Capítulo 24

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Pasé bastante rato sin encontrar nada interesante aparte de la curiosa estructura del edificio; exceptuando este hecho, era un castillo bastante común.

Cuando pasé por delante de unas grandes puertas, oí gritos. Rápidamente las abrí y vi a una chica de diez u once años chillándole a otro chico de su edad.

—¡Déjame en paz! –exclamó ella y se giró hacia nosotros en cuanto oyó la puerta–. ¿Y tú qué quieres?

—¿Qué está pasando aquí? –pregunté.

—Ni es de tu incumbencia ni debe importarte –contestó la chica cruzándose de brazos.

—Ese vestido parece caro, así que debo suponer que eres otra de las hijas de la reina. De hecho, creo que yo tenía uno igual.

Ambos captaron la indirecta y aunque el chico le apresuró a hacer una reverencia, la chica no me miró de una forma diferente.

—Me da igual que seas la futura reina. Mis asuntos son mis asuntos y punto.

—¡Taera! –exclamó el chico.

—No pienso rectificar, Duglas. Lo dijo completamente en serio.

—Me parece que tú y yo nos vamos a llevar muy bien –dije sonriendo.

—Yo le diré lo que pasa –se apresuró a decir Duglas–. Taera estaba, como de costumbre, en la biblioteca. La señora Taeliyah Winterblood me pidió que viniera a buscarla para que fuera a arreglarse para la comida y Taera se ha negado.

—En primer lugar, no quiero cambiarme. En segundo, –Miró a Duglas y añadió—: eres un idiota. ¡Estás todo el día viniendo a molestarme a la biblioteca! ¡Y la mayoría de las veces mi madre ni siquiera te pide que vengas!

—¡No tengo nada más que hacer en este castillo! –exclamó él.

—¿Por qué no te vas a jugar con mis hermanas? ¡Jemna estaría encantada!

—¡Es mucho más tonta que tú! –se quejó.

—¡Pues ella será reina algún día!

—¡Tú estarías mucho más capacitada!

—¡Pues si te casaras con ella igual podrías hacer que fuera más inteligente, seguro que te haría caso!

Intenté no reírme, pero no pude reprimir una sonrisa. Nunca había visto a dos personas empezar una pelea tonta y acabar haciéndole cumplidos a la inteligencia del otro. Resultó muy cómico además de que no pude evitar pensar que igual acabarían siendo mucho más que amigos.

—¡Tampoco quiero pasar todo el día con Natlee y Keena! ¡Keena tiene cinco años!

—¡Pues ve con Brittella, que tiene cinco meses, igual te caen mejor las que no hablan!

—¡Eres insufrible! ¡Voy a decirle a la señora Winterblood que no quieres cambiarte para la comida! –gritó el chico dando grandes zancadas hacia la puerta.

Taera empezó a murmurar algo y se sentó de mala gana en el sofá. Cogió el libro que tenía a su lado y siguió leyendo. Me senté a su lado y ella no tardó en fulminarme con la mirada.

—¿Ahora qué quieres?

—Me encanta este libro –dije después de inclinarme para ver su título.

Siguió mirándome como si fuera a matarme, pero su expresión se relajó un poco.

—¿Te gusta leer? –preguntó.

Heredera #1Where stories live. Discover now