Fugitiva

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[Continua...]

'A veces las personas que más ayuda dan... son las que más necesitan. He vivido toda mi vida cambiándome de hogar. No he pasado ni un año en una casa fija. Todo eso se lo debo a mi padre y a mi madre. Su trabajo... siempre ha sido tan cambiante, como la vida misma.

Algunas veces, solo por un segundo, trato de cambiar. Al llegar a una ciudad no sabes cómo te van a tratar y a veces, en mi situación, es mejor que me traten mal para odiar el lugar y no sufrir cuando me vaya.

Paysandú fue la maldita excepción. Conocí a un chico, que me llevó a su seno de amigos, me aceptaron prácticamente al instante y finalmente me topé con una persona... a la que no podría ni quisiera olvidar.

Ve, tú eres mi excepción y ahora no me importa el lugar a dónde esté, siempre estoy queriendo volver a ti.'

La noche estaba por caer en Bonete; en la cabaña y en el patio se empezaron a encender las luces. Justo en la entrada había un par de chicos platicando.

Un poco más lejos de la casa, casi iniciando el camino que dirigía a la ciudad, se encontraba Zeta acostada sobre un pequeño tronco, meditando sobre lo que su vida ha sido y Joao, a su lado en silencio admirándola. Ambos sentados en un pequeño árbol caído, mirando desde ahí la cabaña.

—Tengo que irme –comenzaba la chica, limpiándose un par de lágrimas que rodaban en su rostro.

—¿Huyes de nosotros de nuevo? –preguntó Joao un poco triste por la noticia.

—Claro que no, Jota –volteó a ver a los chicos jugando en la nieve con Noelia—, yo también tengo una familia, ¿sabes?

—Me hubiera encantado conocerlos –dijo él cabizbajo.

Zeta vio al cielo, como las estrellas empezaban a nacer en el firmamento. —No son de aquí, de hecho mi padre es de muy lejos –sonrió.

—¿Qué tanto?

—Del otro lado del mundo, Japón.

—Uh, eso sí es lejos. ¿Y te irás allá? –preguntó en voz baja, tratando de evitar la respuesta.

Negó con la cabeza. –Llevamos años viviendo en Chile, yo nací allí.

—¿Santiago? –trató de adivinar el moreno.

—Putre, un pueblito parecido a Bonete, al norte, muy al norte del país.

—Algún día me gustaría conocerlo –acercó su mano a la de la chica.

Ella sintió el roce de sus dedos con los suyos y sonrió aunque rápidamente quitó su mano.

—Ya habíamos hablado de esto.

—Lo sé, solo que volver a verte... es brutal. Me encanta que estés bien, que cuides a Ve... y tú luces...genial –dijo apenándose de la cara con la que lo veía la rubia.

—Eso fue al principio. Cuando acaben las vacaciones habrán pasado 3 meses desde su lesión. Tengo muchas esperanzas de verlo correr de nuevo –Zeta trató de desviar por completo el tema de su apariencia.

—¿Ya camina?

Ella sonrió, no podía evitar sentirse jovial. Mientras asentía tratando de no llorar de la felicidad. –Sí, ¿puedes creerlo? La verdad el Ve que les comenté fueron los primeros dos meses. Si miraras este Ve... pensarías que nada jamás le pasó.

—Me encantaría saber de él.

—Lo siento, él no quería alarmarlos. Me pidió destruir todas las cartas... pero creo que si no se la daba a Elizabeth jamás iba a caer en cuenta de todo lo malo que le hizo.

Zenit II: Promesas/decepciones.Where stories live. Discover now