Parte 1: "Eres perfecto para mí"

966 52 28
                                    

Al día siguiente...

Narra Angela:

—¿Qué es lo peor que podría sucederle a una mujer enamorada?

—Quizá que le rompan el corazón.

—¿Formas de romperle el corazón a una mujer?

—Quizá engañándola.

—¿Cómo? ¿Infidelidad?

—Cualquier tipo de engaño es suficiente, Fraise.

Pestañeo un par de veces, apoyando mi mejilla en mi puño sobre la mesa. Fraise sigue con lo mismo. Necesita inspiración para su nueva historia.

—¿Sabes, Angela? —dice, con aquella mirada perdida en el oscurecido cielo de París, indicándome que, otra vez, va a decir algo descabellado—: Necesito que me rompan el corazón.

—¿De nuevo con eso? —contesto, sonriendo con ironía—. ¿No te fue suficiente con Mauro?

—Es que estuve con él por ese propósito. Lo sabes bien. No llegué a enamorarme, sólo fue... buen sexo.

Sonrío otra vez, acomodando mi cabello detrás de la oreja. Suspiro.

—Fraise, mi querida fresa, no puedes forzar al amor para escribir un libro.

—Lo sé, pero —Baja la cabeza— es especialmente difícil escribir novelas románticas cuando lo único que haces es comer magdalenas de chocolate todo el tiempo, imaginar que estás liada con el chico que te entrega las magdalenas y... Estar con tu mejor amiga, que tiene novio, y que es una escritora malditamente famosa, pero que vive bajo el anonimato. Es extraño. Quiero poder hacerlo.

—Siempre he creído que para escribir un libro debes tener el corazón roto.

—Como te pasó con...

—Sí, con él —La interrumpo de inmediato—. Escribir significa, para mí, el cierre de una etapa. Era una niña de dieciséis. No sabía todo lo que sé ahora, y no vivía todo lo que vivo ahora. No tenía a nada ni a nadie, sólo una computadora y muchas lágrimas por soltar. Solo... pasó. Deja que todo llegue como deba llegar.

—¿Entonces debo conseguirme un mentiroso para inspirarme? Joder, qué complicado.

—Podrías tener una vida aburrida en el mundo real, pero en tu propio mundo puedes tener una vida extraordinaria. Ya te lo he dicho.

—¡Es que no puedo!

Le sonrío. Ah, Fraise. Mi mejor amiga desde Camila y Lucas, la chica que me ha sacado sonrisas, como también me ha sacado de quicio; todo incontables veces.

Escuchando cada paso que dan las personas por mi lado derecho, cada uno encerrado en sus propios mundos, en sus propios problemas y orgullos, paso mis dedos por la suave mesa color caoba sobre la que estamos apoyadas; luego, contemplo mi té. Odio el té.

—Ya, ve, tú misma lo has dicho —comento con diversión, algo distraída—. Tienes la solución ahí, en frente de tus narices. En tu mente, sólo que no lo sabes.

—¿Frente a mí? —Frunce su ceño, y sus ojos color miel se hacen pequeños—. Estás tú. Eres mi mejor amiga, no creo que...

—Fraise, frente a ti.

—¿Qué? —Le señalo con la mirada lo que tiene sobre la mesa, justo frente a ella—. ¡Oh! —balbucea, viendo el mismo lugar que yo—. ¿La magdalena?

—Chocolate...

Asiento.

—¿Con el mesero?

Di que me odias, por favor (DQMAP #2)Where stories live. Discover now