P.2 Bodega

618 60 4
                                    


Parte II

La luz blanca penetró en mis pupilas tan bruscamente que provocó un punzante dolor en mis ojos los cuales terminaron de abrirse pesadamente encontrándose con una vieja y oxidada lámpara que daba directamente a mi rostro.

Cuando me hube acostumbrado a la fuerte luz visualicé el lugar en el que me encontraba: una especie de bodega vieja probablemente abandonada.

Las paredes hechas con metal raído y oxidado expulsando un desagradable olor a hierro viejo.

Montones de paja estaban apilados en las esquinas y algunas partes del techo en un intento de cubrir las múltiples goteras, logrando que un nido de ratas se estableciera en tales lugares. Había un par de barriles con agua amontonados en el fondo de la habitación donde la luz llegaba con muy poca intensidad, sin embargo tales objetos me parecieron desagradables y peligrosos.

Con pesadez paseé mis ojos por el área y me encontré con el cuerpo de Steve abandonado en el suelo a la mitad de la habitación con una de sus piernas atada con una cadena a un gran bloque de cemento.

Tenía la playera rota y manchada de sangre, en su piel había hematomas de diversos tamaños y colores causándome un escalofrío en todo el cuerpo, me preocupé.

Intenté levantarme con fuerza y rapidez sin percatarme que mis muñecas se encontraban atadas con un par de esposas a la silla donde me encontraba, por lo que con tal acto se me clavaron en la piel causándome un dolor punzante y nada placentero. Giré mi vista con desagrado hacia la silla y me di cuenta que sería imposible moverla puesto que se encontraba firmemente atorada en el suelo, gruñí.

—¡Steve! —exclamé con cautela, ansiosa a una respuesta, pasaron unos segundos en los que no obtuve ni un solo movimiento como señal de vida y mi corazón comenzó a acelerarse preso de la preocupación, sin embargo lentamente los músculos de sus brazos comenzaron a tensarse y con esfuerzo y dificultar Steve logró colocarse de lado, exhalé de alivio al ver que se encontraba vivo.

Lentamente giró su rostro y pude darme cuenta que se encontraba completamente hinchado por los fuertes golpes, sus pómulos morados y sus labios anteriormente rosados llenos de heridas y sangre por la barbilla, su cabello estaba revuelto y sucio.

Al contemplarlo de aquella forme nuevamente intenté ponerme de pie, sin lograr absolutamente nada mas que lastimarme las muñecas.

—Nat... —comenzó a decir en apenas un susurro mientras abría sus ojos lentamente, mirándome— ¿te han hecho daño?

Con su repentina pregunta por primera vez desde que había abierto los ojos pensé en mí misma y fue entonces cuando me di cuenta que me encontraba en tan solo ropa interior y que tenía múltiples moretones en mis brazos y piernas y uno de mis labios se había abierto con seguramente un fuerte golpe.

—No, estoy bien. —dije, intentando no preocuparlo— te ves terrible, debo ayudarte.

Giré mi rostro con impaciencia en distintas direcciones en busca de algo puntiagudo con el cual me pudiese liberar y después de rebuscar encontré la cuchilla de una navaja que se encontraba tirada en el suelo cerca de donde yo me encontraba.

Estiré una de mis piernas lo más que pude y con mis pequeños dedos la acerqué a mí cuidando que no se escapara, con estos mismos la levanté y cuando estuvo lo suficientemente cerca de mi rostro la tomé entre mis labios e introduje la punta en la cerradura, después de batallar unos minutos escuché un clic y supe que había logrado abrirla.

En cuanto estuve libre me levanté de la silla y corrí junto a Steve tomándolo del rostro y admirándolo, se veía terrible.

—Steve... ¿Qué te han hecho?

Me miró por unos segundos y una diminuta sonrisa comenzó a formarse en sus labios.

—Estás bien. —fue lo único que dijo mientras ponía su mano sobre la mía, sonreí conmovida por sus palabras.

Lo más lento que pude para no lastimarlo acomodé su cuerpo y puse su cabeza sobre mis piernas, después comencé a acariciar su cabello intentando relajarlo, sin obtener mucho éxito.

Teníamos que hacer algo para salir de este lugar, pero el problema era Steve, yo jamás podría cargarlo, era demasiado pesado para mí y me llevaría una eternidad arrastrarlo hasta la salida de aquel lugar.

Pensé en huir y dejarlo ahí, pero no podía hacerlo, mi corazón jamás me lo permitiría. Por lo que después de pensar en distintas alternativas, decidí quedarme.

Seguía acariciando su cabello cuando vi que tomó un suave respiro y me pidió que me acercara a él.

Tal como lo pidió, lo hice.

—Me gustas —susurró en mi oído— desde hace un largo tiempo atrás. —añadió.

No pude evitar sonreír con nostalgia, de alguna forma parecía como si se estuviera despidiendo de mí, pero yo no quería que se fuera a ningún lado y sabía que no sé iría, era Steve Rogers, el Capitán América, mi compañero y amigo.

Giré mi rostro y lo miré a los ojos, pude observar cada detalle de su rostro y aunque se encontraba sucio y golpeado, lo encontraba agradable, tal vez después de todo a mí también me gustaba.

Me acerqué más y junté nuestros labios, le di un suave beso y después me separé, vi que sus labios ahora eran una sonrisa y me miraba con alegría.

—Creo que también me gustas Steve —susurré mientras le acariciaba el mentón con mi pulgar. La sonrisa de Steve desapareció por unos segundos y me miró preocupado.

—Intentaron tocarte —dijo triste— comenzó a quitarte la ropa mientras estabas inconsciente y no pude contenerme. —Me sorprendí, eso explicaba porqué no traía mi ropa puesta— al menos logré que no te hicieran daño.

Me sentí mal, por mi culpa Steve estaba completamente golpeado y casi muerto, cerré mis ojos con odio hacia mí misma.

—Mírate Steve. No valía la pena.

—¿Por qué no? —preguntó— eres mi chica.

—Pero te han golpeado.

—Pero tú estás bien. Y si tú estás bien yo también.

Sonreí, Steve era tan lindo que me era imposible no sonreírle.

Estaba a punto de decirle que me encontraba perfectamente bien cuando algunos gritos desde afuera me interrumpieron. Escuché un par de golpes en la puerta metálica de la bodega y me preparé para pelear, sin embargo cuando se abrió tuve ante mí a Wanda junto con Scott quien simplemente al entrar me miró con picardía.

—¿Nos vamos o qué? —preguntó el castaño con una sonrisa y ambas cejas en alto.

La Pareja que Shippeas [Premio] حيث تعيش القصص. اكتشف الآن