Acto 1

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Bella Unión nos dio la bienvenida, una hermosa ciudad muy parecida a Paysandú, a las orillas del río Uruguay, mucho más al norte del país. Después de este lugar no hay más. Solo vegetación y una carretera larga, inmensamente larga hasta la reversa ecológica.

El conductor nos dejó bajar nuestras maletas en el hotel más cercano a la carretera donde los otros equipos también se iban a hospedar y después de un breve receso abordamos de nuevo hacia la carretera. Ya no había más, todos se notaban desesperados. Argentina llevaba ventaja de un par de horas. Ellos tenían el partido antes que nosotros.

Como caravana el resto de los padres y fanáticos seguían al camión, el autobús tenía una bandera de Uruguay hondeando haciendo notorio nuestro paso. Y el de Montevideo también. Llegaríamos juntos.

—¿Cómo crees que crucemos el río?

—Buena pregunta, Jota, no lo sé.

La conversación de Max y Joao me termina de despertar. Me paré justo al lado del chofer y le pedí su alta voz. El DT estaba medio dormido en el asiento delantero. Encendí el altavoz y llamé la atención del grupo.

—Bien, chicos, como el DT no nos está sirviendo –mofé—es hora de darle caña a esto. Quiero que se pongan sus mejores prendas. Para eso las trajeron. Quiero que se vean elegantes al bajar. Esta es la semifinal del torneo, no otro partido cualquiera. Allá habrá vestidores prefabricados, pero no por eso se perderá el estilo.

—¿Cómo llegaremos a la isla? –gritó uno de los chicos.

El DT se puso de pie entendiendo que era el momento de él para hablar, yo me reuní con los chicos que le hacían una casita a Zeta para cambiarse, solo traía un pantalón holgado de mezclilla y una camiseta negra con el logotipo de Adidas en blanco.

La miré extrañado. —¿Eso es elegante?

—Menos es más –dijo sonriéndome.

—Veamos –el DT comenzó a hablar—; esto es confuso así que lo diré una vez. Cada día de partido, sea la semifinal o la gran final o el partido por el tercer lugar... saldremos del hotel en Bella Unión hacia acá, la misma ruta; al llegar a 'la frontera' tomaremos un pequeño ferri. Un barco de dos pisos, el cual nos llevará a la isla.

—¿Hay un campo en la isla?

—Sí, lo construyeron para el torneo, para darle publicidad al lugar. Todo excepto nosotros es natural.

Todos echaron a reír.

—Los vestidores son prefabricados y cuando se acabe el torneo simplemente los desarmarán. No hay palcos, todas son gradas de madera. El escenario se ve precoz, ya lo he visto, pero también es hermoso.

Mientras el DT hablaba todos veían por las ventanas como la vegetación se espesaba cada vez más. La reserva ecológica nos daba su mejor sonrisa con un gran arco iris.

—Y eso se repetirá cada partido. ¿Entendido? –finalizó el DT, llamando la atención de todos.

Todos gritaron y patalearon, estaban listos para esto.

—¿No es un poco cansado tener que hacer todo este recorrido siempre? –preguntó Max el cual portaba una bermuda café y una camisa de tres curtos azul, aunque nadie le contestó. Todos se quedaron estupefactos al bajar del autobús.

El puerto estaba resguardado muy bien por la policía del lugar. Era la única manera de entrar a la isla. Al final de cuentas era territorio internacional. No era de Uruguay, ni de Argentina. Sino de Brasil.

Zenit II: Promesas/decepciones.Where stories live. Discover now