LA MALDICIÓN DEL CAFÉ

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LA MALDICIÓN DEL CAFÉ

¡Maldita mi suerte!

Observé el café derramado en mi hermosa blusa blanca. Tan de mala suerte había empezado el día que ni un trago le había dado ¿Cómo diablos derrame un perfecto latte? Negué con la cabeza tomando la servilleta para secar un poco el desastre que había ocasionado. Fraag me observaba de lejos el cabron muriéndose de la risa. ¡Genial!

―¿Te quemaste? ―Krista llego bastante preocupada. Tenía el maquillaje listo y una bata puerta para no ensuciar la ropa del rodaje de hoy.

―Esta mierda está caliente, pero duele más haber desperdiciado un latte que me costó diez dólares que ni siquiera probé.

―¿Y la blusa? ―Krista frunció el ceño intrigada por la mancha ―. Es la que te regale para navidad el año pasado.

―Es café, espero se quite con una lavada.

―Lo dudo, manchaste toda la blusa, eres un desastre.

―Sabes que si se quita, igual la llevó a la lavandería para no dejarla sucia.

Me senté frustrada por lo que acababa de suceder. No solo me pasaría todo el día manchada, si no que mi playera era blanca y el café iba a resaltar mis pechos mojados. Debí traer suéter, pero con el calor que está haciendo hoy nunca lo pensé.

Revise mi agenda, limpiando lo que se manchó por el incidente, al menos no llego a más. Recuerdo un día que Krista derramo una cerveza en el libro que leía ese momento. No sé si alguna vez experimentaron lo que es querer matar a tu mejor amiga, bueno, en ese momento fue lo que sentí.

Me transforme en Freddy Krueger en las peores pesadillas de los adolescentes. Leyla y Krista se rieron demasiado de mí en ese momento que deje de ser Elena Stone y pase a ser Elena Krueger Stone.

―Elena ―Max me llamo desde la mesa en la que estaba sentado con Fraag ―¿Tienes un minuto?

Me puse de pie, tomando mi ipad por si debía tomar notas de algo o ver horarios. Siempre hacíamos eso a primera hora del día para estar sincronizados los tres. Me senté frente a ellos notando como Max me observaba con una cara de asco.

―Es solo café, Max ―me defendí dándole una mala mirada ―. Además es la última moda en diseño de blusas blancas.

Fraag levantó la vista con una deliciosa sonrisa en sus labios.

―No estoy diciendo absolutamente nada.

―No necesitas decirlo, el lenguaje corporal es suficiente ―coloqué la clave de mi ipad para desbloquearla ―¿Empezamos?

―Absolutamente.

Fraag no decía aun absolutamente nada. Solo me observaba con intensidad. Imagino que debe de estar pensando igual que Max, que soy un desastre con cafeína encima, totalmente sucia.

Organizamos todo el día de Fraag en diez minutos y nos dispersamos a hacer lo que teníamos que hacer. Normalmente planeamos en la noche y ajustamos cosas en la mañana, pero ayer Fraag y Max tuvieron algo que hacer y no pudimos juntarnos.

Llegué al camerino de Fraag cargando las botellas de agua que acostumbraba a tomar. El muy mierda tomaba Voss, agua traída de un puto manantial de Noruega. Lo único bueno es que esa botella tenía eco refiles para volver a llenar la botella de vidrio y ayudar al medio ambiente, la verdad ese era un punto a favor de Fraag. El ayudar al medio ambiente era bueno. Yo no tenía la plata para compararme agua de Noruega con envase de vidrio diseñada por Neil Kraft, pero sí tenía mi botella de hule la cual llenaba de agua todo el tiempo. Cada loco con su plata económica.

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