Capítulo 9

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Al fin es el día, después de estar casi una semana trabajando sin parar los hombres y mujeres que se ofrecieron voluntarios para desviar a los herrantes de Alexandría han salido al exterior para repasar el plan una última vez.

He pasado parte de la mañana en casa, pero hace una hora Spencer vino a buscarme para hacer guardia con él en la torre. En este momento afilo una pequeña rama mientras él vigila.

-Pensé en ir con el resto para ayudar, ¿sabes?-me dice.-Pero no quiero dejar a mi madre sola, no ahora. Sé que no es la mejor excusa pero quería explicártelo para no parecer un cobarde.

Aparto la vista de mi tarea y le miro.

-No me pareces un cobarde, ni a mí ni a nadie, solo quieres estar con tu madre porque es un momento duro para los dos.

Él se gira y me mira esbozando una tímida sonrisa, avanza hacia mí y se sienta a mi lado.

-Tú eres la valiente aquí, me contaron lo que hiciste en la zona de construcción de los muros.

-No fue nada, Rick y su grupo me ayudaron y...

-No me refiero a los herrantes, aunque el hecho de ir tú sola a por ellos sea alucinante, me refiero al momento en el que plantaste cara a Tobin. Tienes agallas, creo que este pueblo se está empezando a dar cuenta de eso y les gustas mucho.

Agacho la cabeza y me paso la mano por el pelo. Voy a responderle cuando de pronto escuchamos un grito en el exterior.

-¿Qué ha sido eso?-pregunto levantándome con rapidez.

Spencer me imita y juntos miramos hacia las calles de Alexandría desde la torre. Decenas de hombres y mujeres armados han entrado en la comunidad, corren por las calles atemorizando a los alexandrinos y asesinan sin piedad a todo el que se les cruza. Miro con espanto como uno de ellos acuchilla a un niño que se ha bajado de su bicicleta para correr junto a su madre, que ha sido la siguiente en morir.

-¡April, escóndete!

Obedezo deprisa y me agacho ocultándome entre las paredes de la torre. Él coge su ametralladora y empieza a disparar como puede a los intrusos. En medio del barullo de la gente chillando, Spencer disparando y otros sonidos cuyo origen no puedo adivinar, escucho algo parecido a un motor, sigilosamente gateo hasta la otra mitad de la torre, y cuando veo lo que hay al otro lado de los muros no consigo ahogar un grito. El chico me oye y viene corriendo hacia mí para ver qué sucede. A pocos metros, un camión se dirige a gran velocidad hacia la entrada de la comunidad, como entren nos saquearán y matarán a más personas. Spencer empieza a disparar contra el conductor y consigue darle, pero esto solo empeora las cosas, ahora el camión se dirige hacia nosotros.

-Joder, Spencer, tenemos que salir de aquí.

Él me mira a los ojos, ambos sabemos que no nos va a dar tiempo a bajar. Entonces, como si nuestra mente fuese una, abrimos los brazos a la vez y nos abrazamos con fuerza, de todas las maneras en las que podría morir en un apocalipsis, esta es la más estúpida que se me ocurre. Cierro los ojos justo cuando el camión impacta sobre la torre, todo se mueve y Spencer y yo caemos al suelo, lo siguiente que escucho es un pitido infinito parecido a una bocina, aunque cada vez se va escuchando más y más bajo, morir es más agradable de lo que creía.


Unos brazos me zarandean con fuerza preguntándome si sigo viva, yo solo puedo ronronear mientras asiento.

-Dios mío, menos mal que sigues aquí.

Los brazos de Spencer me cogen y empieza a moverse, yo voy abriendo los ojos poco a poco dándome cuenta de que no estoy ni en el Cielo ni en el Infierno, estoy en el mundo real, que es mucho peor.

Until Death Do Us Apart |Daryl Dixon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora