CAPÍTULO 5

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Doña Reina estaba viendo la televisión cuando pasaron un anuncio diciendo que el número ganador de la lotería se anunciaría hoy no mañana.

—¡Pedro! ¡Trae el número de la lotería! ¡Lo darán hoy! —gritó Doña Reina.

Pedro llegó con el número.

El hombre de la televisión dijo:

—El número ganador es: 07 12 14 22 25 30 y 09. ¡Felicidades al ganador o ganadora de 1 millón de córdobas nicaragüenses.

Pedro empezó a saltar y a gritar de alegría porque su número era el ganador.

—¡Gracias a Dios! ¡Ganamos mamá! ¡Ganamos! —gritó Pedro.

Pedro y Doña Reina empezaron a bailar de gozo y Angélica, Mateo y Gabriel estaban muy felices al ver que si iban a poder tener una cena de Nochebuena.

LLEGÓ LA NAVIDAD (25 de Diciembre)

Eran las cinco de la mañana. Pedro y Doña Reina todavía estaban dormimos.
Angélica, Mateo y Gabriel fueron a las habitaciones.

En la habitación de Doña Reina:
Reina estaba dormida y los niños la despertaron. Doña Reina al despertar se sorprendió al ver que Angélica y Mateo tenían alas y pequeñas coronas, además de ellos salía una luz que irradiaba toda la habitación.

—¡Niños! ¿y esas alas? —fue lo primero que dijo Reina.

—Son nuestras, somos Ángeles enviados por Dios para solucionar sus vidas. —dijo Angélica.

—Dios mío.... no lo puedo creer. Entonces ustedes son los responsables de que hayamos ganado la lotería, ¿verdad?—preguntó Reina sorprendida.

—El responsable de eso fue Gabriel. —contestó Angélica.

Gabriel también tenía alas y corona.

—Muchas gracias por todo mis lindos angelitos.

—No tienes que agradecer nada, somos nosotros quienes debemos agradecerte a ti, tú ya recibiste tu recompensa, no es el dinero, sino que tendrás vida eterna después de la muerte y salud interminable antes de tu muerte. —dijo Angélica mientras abrazaba a Reina.

Luego Reina abrazó a Mateo y Gabriel.

—Bueno, nosotros ya nos tenemos que ir, adiós, nunca te olvidaremos. —dijo Angélica despidiéndose.

—Yo nunca los olvidaré, se los prometo. —exclamó Reina.

Los Ángeles desaparecieron.

En la habitación de Pedro:
Pedro estaba dormido y los Ángeles lo despertaron.

—¿Niños? ¿son ustedes?
—preguntó Pedro.

—Sí, somos nosotros, no te sorprendas por nuestras alas, somos Ángeles enviados por Dios para resolver sus problemas. — respondió Angélica.

—Esto debe ser solo un sueño.—exclamó Pedro mientras se frotaba los ojos.

—No lo es, venimos a
despedirnos, pero sobre todo a darte las gracias por cuidarnos. —dijo Mateo.

—Esto es maravilloso, muchas gracias a ustedes, a mi no me tienen que agradecer nada, ustedes son Ángeles. —dijo Pedro maravillado.

—¿Recuerdas la recompensa que te prometimos? —preguntó Angélica.

—Sí, la recuerdo. —respondió Pedro.

—Ya la recibiste, y no fue el dinero de la lotería, sino vida eterna después de la muerte y salud interminable antes de la muerte. —explicó Angélica.

—Que más puedo pedir, si es lo que todo el mundo quiere, gracias. —contestó Pedro.

—Da gracias a Dios, el es quien nos envía. —dijo Mateo.

—Bueno, adiós, nos volverás a ver, pero en tus sueños. —se despidió Angélica.

Los Ángeles desaparecieron.


                  
                          

                                             

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