XV

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Hubo mucho silencio, lo que nos mantenía tranquilos pero no del todo. Habíamos subido casi tres pisos para estar  a salvo. Arriba Hiena nos dejó en un cuarto a Anahí y a mí. Me recosté encima de la cama que había en ese cuarto. Pude relajarme, e intentar olvidar todo por un rato. Pensé en Raquel: su sonrisa, sus cuentos sobre el mundo de antes, todos sus abrazos y ese beso...tan solo ese beso. Pero en todo esto algo me parecía raro. ¿por qué no podía recordar nada sobre el mundo de antes? Tenía edad para hacerlo, y me sorprendía que no recordará lo más mínimo, ni mis padres, ni mi hogar, ni mis amigos, si es que los tuve. En pleno trance entre mis cuestionamientos, Anahí me habló. No logré oírla la primera vez por lo inmerso que estaba en mis pensamientos.

- ¿Me hablaste? - pregunté

- Sí, pero nada importante...- pude percibir duda en su tono de voz

- Dime que sucede. – Forcé un poco mi tono de voz para sonar más serio

- Pues tengo miedo, ¡¿Está bien?!

- No te alteres, es normal tenerlo.

- Siempre he sido una niña fuerte, a quién nada le aterraba. Siempre me mostré positiva, aunque la situación fuese totalmente catastrófica. – Le empezó a temblar la voz – siempre me mantuve firme a mis propias decisiones. Pero hoy tengo miedo. – lágrimas brotaban de sus ojos. Pude percatarme de todo lo que la pobre había pasado a tan corta edad. Ella no estaba preparada. Seguramente era una bebé cuando todo lo que conocíamos se acabó. Tuvo que criarse entre un mundo apocalíptico. Tuvo que soportar todo eso. Y todos esos años de frustración, salían a flote aquí, conmigo. Desconocía la razón, pero querría consolarla a pesar de todo. Quise levantarme de la cama, pero ambas heridas dolían demasiado.

- Está bien... – se secaba sus últimas lágrimas – ya me siento mejor. No sé qué me pasó.

- Realmente lo siento – no sabía cómo reaccionar ante esa situación

- No fue tu culpa así que no te disculpes, ¿está bien?

- Está bien...

Nos quedamos en silencio un rato, intentando afinar el oído para saber que pasaba tres pisos más abajo. De repente solté mi pregunta.

- ¿Anahí? – regresó a verme con los ojos muy abiertos e hinchados por el llanto. – ¿tú recuerdas algo del mundo de antes?

- Vaya, gran pregunta. – Se sentó de manera más cómoda – Pues sí lo hago, y a veces logro percibir varios detalles.

- Wow, ¿me podrías contar un poco? – me sentía como niño pequeño ante tan grande curiosidad.

- Claro, por qué no... pero Nicolás ¿Acaso tú no recuerdas nada?

Temía que me hiciera esa pregunta. No, no lo hacía. Pero como podía explicarlo. Ella era más pequeña en ese entonces y recordaba mucho más que yo

- Pues...en realidad...

- No lo haces. – Se puso seria y levantó los ojos para el techo – es normal, bueno no del todo, pero algunos chicos perdieron casi la totalidad de la memoria luego del "incidente". Tal vez seas uno de ellos.

- Tal vez – esa respuesta me había agradado. Existía probablemente una explicación al hecho de "no recordar"

- Pero bueno te contaré. ¿Qué deseas saber? – Empezó a mover sus manos en círculos

- ¿Qué haces? - me resultaba bastante extraño aquel movimiento.

- ¿En serio no recuerdas ni lo que es un mago o una vidente?

- Nop... - en ese instante se detuvo y cruzó los brazos.

- Bueno tenemos bastante trabajo. Comencemos por lo esencial.

Estuvimos hablando por mucho tiempo. Me explicaba lo que eran "circos"; "zoológicos" y los animales que los componían; que era una familia aparte del padre, la madre y los hermanos. Esa parte me costó entender en realidad, abuelos, tíos, bis abuelos, tátara abuelos y cosas así. Que era el futbol, el básquet, el vóley. Estaba fascinado con cada cosa que contaba y en serio me sorprendía que no recordará nada de todo eso. Raquel me contaba cosas iguales, pero ella explicaba diferente, podía estar horas y horas escuchándola, viendo su emoción. Seguramente en algún momento podría entrar en mis memorias y saber todo eso por mi propia cuenta.

- Bueno eso es todo por hoy, tampoco quiero bombardearte con lo que sé – al terminar de decir eso sacudió su pelo para arriba para "presumir" tal conocimiento.

- Pues gracias – sonaba atónito y lo estaba. Era increíble saber todo eso sobre un mundo en el que viví, pero sentía que nunca estuve.

Anahí se sonrojó y me sonrió. A pesar de mi dolor, ese relato me mantuvo tranquilo. Habíamos pasado demasiado tiempo dentro de esa habitación y me empezaba a preocupar. De repente alguien tocó a la puerta y esta se empezó a abrir lentamente. Anahí se paró con gran rapidez y tomó un tubo que estaba cerca de la puerta de baño. Yo quise hacer algo, pero el dolor me empezaba a invadir. Una silueta apareció en el marco de la puerta y Anahí sin siquiera ver quién era lo golpeó con el tubo en la entrepierna. Vimos a la silueta caer de rodillas al frente mientras maldecía.

- Maldita mocosa, ¿¡Eso era necesario?! – Era Hiena. Me dio un ataque de risa que solo favorecía el dolor.

- Perdón es que todo estaba tenso y... - Anahí parecía preocupada

- No hay pretextos – Hiena aún se agarraba la entrepierna y tardó en levantarse. – Pero andando, "B" ya nos dijo que bajemos.

- En serio lo siento – a pesar de sus disculpas una pequeña risa apareció en el rostro de la pequeña.

Resistencia BWhere stories live. Discover now