Cuarenta y cuatro.

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—Es hora, Soph.

—Él no ha llegado.

—Sophie, tenemos que irnos.

Las lágrimas se deslizan por mis mejillas, caen como la lluvia en un tiempo nublado. Guardo mis sollozos como puedo, no quiero que los demás me vean con lástima, no me gusta ese sentimiento. Asiento en dirección a Gaston, me acerco a los intocables y abrazo primero a George.

—Gracias por guardarnos el secreto—susurro muy cerca de su oído—, y por favor, deja de poner excusas e invita a Cristine a salir.

—Eres malvada, Pirce—sonrío y le doy un suave beso. El siguiente en despedirme es Bart.

—¡Oh mi pervertido! Te quiero demasiado. Cuida a Amy, ¿sí? No la dejes ir, es una chica increíble. Y manda fotos cuando tus nietos nazcan.

—Serás la primera que le envíe las fotos de los cachorros y adicionalmente, te mandaré el vídeo del parto, ¿qué tal? Vas a ver como los hurones salen de la vagina de Mimi.

—¡Bart! ¡Deja de ser tan asqueroso!—exclamo horrorizada—. Y ni se te ocurra enviarme ese vídeo.

—Te quiero, Sophie Pirce—Le regalo también un beso en la mejilla y ahora me acerco a Louis.

—No quiero que te vayas—murmura con los ojos cristalizados.

—Siempre has sido mi favorito, ¿te lo dije alguna vez?

—Todas las chicas de los intocables siempre me dicen lo mismo, pero aun no entiendo como ninguna chica ha querido estar conmigo. Debe ser porque soy muy dulce, supongo que debo ser un poco más idiota.

—Escúchame, Lou, no trates de cambiar por ninguna perra, ¿entiendes? Alguna chica va a quedar sucumbida por esa dulzura en la que estas rodeado. Apuesto que pronto encontraras a esa persona que mueva tu mundo. Está ahí, solo debes esperar.

—Nos vemos pronto, Sophie.

Me duele que Louis tenga ese concepto. Su dulzura me encanta y estoy segura de que si no estuviese completamente enamorada del idiota que me dejo plantada en el aeropuerto, hubiese elegido a Lou. Deseo con todo mi corazón que encuentre a la persona adecuada muy pronto. Llega el momento de Connor, era difícil despedirme de él. No tengo ni idea de cómo hacerlo.

—Yo...—no puedo ni empezar mi oración cuando Connor me abraza con fuerza.

—Gracias por despedirte esta vez, Sophie.

—Discúlpame por no hacerlo esa vez.

—Sabes que ya está todo perdonado.

—Oye, Connor. Eres mi hermano favorito, pero no le digas a Hanna y a Eli—susurro con un sonrisa.

—Es un secreto de mellizos.

—Un secreto de mellizos—afirmo.

—Te amo, hermanita.

—Te amo, hermanito.

Me dirijo hacia mis hermanas y mi padre y le doy un gran abrazo a cada uno. Luego de cruzar unas palabras, tomo la mano de Gaston y miro entre lágrimas a mi familia.

—Los quiero familia.

—Adiós, Sophie.

Empezamos a caminar hacia la entrada de la sala de embarcar. La tristeza me envuelve porque no pude despedirme de Tristan, ni un mensaje ni una llamada. Nada. Él no vino. Sollozo en silencio, pero Gaston se da cuenta.

—Todo pasa por una razón, pircelandia.

Iba a responder cuando alguien grita mi nombre. Bueno, ese alguien es el idiota por el cual estoy llorando.

—¡Sophie! ¡Espera!—corre hacia mí y cuando llega hasta mi posición me alza entre sus brazos para darme un beso que me quita el aliento.

—Pensé que no ibas a venir—susurro después de separarnos.

—¿Cómo no vendría a despedir a mi pequeña Pirce?

—Te quiero demasiado. No quiero irme, Tristan.

—Yo también te quiero demasiado, preciosa. Escucha, sé que fui un idiota por lo que hice y sé que no mereces a alguien como yo, pero Sophie Pirce, siempre has sido la indicada para mí. Te diría mil veces un no vuelvas a París. No quiero que te separes de mí, pero, ¿sabes algo? Tal vez físicamente no estemos juntos, pero mi corazón siempre estará unido con el tuyo y eso es lo más importante.

—Tris...—sollozo ocasionando que no pueda hablar. Él saca el collar con la torre Eiffel que le regalé para mostrármelo.

—Curiosamente, yo también tengo tu corazón y como me lo prometí antes, no voy a lastimarlo—Saca ahora de su bolsillo un dije de la hoja de arce de Canadá—. Ahora, yo te estoy entregando mi corazón. Cuídalo y por favor, no lo pierdas, tampoco lo lastimes.

—No lo haré, Tristan—La tomo y la encierro en mi puño. Me lanzo de nuevo en sus brazos—. Te amo, Tristan.

—Te amo, pequeña Pirce.

¿Recuerdan la pregunta que le hice a Connor hace un rato? Creo que ahora puedo responderla para mí. Sé que todo funcionará con Tristan porque yo soy dueña de su corazón y él es el dueño del mío.

Tal vez no me rogó que no volviera a París, pero mi alma se queda aquí y tan solo un pedacito muy pequeño de mí, fue el que volvió a París.

FIN.

Hasta aquí ha llegado #Trisphie <3

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Hasta aquí ha llegado #Trisphie <3

Espero que hayan disfrutado este libro tanto como yo lo hice al escribirlo.

Todo lo que quiero decirles está en "Agradecimientos", espero que se pasen por ahí.

Saludos y muchas gracias, intocables ;)

Saludos y muchas gracias, intocables ;)

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No vuelvas a París | Los Intocables #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora