entró en un espacio que decía "Sólo personal autorizado", Alba se alarmó y le dijo que eso estaba prohibido. Alex se rió y le recordó que nadie más podía verlos.

La vergüenza se hizo presente en ella y prefirió guardar silencio.

Después de pasar algunos historiales médicos que también empezaban por la letra A, Alex encontró el de ella.

—¡Eureka! —gritó—Alba Stone. 17 años. Sala de emergencia. Operación. —Alex guardó silencio y de reojo quiso ver la reacción de la chica. Ésta estaba mirando al suelo, totalmente estática. Continuó leyendo— Accidente de tránsito. Habitación 8B.

Cuando terminó de leer, un grito se escucho en la sala, inundando el lugar hasta los pasillos.

Se trataba de una mujer agitada y preocupada, gritando el nombre de su hija. Era la madre de Alba.

Varias enfermeras intentaron tranquilizarla, pero ella seguía llorando, casi se desmaya cuando le informaron que su hija estaba en operación.

Ver esa escena rompió a Alba. No sabía cómo reaccionar y, por alguna razón, se sentía culpable.

Quiso gritar, patalear e incluso vomitar.

Necesitaba despertar inmediatamente. Mejor dicho, debía despertar.

*****

Editado Dic. 14/2017

(Este capítulo me gustó mucho.
Voten y comenten.
Besos, bye.)

Como cuando wattpad decide que es gracioso cambiarte los guiones :)

¿Sigo viva?Where stories live. Discover now