Epílogo

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Cuando era pequeña solía tener muchas pesadillas. Soñaba que unos monstruos malvados querían hacerme daño, algunas veces incluso querían matarme. Tuve que crecer para darme cuenta de que los monstruos en realidad eran humanos. Había noches en las que llegaba a tener muchísimo miedo, y cuando me levantaba después de haber estado a punto de morir, cerraba la puerta de mi cuarto para no despertar a Nathan y Grace y me apoyaba en ella para después llorar. Mis padres me escuchaban de vez en cuando, pero estaba tan aterrada que no les dejaba entrar por miedo a que no fueran quienes decían ser, por lo que se limitaban a apoyarse al otro lado de la puerta y a hablar conmigo para que entrara en razón y abriera.

Años después sigo teniendo esa estúpida costumbre, y en este mismo momento estoy demostrándolo una vez más. Me gustaría que mis padres intentaran convencerme desde fuera o que no pudiera hacer ruido porque Nathan y Grace se podrían despertar, pero desgraciadamente la realidad ha eliminado todo esto.

Ahora solo estamos Daryl y yo, cada uno a un lado de la puerta, con la cabeza apoyada en esta y las piernas recogidas.

-Cariño, por favor, tienes que dejarme entrar. Lo solucionaremos dentro, los dos solos, te lo prometo.

No respondo, no lo he hecho desde que llegó aquí.

-Déjame al menos entrar y sacarte la bala, puede empeorar.-dice después de suspirar resignado.

-Ya me la he quitado yo.-digo, sujetándola entre mis dedos, me ha costado sacarla y he abierto aun más la herida, pero el dolor no era nada en comparación con el que tengo en el corazón.

-Te estás desangrando, puedes desmayarte.

-Me da igual.-contesto observando el boquete, que por supuesto sangra bastante.

-Puedes morir, April. Tiene que verte alguien, por favor, sal.

Suspiro sin limpiarme las lágrimas, no merece la pena. Ya no. Cojo aire y hablo.

-Les dije que les vería en cuanto todo terminara, no me quedé con ellos, podía haberlo evitado, pero...

No puedo continuar, un sollozo desgarrador me ahoga y lloro desconsoladamente.

-Nathan y Grace no murieron por tu culpa, ellos murieron por culpa de esos cabrones, y lo hicieron como héroes. Ben me contó que cuando estaban en la iglesia, escucharon a una niña pequeña llorar, una niña que estaba en la calle. Nathan salió para rescatarla, y justo cuando iba a llegar, la bala de un Salvador le alcanzó, Grace lo escuchó y salió unos segundos después, cubrió a la niña, que llegó sana y salva al interior, ella consiguió matar al Salvador, pero otro llegó antes de que consiguiera escapar y le disparó. Perdieron su vida por salvar la de otros, son héroes.

Escuchar la historia solo me hace sentir aun más miserable, yo tendría que haber salido a salvar a la niña, yo tenía que haber recibido esa bala.

-No lo entiendes, ¿verdad? Me da igual cómo fuese, lo único que me importa es que se han ido, las únicas personas por las que he seguido luchando se han ido.

-Eso no es verdad, tienes a Aaron, a Eric, a Enid, a Ben... Me tienes a mí.

-No, Daryl. Ellos solo eran niños, podrían usar armas y matar gente y caminantes, pero eran unos malditos niños, necesitaban protección y amor. Vosotros podéis defenderos solos, vosotros podéis seguir sin mí.

-No, no puedo, April. Yo te necesito.

-Nunca lo has hecho, me quieres, no me necesitas. Y te agradezco mucho el amor que me has dado todo este tiempo, pero ha llegado el momento en el que debes dárselo a otra persona.

No escucho la respiración de Daryl al otro lado, y por un momento pienso que se ha ido, pero solo la está aguantando.

-¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso?

Suelto la bala y cojo el cuchillo que descansa a mi lado, no queda mucho tiempo.

-Yo ya no puedo ser amada, no lo voy a poder ser más. ¿Pero, tú? La gente te quiere más de lo que te imaginas, Daryl. Solo elige a alguien y dale tu amor, el resto se hará solo. Carol, por ejemplo, ella te adora.

-No quiero hacer eso, April. No quiero.-dice, su voz se comienza a quebrar.

-Pero yo sí quiero. Quiero que te vayas, que seas feliz con ella y que me dejes morir en paz.

-¿De qué hablas?-dice.

El cuchillo se resbala de mi mano y hace demasiado ruido al impactar contra el suelo. Escucho a Daryl levantarse.

-Mierda, April, ¿qué ha sido eso? ¡Abre la puerta!

-Los estoy viendo, Daryl. Mis padres, mis hermanos, Denise, Spencer, Olivia, Benjamin, Glenn, Abraham, Sasha. Están todos frente a mí, me están mirando, me están diciendo que vaya, son mis ángeles, están aquí para llevarme, ya he sufrido demasiado.

-¡Abre! ¡Sal de ahí! ¡Maldita sea, abre!

Daryl aporrea la puerta con fuerza, pero sus golpes cada vez se escuchan menos. Suelto una pequeña risilla llena de dolor.

-Pensarás que he perdido la puta cabeza, pero no es la primera vez que los veo. Ya han aparecido antes, como si estuvieran advirtiéndome de lo que se venía, ahora están aquí y me están llamando. También Negan apareció, va a morir, lo sé, sé que conseguiréis acabar con él, yo le estaré esperando en el infierno. Estoy cansada, Daryl, pensaba que llegaría a ser como tú, pensaba que llegaría a ser tan fuerte que no me importaría perder nada ni a nadie, pero me equivoqué. Tú tenías razón, la tuviste desde que me conociste, solo soy una niña, no estoy preparada para perder a la gente. No estoy preparada para perderte a ti también, no lo aguantaría. Lo siento.

Recojo el cuchillo y lo sitúo a la altura de mi muñeca, me tiembla la mano, pero sé que quiero hacerlo. Debo hacerlo.

-¡April, abre!

Me duele el hombro, me duele la cabeza, me duele el cuerpo, me duele el alma. Es hora de parar el dolor.

Daryl destroza el pomo de la puerta y la abre justo a la vez que yo abro la herida que me costará la vida. Me desplomo en el suelo y sonrío, se acabó. Mi vista se nubla en el momento en el que digo las palabras más importantes y reales que he dicho y diré jamás.

-Te amo, Daryl Dixon. Siempre lo haré.












"La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente".

-François Mauriac


Until Death Do Us Apart |Daryl Dixon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora