cuarenta y seis

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Narra Chanyeol.

Sin duda hoy era uno de esos días que solo quería quedarme mirando la televisión mientras comía palomitas de maíz y sostenía a una chica entre uno de mis brazos. Era un día perfecto para aquel plan: nublado, frío y el cielo negra, parecía que una tormenta llegaría por la noche. Sabía que a Hyenim le agradaría, le gustaban las tormentas, el ruido de las gotas chocando contra el asfalto y también, contra su ventana. Mokpo tenía un aire más antiguo cuando la lluvia caía sobre la Ciudad empapando todo, tomé mi teléfono de la mesa de luz sin antes sonreírle a la foto del cuadro -Hyenim y yo abrazados y otra en la cual nos estábamos besando, era una linda fotografía-, y marqué el número de Hyenim. Tardó en contestarme; era la tercera vez que llamaba y al tercer tono me contestó, una tranquilidad invadió mi cuerpo y pude despreocuparme. Su tono de voz sonaba alegre, pude -de alguna manera- notar que una sonrisa se expandía por sobre su rostro cuando le llamé 'amor'.

Escuchar su risa en la mañana era como escuchar a los pájaros cantar, era demasiado hermoso porque ella era hermosa. Además, verla reír o sonreír era como lograr un milagro, así de bello y así de perfecto.
Hablamos por unos cuantos minutos hasta que ella mencionó que debía cambiarse ya que, empezaba a sentir el frío. La razón por la cual no me había contestados las llamadas era porque se estaba dando un baño y con los ruidos que provocaba el agua artificial contra la cerámica fue imposible escuchar el tono de llamada sumándole que el celular estaba en la alcoba y no en el baño junto a ella.

Bloqueé el teléfono cuando finalicé mi conversación con Hyenim, y me quedé mirando mi habitación, esta era un completo desastre: ropa tendida por el suelo, la cama y la silla del escritorio; bolsas de comida chatarra, latas de soda por el piso y cajas de pizza debajo de la cama. Mi habitación estaba hecha un lío, mi madre siempre decía que no entendía como podía vivir entre toda esa basura y el olor que producía, yo suponía que sólo lo decía para que ordenara un poco pero nunca me di cuenta de que estaba acostumbrado a todo eso. Me paré de un golpe y fui hacia la cocina a grande zancadas, busqué bolsas de conserje entre los cajones y saqué dos de estas, tomé un tapo de piso y el canasto de la ropa sucia.

Nunca, jamás pensé que iba a ordenar mi pieza por una chica, por un momento me quedé pensando en que a Hyenim no le importaría pero después supe que quería dar una buena impresión. Mi madre entró por la puerta con unas dos bolsas colgando de sus manos y al verme con todo esto; sonrió.

-Bueno, le agradeceré a Hyenim por venir a esta casa -Dijo Sunhwa-, gracias a ella limpiarás el basurero de tu habitación.

-No es un basurero. -Me quejé como un niño pequeño-Así es la pieza de cualquier adolescente, además... La mía es bastante normal, algunos chicos tienen posters de chicas desnudas en sus paredes. Yo solo tengo... paredes negras.

-Si pero apuesto a que ellos no viven entre la basura, Channie.

-Puedo jurar que tú también tuviste una habitación... Viviste entre la basura, yo lo sé.

-Mi alcoba siempre permanecía ordenada porque soy una chica y las chicas suelen ser mucho más ordenadas que los hombres.

- ¡Eso es mentira!

- ¿Cómo es la pieza de Hyenim?

-Limpia y ordenada.

- ¿Y la de su padre? Alguna vez has entrado para poder responder esto.

-Desordenada.

Mi madre sonrió y me guiñó un ojo. Llegó a la encimera y dejó las bosas en la misma, se dio media vuelta mirándome con una sonrisa satisfactoria en los labios y los brazos en la cintura. Estaba radiante hoy en día, le besé la frente -tuve que agacharme para realizar esta acción- y me fui para mi habitación, para el basurero.

LET ME DIEーP. CHANYEOLWhere stories live. Discover now