Extra: El sabor de la felicidad

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El magnífico cielo parisino estaba en tonalidades naranjas. El momento donde el día se transforma en tarde. La última ocasión de apreciar la luz del sol antes de que caiga la noche.

Para los infantes, es el instante de dejar de jugar y entrar a la casa. Para los jóvenes, la situación de finalizar con sus tareas. Para los adultos, el momento de ir a descansar. Ya que después llega la noche. Algunos le temerán a la oscuridad. Las penumbras podrían causar miedo. Las siniestras sombras en las paredes que son producto de la imaginación o el alumbrar de la luna. Pero no existía motivo por el cual inquietarse.

Ladybug y Chat Noir preservan la bella ciudad de París.

Así como Adrien y Marinette viven al compás de sus vidas. Juntos. Felices. En paz. La familia que han formado gracias a la unión y a su corazón es lo que más les llena de dicha.

Adrien nunca perdió la esperanza de volver a sentirlo. Sentir el amor. El cariño. Talvez de una manera diferente, pero totalmente indescriptible e irremplazable a la vez.

Marinette es la llama que alumbró su vida. Apartó la inseguridad, la soledad y el rechazo de su alma, para cambiarlo por el calor de un sentimiento lejanamente conocido. Ella siempre será uno de sus más preciados amores. Porque ella le brindó la familia que él había buscado por tanto tiempo.

Para los infames en el exterior, nadie le puede tocar ni un pelo. Ni a ella ni a sus hijos. Sus preciados tesoros. Nadie le arruinaría la felicidad por la que tanto luchó. La felicidad que le hizo falta por un largo tiempo y que la encontró en la más honesta, afectuosa, cordial, y amorosa persona que haya pisado el planeta.

No existía desamparo ni melancolía por la que él padezca. Ningún sentimiento borroso moraba por la mente del rubio, y nunca lo haría. Lo único que conservaría del pasado es el vívido recuerdo de su madre, que la mantendría toda la eternidad en su corazón.

El rubio suspiró formulando una ligera sonrisa en sus labios. La vida jamás pudo acabar con él ni con sus deseos. Hizo bien en nunca rendirse ni tener un corazón de piedra. A su alrededor, el olor de las orquídeas se hizo presente. El patio era grande, por lo que le sorprendió captar ese olor teniendo distintas plantas.

La brisa del aire lavó su rostro y despeinó su cabello en una forma que su esposa conocía a la perfección. Cuantas experiencias le recuerda. Gracias a aquello, está eternamente apegado a la mujer que ama.

Se levantó y paseó por su jardín. Las flores coloreaban las hojas y el pasto verde. Además de que manifestaban sus olores.

Unos brazos rodearon su cintura y sintió un ligero peso en su espalda. Seguido de esto, un sencillo beso en su mejilla. La peliazul lo soltó y le tomó la mano.

- ¿Qué haces aquí afuera?- preguntó su melodiosa voz. Él le plantó un beso en los labios.

- Solo pensaba en como mi vida ha resultado mejor de lo que pensaba- contestó mientras volvía al asiento. La azabache sonrió.

- Me alegra saber que estás feliz- Adrien la abrazó. Nunca dejará de pensar en los demás antes que en ella misma.

- Yo siempre he estado feliz a tu lado princesa, y más aún con esos pequeños traviesos- dijo provocando una risa en su mujer.

- Me pregunto de quien lo sacaron- mencionó divertida. El rubio colocó una mano en su pecho sin poder borrar su sonrisa.

- Meowch- dijo y la peliazul rodó los ojos.

- ¿Aún sigues con eso?-

- Por siempre princesa- la nombrada rió. Adrien volteó a ver el sol que se estaba ocultando. La giró a Marinette.

- Mira- susurró. Ella obedeció.

El sol daba paso a la luna, que traía con ella las estrellas y la noche. Ya no le temía a la noche, ni lo que ella escondía, porque sabía que había alguien que estaría a su lado ayudándola y protegiéndola. Era un momento perfecto que apreciar. Se giró y se acercó al rostro del rubio.

- No te cansas de mostrarme maravillas, ¿Verdad gatito?-

- Nunca bichito- contestó sonriente. Sus rostros quedaban a centímetros de distancia. Sus narices se rozaban.

- ¡Papá!- gritó el infante deslizando la puerta de vidrio para salir al patio con la otra pequeña. Los pies descalzos de ambos hicieron contacto con el césped. Ligeros cosquilleos pasaron por sus dedos. Pero ya estaban acostumbrados. A pesar de los reniegos de su madre.

- ¡Cállate Hugo! Se iban a besar- protestó la niña a su lado inflando los cachetes.

- Asco Emma- dijo poniendo una mueca. Marinette soltó una risita y separó a su marido con su dedo índice. Adrien corrió hacia el peliazul y lo levantó.

- ¡Ahora no te escapas!- exclamó Adrien mientras su hijo trataba de huir de las cosquillas de su padre.

- Es un tonto- suspiró Emma abrazando a su madre. Le encantaban los momentos románticos que sus padres tenían. No entendía como ella y Hugo podían ser mellizos.

- Lo sacó de tu padre- contestó Marinette.

- ¡No soy tonto!- se quejó Hugo caminando hacia su hermana.

- Claro que sí. Pero no importa, igual te queremos- dijo Emma sobando su cabeza. Adrien los sorprendió por atrás y los cargó.

- Ustedes son los niños más encantadores del mundo, eso si lo sacaron de mi. Y la belleza la sacaron de su madre, la más hermosa de todas. Pero el próximo será rubio- dijo y Marinette rodó los ojos.

- ¿Tendremos un hermanito?-preguntaron los mellizos.

- Talvez- contestó la peliazul mirando a su esposo. Un tercer hijo no estaría mal.

Adrien rió y bajó a los pequeños. Se cogieron de las manos de su mamá y entraron a la casa. Su padre detrás de ellos. No sin antes dirigir una mirada al cielo ensombrecido.

La luna redonda y llena era el centro de atención. Y estaba rodeada de pequeñas estrellas a la vista de cualquier persona.

Esbozó una sonrisa. Sabía que jamás estaría solo. Y que nunca más el dolor y la oscuridad dominaría su vida. Porque su vida era su familia.

Familia a la cual amaría hasta el resto de sus días y que recibiría devuelta ese amor. Todo cariño garantizado. Ya sea de parte de sus bellos hijos o su incomparable esposa.

Era amado, y Adrien no volvería a dudarlo.

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Hola lectores!!! Bueno, hasta aquí llego. Esta es mi despedida para este fanfic y para todos ustedes. Nuevamente gracias por su apoyo. Espero que les haya gustado, y que el espíritu miraculer continue. Pueden leer mis otras historias si quieren.

Hasta el siguiente fanfic

Miraculousteen

Protegerte Es Mi Deber /MARICHAT/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora