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James

Estos días han sido, de lejos, los más satisfactorios de toda mi vida escolar. Nunca tuve la oportunidad de tener tantos amigos y de seguir correctamente el ritmo de una clase. Me enorgullezco de mí mismo al pensar en lo bien que me he adaptado a este nuevo comienzo. Hace ya bastante tiempo que no hablo con Lizza y es que si algo he aprendido este último mes, es que puedes ser amable con todo el mundo, pero no todo el mundo puede ser amable. Por otro lado, Julia se ha unido a mi lista de mis personas favoritas. Me he dado el placer de estar cada día con ella, enseñándole que hay mucho que disfrutar en el instituto, más allá de cualquier libro. Estando con ella, me he convertido en una especie de títere; ella mueve los hilos aun si piensa que no lo hace. He visto desde la más radiante hasta la más pequeña de sus sonrisas, he notado los distintos tonos de rojo que tiñen sus mejillas cuando esta nerviosa. Sus pestañas kilométricas, el olor de su pelo...Y cada vez que se ríe me siento tan en paz que ni el mismísimo paraíso podría llenarme de tanta calma. ¡Joder! Quiero decírselo. Quiere decirle que me encanta. Que el tono de su voz es lo más sexy que he escuchado nunca y que tiene la piel digna de una diosa. Quiero decirle que me muero por besarla, pero tengo tanto miedo. Ella no es como las demás, y nunca lo será. Es por eso que me gusta. Por eso me enamoré de ella.

Doy golpecitos con la punta de mi zapato, apoyado en uno de los muros del gimnasio. Julia dijo que iba a tomar una ducha rápida, así que le dije que la esperaría. Pero la verdad es que está tardando lo suficiente como para impacientarme un poco. Le dejé un mensaje diciendo si quería que comprara algo para picar mientras la esperaba, pero ni siquiera lo ha leído. Tal vez no debería, pero no puedo evitar pensar que algo no va bien. Y mis pensamientos no van mal encaminados, pues consigo ver a dos chicas salir de las duchas femeninas con una bolsa de plástico y lo que parece ser un tenedor, como los de la cafetería. Julia. Me apresuro con zancadas hasta llegar a la puerta del vestuario y me encuentro un destrozado pomo. Desde fuera, puedo escuchar el agua constante de las duchas. Ella sigue ahí de entro.

- ¡Julia! - le llamo. - ¡Voy a entrar! - exclamo, sin estar seguro de mis propias palabras. Le propino una, dos y hasta tres patadas hasta que la puerta va cediendo y puede verse un poco fuera de su lugar. Con mi hombro izquierdo encogido, me arremeto contra ella una última vez y la puerta se abre, un poco torcida por los golpes. Camino a paso lento, procurando no mirar más que mis pies. - ¿Julia?

- N-no me mires. - y el sonido de su voz llena de tartamudeos nerviosos solo hizo enrojecer mis mejillas. Apoyo mi espalda contra la pared de la primera ducha, al otro lado de Julia.

- ¿Estás bien? - le pregunto, respirando más exageradamente de lo que me gustaría.

- No tengo mi ropa.

- Si, lo siento, ya salgo. Solo quería comprobar que estabas bien.

- No, James. - suelta. - No tengo mi ropa.- me giro unos milímetros hacia los bancos y perchas tras de mí. - No está.

Solo bastaron un par de segundos para que toda la información conectará entre sí e hiciera llegar a mi sistema la orden de salir corriendo. Salí de las duchas a toda velocidad intentando seguir el mismo camino por el que fueron aquellas chicas y , de pronto, la voz de Lizza llega a mis oídos.

- ¿Veis? No era tan difícil. - le dice a dos chicas rubias. - Y pensar que James me dejó por ese montón de grasa asquerosa. ¡JÁ! Que se ha creído - se coloca un mechón sobre sus hombros. - Esto le enseñará que las ratas no deben salir de su alcantarilla. - Una de las chicas se ríe mientras estira su brazo entregándole una bolsa de color verde. Mis ojos parece salir de sus órbitas y salgo de mi escondite.

- Lizza. - la llamo amenazante. Ella parece estar feliz en un principio, pero después su cara se descuadra y agarra la bolsa de un manotazo.

- James, querido... ¿aún sigues aquí? - sigo caminando; no estoy dispuesto a perder más tiempo escuchando cualquier tontería saliendo de su boca.

- La bolsa. - le digo cuando estoy lo suficientemente cerca como para casi embriagarme con el horrible olor de su perfume. Ella pone una cara de disgusto y desvía mi mirada como si así pudiera hacer que desapareciera de allí. - Ahora. - digo tajante. Ella suelta un bufido y estrella la bolsa contra mi pecho.

- Eres un completo idiota, James. - pero yo no puedo escucharla, mis pies se han movido de manera casi automática en dirección al gimnasio y me bastan unas seis zancadas para entrar de nuevo en las duchas. Paro en seco, intentando enfriar mi cabeza y la sangre que parece estar hirviendo bajo mi piel.

- Julia. - comienzo - La tengo. - ella suelta un pesado suspiro con ese balbuceo típico de un lloriqueo y aprieto mi puño sujetando la bolsa. Lanzo esta justo delante de donde ella se encuentra y pronto una mano sale a recogerla. Se deshace de la bolsa de plástico y oigo como comienza a vestirse. Mi cabeza da vueltas e intento desconectar mi imaginación por completo. Esto es mal. Muy mal.

- Pensé que te habías ido. - dice tras segundos de completo silencio. Me siento en la entrada, con las rodillas dobladas y mis brazos sobre estas. Ahora me toca a mi suspirar.

- ¿Como podría hacer eso? - barro mi cara desesperado. - Necesito que confíes en mí. - Otro silencio se hace presente y Julia sale tras de mi, ya vestida y pasando sus dedos sobre un húmedo mechón negro. Un escalofrío recorre mi cuerpo al verla, recién salida de la ducha, con el pelo mojado y la cálida luz que me deja disfrutar del adorable color rojizo de sus mejillas. Tal vez por el agua caliente. O tal vez por que es demasiado dulce como para poder ocultármelo.

- Ya lo hago. - dice. - Confío plenamente en ti.

Gracias por leer <3

Julia [Terminada] (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora