EL AGRADABLE PLATÓN

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De camino a la comisaría Robert no paraba de animarme y de infundirme fuerzas. Yo estaba convencida de ir a por todas, pero supongo que lo hacía para evitar que me derrumbase y reculase con la demanda. Sin embargo, me sentía con fuerzas y lo tenía más claro que nunca, sabía que tomaba la decisión correcta.
—¿Recuerdas la historia que te conté una vez? La historia de la diosa Isis, ahora mismo, te veo reflejada en ella. Tú eres esa diosa, tú tienes el poder suficiente para lograr esta hazaña. Hoy se cierra un ciclo y comenzará otro, lo sé.
—¡Ay, Robert! ¡Qué bonito! Muchas gracias por todo, como siempre, y gracias por venir conmigo y acompañarme en este día tan importante y difícil para mí.
Cuando llegamos a comisaría, un edificio desvencijado y frío, que invitaba a salir corriendo de ahí, respiré profundo, miré con determinación a mi acompañante y entramos. Nos guiaron hacia un arco metálico de seguridad, donde pasamos el control rutinario. Seguidamente atravesamos dos pasillos hasta encontrar una mesa donde nos atendió un policía la mar de borde. Me tendió, bueno, más bien me tiró, los papeles de la denuncia, y me habló en tono imperante:
—Rellene el formulario con los motivos de la denuncia y déjela aquí, a ver qué pasa con eso. —Me gruñó señalando la mesa.
—Vale, pero, ¿no puedo hablar con alguien para explicarle mejor la situación? Es muy importante.
—No, las denuncias se ponen y ya se dictarán.
—¿Y ya está? —Preguntó Brown mosqueado.
—Y ya está, caballero, ahora toca esperar...
El policía siguió con su monólogo, pero ninguno dábamos crédito a lo que estábamos oyendo y lo peor es que no nos ofrecía ninguna otra solución, por lo que salimos bastantes disgustados y enfadados de ahí. Al menos había tenido el valor de presentar la denuncia, que ya era un paso. Tendría que ser paciente y rezar porque se hiciera justicia.
Robert me llevó a casa de mis padres y se despidió, tenía un poco de prisa ya que iba a pasar el día con su hijo y su esposa para aprovechar la tarde en familia. Yo, por el contrario, me quedaría con mis padres sin hacer mucha cosa. Me pasaría la tarde tranquila, en casa, viendo alguna película o escribiendo la novela, seguramente.
Al llegar, saludé a mis padres, cogí el viejo ordenador portátil que tenían ellos y subí a mi habitación. Con suerte, si me concentraba e inspiraba un poco escribiría algo. Lo encendí con toda la predisposición del mundo, abrí incluso el procesador de texto donde empezaría a dejar viajar mi imaginación, pero pronto me di cuenta que la musa de la inspiración se negaba a acudir a mi encuentro, así que cerré el programa. Finalmente, opté por entrar en el navegador de internet y ponerme a buscar páginas aleatorias de moda, últimamente estaba desorientada en ese tema y quería ponerme al día. Me había abandonado un poco en ese aspecto y así podía ver las tendencias que hay ahora. Estuve un buen rato viendo las novedades otoño-invierno, hasta que me saltó un pop-up, una pantalla de spam, que llamó mi atención por lo colorido que era:
"[¿...Te sientes sola? Conoce gente de tu zona y relaciónate con el mundo. Has nuevos amigos con solo hacer un click aquí...]"
Así rezaba la invitación a un chat de contactos local que se apoderó de mi monitor. Después de meditarlo durante unos segundos, decidí darle una oportunidad, aunque no creía en esas cosas y menos después de todo lo acontecido con Steven. Aún así, la falta de amigos y el aburrimiento me hizo darle click al anuncio. Estaba bastante reacia a encontrar el amor, pero no a hacer nuevas amistades, es más, creo que me vendría bien. Así no dependería de Robert todo el día para hacer planes. Si no, al menos podría consolarme un poco hablando con gente desconocida, aunque fuera con el falso palabrerío de un ciberdesconocido. Lo primero que me apareció en pantalla era la elección de usuario. Tuve que meditarlo un rato, pues no se me ocurría nada, nunca había entrado en estas cosas y estaba perdida. Al final me decanté por Afrodita, sí, por la diosa del amor, pese a que mi única relación había salido fallida, creía en el amor de verdad, así que creí que sería un buen nombre, pese a que no buscaba nada más que amistad en el chat.
Lo siguiente fue rellenar el perfil personal, lo cual me llevó un buen rato, ¿qué demonios ponía la gente en el apartado de descripción personal? Yo que sé... Una chica normal con aspiraciones a escritora, terminé poniendo. ¿Y en personas que quieres conocer? No sé, gente normal para poder mantener una conversación normal, pero claro, esa opción no estaba, así que marqué: personas cercanas.
Pronto aparecieron varios perfiles, todo de hombres en mi pantalla, la mayoría con nicks ordinarios y plagados de faltas de ortografía: "pollon20, sex21, poyadura...". ¡Qué asco! Esto parecía un escaparate porno. Que igualmente, digo yo, ¿no se puede ser ordinario y culto al menos? No sé, tanta falta de ortografía me hacía sangrar los ojos. Solo hubo un perfil que me pareció interesante por su nombre: "Platón", y su perfil no hizo más que aumentar mi expectación por haber encontrado algo decente entre tanto campo de nabo necesitado. "He vuelto a la caverna a rescatarte y me he perdido en ella, ahora no recuerdo qué pasaba en el exterior, ayúdame a salir nuevamente".
Bueno, este tipo al menos hacía alusión al mito de la caverna y lo relacionaba correctamente con su filósofo, aparentemente parecía tener algo de cultura y, al igual que yo, parecía perdido en un chat así. Encima no había cometido ningún fallo ortográfico, ¡milagro! Inicié el chat con él y empecé a escribirle, pero cerré la conversación. Repetí el proceso varias veces. No sabía qué ponerle y me sentía un poco mal por entablar conversación con un desconocido. Terminé por dejarme llevar un poco y escribirle, al final tampoco le hacía daño a nadie, y a la malas con cerrar la conversación se acababa todo, no sabe quién soy.
—Hola, buenas tardes, Platón. No te dejes guiar por las sombras y lo que escuches, recuerda que son solo proyecciones de la realidad.
Temí parecer demasiado friki, pero total... No creo que haya una frase adecuada para empezar a hablar con alguien que no conoces.
La espera de su respuesta fue más dura de lo que pensaba, no esperaba que me afectara que no me contestara, pero sí. Sentía una especie de pequeño tormento. ¿Le habría parecido una tonta? ¿Qué pensaría de mí? Un sinfín de preguntas sin respuestas se formularon en mi cabeza, mi inseguridad volvió a aflorar. Sin embargo, terminó apareciendo el dichoso texto que pronto despejaría mis dudas e inseguridades: "escribiendo...".
—Jajaja, buenas tardes, perdona la tardanza. Que me tenga que ayudar la diosa del amor a salir de las tinieblas... es toda una ironía. ¿Qué hay más atrapado que un corazón que sólo se deja llevar por los sentimientos, que no es capaz de pensar y sólo actúa sin voluntad propia?
¡Vaya! Parecía simpático al menos, y sí, culto también. Le daría una oportunidad al menos. Visto lo visto, era lo mejor a lo que podía aspirar aquí. Ya había recibido diez fotos de pollas, veinte mensajes para encuentros sexuales y un sinfín de comentarios desafortunados... Así que una conversación así era de agradecer.
Al final resultó ser muy agradable y simpático. Nos pasamos toda la tarde compartiendo opiniones y hablando sobre nosotros; de nuestros gustos, aficiones, etc. No parecía que fuera con malas intenciones, ni que buscara otra cosa que no fuera una amistad, lo que me tranquilizaba, pero era pronto para fiarse. Después de varias horas chateando, entrada ya la noche, me encontraba cansada, por lo que nos despedimos. Me dijo que él no solía conectarse en el chat este, así que me dio su móvil por si quería continuar la conversación otro día.

 Me dijo que él no solía conectarse en el chat este, así que me dio su móvil por si quería continuar la conversación otro día

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