Capítulo 16: La perfección de Earth

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Astarté se encontraba en el palacio venusino observando todo lo que acontecía, tanto en la Tierra, Júpiter y en un mundo diferente a estos ya mencionados. Por su parte Marduk se encontraba a las afueras del palacio, observando a lo lejos con su gran visión el planeta Tierra, notando que una energía había desaparecido por completo en ese lugar; y que a su vez ciertas fuerzas desconocidas llegaron a un mundo al que ellos llamaban Céfiro.

– ¡Mi señora! –Grito Marduk–. La presencia de Sailor Venus ha desaparecido, parece como si estuviese muerta, y dos fuerzas extraordinarias con una energía tremenda han llegado a Céfiro.

– ¡Que! –Respondió Astarté–. ¡No puede ser posible! Venus estaba con sus amigas y jamás me di cuenta que su energía iba desapareciendo. Y respecto a Céfiro no comprendo que estará pasando en ese lugar. ¡Es imposible que se me haya escapado algo, eso es imposible!

Astarté volteó enfurecida golpeando a uno de sus guardias de baja categoría hasta destrozarle la cabeza a golpes.

– ¡Mi señora, tranquilícese! –gritó Marduk.

Astarté sentía una furia inmensa al saber que Minako se le había escabullido, para ella eso significaba haber perdido una batalla muy importante pues su idea era destrozar a la emperatriz de Venus antes de que ésta pudiese obtener ese equilibrio que tanto necesitaban las Sailor y como no pudo darse cuenta que alguien se le había adelantado estalló en cólera.

– ¿¡Cómo pudo pasar esto!? ―Exclamó colérica la reina de la oscuridad―, juro que no volverá a ocurrir. ¡Desde ya envía a los Edimmu para a que maten a la mayor cantidad de humanos! ¡No me importa que las senshis estén ahí lo que deseo es matar humanos!

Marduk obedeció y no sólo envió a sus demonios; también envió demonios del ejército de Ereshkigal para asesinar la mayor cantidad de humanos posible. En total eran un millón de Edimmu liderados por el comandante Alu. Todos eran demonios muy fuertes, fieles sirvientes de los dos generales más poderosos de Astarté. El ya mencionado Alu era el comandante supremo de esas tropas quienes, aun así, no eran los ejércitos más poderosos de ambos generales.

Los demonios extendieron sus alas y con espada en mano emprendieron el vuelo dirigiéndose a la Tierra dispuestos a matar sin piedad a todos los terrestres.

Por su parte Enlil estaba ya en el planeta Júpiter con su inmensa tropa; mientras Motoki se encontraba al frente de su, también, numeroso ejército, el cual era apoyado por sus aliados venusinos al mando del comandante Acis y de los selenitas comandados por Neprhite. Los ejércitos estaban frente a frente y Enlil, sin perder el tiempo, envió a su general Anshar para que diera inicio su ataque.

Por su parte las tropas de Dumuzi se dispersaban por el inmenso planeta para destruir a la mayor cantidad de seres vivos; lo mismo hizo Enlil al dispersarse por otro lado con sus tropas y hacer lo propio, matar seres vivos.

El planeta era gigantesco y Motoki se dispuso a perseguir al jefe supremo de la invasión, mientras tanto, Acis y Neprhite se encargaban de la persecución de Anshar y Dumuzi.

Los Edimmu viajaban a la velocidad de la luz y estaban prontos a llegar al planeta Tierra.

Mientras tanto Selene se encontraba revisando un libro sobre historia universal y mitologías antiguas, llevándose un gran impacto al descubrir que Inanna era el nombre sumerio de la antigua diosa Astarté, quien estuviera vinculada íntimamente con el planeta Venus; y a su vez con la misma luna.

– ¡Increíble! ―dijo Selene―. Es posible que este mito sea una realidad o mejor dicho; es un hecho que aquellos hombres de ese tiempo creyeron que sólo era un mito cuando en realidad esa bestia femenina era...

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