Capítulo 8

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Seguimos cabalgando hasta que el sentimiento de emoción se me fue pasando, y eso no fue hasta entrada la noche. Paramos en un pequeño prado.

—Dormiremos aquí —les informé bajando del caballo–. Vamos a descansar ahora para mañana despertarnos lo antes posible.

Me tumbé en el suelo, pero Kenny dijo:

—Como no nos digas el motivo por el que llevamos cabalgando toda la tarde...

—Lo había olvidado –exclamé poniéndome en pie— Siento haber sido tan impulsiva, pero...

—¿Qué? —exclamó Sila.

Permanecí unos segundos en silencio y finalmente, contesté:

—Voy a empezar una guerra.

Todos me miraron muy extrañados.

—Ahora ya estoy seguro de que me estoy volviendo loco —añadió Kenny.

—Pensad en la historia: ¿hay alguna otra manera por la que la gente consigue tierras? Con dinero tal vez, pero no podemos reunir la suficiente cantidad de dinero como para conseguir que Philip renuncie.

Me contemplaron desconfiados. Suspiré.

—Mirad, aún no sé los detalles y tengo tan poca idea de cómo voy a llevarlo a cabo como vosotros. Pero sé que es la única manera.

—De todos modos, no te precipites. Podemos pensarlo más y seguro que...

—No, Kenny. Es la única y, por consiguiente, la salida más segura. Aunque eso no quiere decir que sea sencilla y... —Todos se dirigieron miradas cómplices y salté—: ¡Vale, lo pillo! ¡Ahora soy la loca!

—No eres la loca, solo... —Kenny era el único que parecía atreverse a hablar conmigo, pero enmudeció de repente.

—¿Qué? Acaba la frase, por favor. No estoy loca, pero...

—Estás siendo un poco impulsiva. En una guerra mueren personas –Pero le corté de nuevo.

—Gracias por facilitarme la definición de guerra. Pero, para tu información, ahora mismo están muriendo personas por culpa de ese imbécil. –Todos se quedaron en silencio de nuevo–. ¿Sabéis qué? Para estar con personas que no creen en mí, me toman por loca y no me apoyan... Ya podéis seguir con vuestras vidas cruzados de brazos. Esperando a la muerte. Me voy a dormir.

Me volví a tumbar en el suelo de espaldas a ellos, pero como siempre, Kenny fue el que habló:

—Lo siento. Creía que esto no era más que un impulso de furia por la respuesta del rey... Pero ahora veo que esto va más allá y que realmente te importa. Estaré dispuesto a colaborar en cuanto me necesites.

Los demás también pidieron disculpas atropelladamente hasta que me vieron abrir la boca.

—Siento haberme enfadado tanto, ha sido demasiado precipitado y no debería haber dicho eso... Os necesito.

—Como dices, lo mejor será que vayamos a dormir para llegar a la ciudad lo antes posible –dijo Voron–. Majestad –añadió guiñándome un ojo. Sonreí y nos acostamos.

Llegamos a la ciudad al tercer día, pero como corrimos más, era por la mañana. Voron y Sila les llevaron los caballos a sus dueños y nosotros nos dirigimos a la casa amarilla.

—Id yendo, tengo que ir a hacer una cosa.

Salí corriendo y no tardé en llegar a aquel jardín oscuro y escalar la valla.

—¡Laver, Laver! –grité sin aminorar el ritmo–. ¡Laver!

Afortunadamente, se encontraba allí.

Heredera #1Where stories live. Discover now